lunes, 26 de marzo de 2012

Capítulo 13: "Falsas Esperanzas"

Punto de vista múltiple;

¿Hola…?—ella contestó, afortunadamente. Escuchar su voz luego de tanto tiempo me tranquilizó.
—Oh, hola—musité, incorporándome sobre mi asiento. Dirigí mi mirada hacia la ventanilla a mi lado buscando un poco más de privacidad. Más allá del cristal sólo se disipaba la oscuridad de la noche—, soy Michael, me alegra que hayas contestado.
¿Michael? Oh Dios, ¡Hola! —su voz volvió a la misma relajación que ya conocía—, no reconocía tu voz, ¿Acabas de despertar o algo así?

Me reí, ridiculizándome a mí mismo. Acabando de entrar a la pesadilla, más bien.

—No, no, sólo estoy algo cansado, aturdido. Descuida...—negué. No quería llevar la conversación por ahí—. Pero, al parecer yo sí te desperté a ti, creo que por allá debe pasar de la una de la madrugada, ¿No?
Bueno, sí, tienes razón. Pero no te preocupes, no estaba realmente dormida… Mejor dime, ¿Cómo estás? No he sabido nada de ti desde que saldrías con esa chica, Rachel… ¿no?

Rachel… Era sorprendente cómo su sola mención conseguía desatar tales efectos en mí… Recordé, por un instante, su rostro y de nuevo sentí aquel frenesí que se desataba cuando la miraba. Como estar al borde de un abismo. El gris de sus ojos era tan profundo que uno podría ahogarse en ellos fácilmente. Por lo menos, eso me pasaba a mí.

Y, de repente, tal como ocurría siempre que pensaba en ella, el hechizo se rompió, y tuve que enfrentarme al hecho de que no la vería más.


Tuve miedo de que el recuerdo de sus ojos grises se nublara con el paso del tiempo.  Tuve miedo de que mi propio recuerdo se borrara de su mente. Pero tuve aún más miedo de no ser capaz de afrontar la realidad. Yo estaba aquí, y ella ya no.


—…Claro—susurré aún de lleno en el trance. Evidentemente era algo de lo que aún no podía escapar—, pues… estoy bien, Karen. Bien dentro de lo que cabe decirlo. Y tú, ¿Cómo estás…? ¿Cómo están todos por allá?
Yo estoy bien, gracias—aguardó un par de minutos antes de continuar—, …Acá está todo perfecto, Michael, no ha habido ningún problema, descuida, pero ¿Qué hay de ti?, ¿Pasó algo?
           —¿Por qué tendría que pasarme algo malo, Karen?
Ah, no lo sé, Michael. Después de todo lo que me has platicado de Rachel no me esperaba un simple “Bien” indiferente como respuesta a tu estado de ánimo… Algo pasó.

Una palabra había bastado para que Karen lo descubriera todo. Me pregunté entonces si realmente había puesto tan poco empeño en controlar mi tono de voz.  Descubrí al instante que, no importaba lo que hiciera, Karen sería capaz de leer la verdad tras mis palabras. Tampoco importaba en qué parte del mundo estuviera, ella llamaría en el momento indicado.

Así era ella. Increíblemente intuitiva. O quizá yo era increíblemente fácil de leer.

            —…Es increíble lo bien que me conoces, Karen.

Se rió. Me la imaginé congelando en su rostro la más inmensa de las sonrisas.

No me gusta mucho alardear sobre eso pero, sí, te conozco bastante… anda, ya dime.
—Es una historia algo larga… bastante, la verdad—excusé, girándome a todos lados sobre el asiento, tanto como el cinturón de seguridad me lo permitió para asegurarme de que Bill y Frank permanecieran dormidos. ¿Cómo siquiera iba a comenzar por hablarle de ello de cualquier forma?—. No sería fácil contártelo por teléfono. Sí te lo voy a decir, pero tiene que ser cuando te vea, cuando haya llegado a Neverland, lo siento.
¿Hasta que llegues a Neverland?—ella se quejó. Satisfecho de que nadie más escuchaba, me volví a acomodar—. ¡Por favor, Michael! Acabas de encontrarte con una chica que es, como tú mismo lo dijiste, “capaz de adueñarse de tus pensamientos”… No estarás aquí por lo menos en dos o tres semanas más. Para cuando estés aquí se te habrá olvidado, o ya no querrás decírmelo.
            —…No, no te preocupes, Karen, eso no va a pasar, descuida.
            —¿Cómo lo sabes?
            —Lo sé porque podré decírtelo en unas horas más.
            —¿Qué? ¿Por qué?

Tragué saliva.

            —Podré verte en tres horas, tal vez cuatro; decidí regresar a Los Angeles.
*****


La puerta se abrió frente a mí con un chirrido prolongado y antes incluso de que entrara al apartamento, miré a Monica y a Phoebe más allá de la sal, poniéndose de pie. Pensé entonces en la retahíla de preguntas que me harían en cuanto llegaran a aproximarse.

Tomé aire, aún sin saber con qué demonios atacarían primero.

            —¿…Y? ¿Qué ocurrió?—Monica había sido la primera en acercarse.
            —¿Llegaste a tiempo?—Phoebe le siguió—. ¿Lo… lo alcanzaste?

Me limité a cubrir mi rostro detrás de mis manos.

—…Sí—siseé, al tiempo que dejaba mi abrigo en el perchero detrás de la puerta. Si acaso no lucía lo más indiferente posible, sé que podría quedar destruida en menos de un segundo—, si lo hubiera hecho, chicas… Pero no logré que me dejaran pasar de todas formas.

Monica pintó un gesto de desagrado.

—Dios mío…—susurró para ella—. No sé... no sé qué decir, Rach. ¿Es-estás bien?

No. Por supuesto que no.

—Sí, sí—asentí. En ese punto ya me sentía indefensa—, ¿Por qué no lo estaría?
—…No lo sé, Rach—Phoebe negó, mirándome a través de sus ojos cansados y entrecerrados—, no te ves nada bien.
           —No, no…—me encogí de hombros—. Descuiden, de verdad.

Anduve lento a través del departamento, cuidando de que en ningún momento sus miradas pudieran cruzarse con la mía. Ni por error. Tenía que comprender que en cualquier momento a partir de ahora yo me podía romper, que mi realidad se había pintado de pesadillas en las que no sabía siquiera como podré hacer para que mis dos mejores amigas comprendieran.

Las lastimaba, sí. Y las dejaba con una inmensidad de preguntas también, pero no lo soportaba.

            —…Rachel—Monica me impidió avanzar al tomarme del brazo.

El nudo en mi garganta ardió.

—Monica, no—sentencié, encarándoles a ambas. Tuve miedo de que mi voz se destruyera, y más aún, de que ellas fueran testigo de ello—. Dejen de hablarme de esa manera a base de lástimas y tormentos… Ya se los dije; no pasa nada, ¿Bien?… nada ocurrió.

Con todo lo que conllevó, liberé mi brazo de entre sus manos.

—Es sólo que...—Phoebe musitó—. Eso es lo que lamentamos, que nada haya ocurrido, Rach.
—Por favor, Pheebs, ustedes no sabían que las cosas terminarían de esta manera, ¿Cierto? Ustedes no han tenido la culpa. De hecho, si alguien la ha tenido aquí, he sido yo.
 —…Rachel, por favor, eso no es…—Monica se cruzó de brazos incómoda al hablar.
            —Niégamelo, Monica—zanjé—, adelante… Cierra mi boca.

Pero ella no habló.

—¿No lo harás?... Bien…—me sorprendió a mí misma el tono, estaba enojada—. Para empezar, he sido lo suficientemente idiota como para pedirle a Michael que se alejara de mí, después de confesarle como una ilusa lo que siento por él… He sido tan ciega como para no ver lo que Ross ocultaba esta mañana, cuando me tragué el maldito orgullo y le cedí otra oportunidad. No entiendo cómo pude ser tan tonta al no percatarme de que ella estaba en su departamento, al mismo instante en el que me “reconciliaba” con él…
—…Rachel, detente, por favor—ni siquiera me miró al hablar. Estaba indignada, y yo lo sabía. Pero lastimada, herida como yo, nadie.
—No, no… ¿Saben?—negué brusca y cerré los ojos con fuerza, convencida de que no valía la pena tocar el tema justo en este instante—. Tal vez tengan razón… Tal vez… después de todo, no me esté sintiendo muy bien ahora mismo, lo siento, chicas… Con permiso.

Sentí como si, de un momento a otro, fuera a desplomarme sobre el suelo, sentí que tenía que ocultarme. Quizá hay momentos en que el sistema de supervivencia simplemente se activa. Ese fue uno de esos momentos. 

Sin que fuera totalmente consciente de ello, comencé a desplazarme, con un único objetivo en mente: llegar a mi habitación. Pero, como en las pesadillas, mis piernas parecían estar clavadas al suelo. Quería correr, quería ocultarme. Quería, más que nada, olvidar. 


Por un momento, deseaba olvidar a Ross, a Michael y a todas aquellas razones que me convertían en la culpable de todo lo que pasaba. 


Y me pareció que casi lo había logrado. Alargué la mano hacia la cerradura, cuando escuché la voz de Mónica. –Demonios-, pensé. Si quería ocultarme, iba a tener que esperar.


—…Pero, Rachel…—soltó temblorosa—. ¿No quieres hablar de lo que ocurrió en el aeropuerto? Podríamos ayudarte, no lo sé…
—¿Qué quieren que les diga realmente?—contesté con resignación. Si la verdad querían, la verdad les iba a dar—. No ocurrió nada. La encargada no me dejó pasar y no me quedó de otra que preguntar por ‘Michael Jackson’. La mujer no debió haber escuchado un argumento más ridículo en toda su vida que el que yo le di… Y después de dejarle en cara que era más que obvia la presencia de paparazis y reporteros por todas las entradas del aeropuerto, ella cedió… Y, bueno… al final, ella se ofreció a darle el mensaje de mi parte…
—¿Y… qué mensaje le diste? —Phoebe inquirió. Percibí un atisbo de esperanza en su mirada.
—…Yo no…—balbuceé, con mi mirada puesta en mis pies—. Yo no le di… ningún mensaje.

Monica abrió los ojos como platos.

—¿¡Qué!?—gritó—. ¿Tenías la oportunidad frente a ti y la dejaste ir así nada más, Rachel?
—No, no tenía ninguna estúpida oportunidad, no quería que pasara de esa forma, Monica. Si le decía algo, quería que lo escuchara de mis propios labios, no de otra persona… Disculpen.


De repente, mirar a Monica me pareció insoportable, su mirada me resultaba insostenible, y descubrí que no lo soportaría más tiempo. 

Giré sobre mis talones, consciente de que si no dejaba la sala sería víctima de un ataque de nervios. No escuché el llamado de Monica –y, siendo sincera, no me importaba mucho–; tampoco hice caso de Phoebe, ni crucé el departamento con paso lento. Esta vez, caminé rápidamente, temiendo que el nudo en mi garganta se transformara de pronto en lágrimas de furia.


Jamás en la vida mi habitación me había parecido tan… vacía. Ni yo había estado nunca tan perdida.

¿Qué iba a hacer ahora? Me senté al borde de la cama, decidida a pensar en algo. Al no encontrar más que a Michael revoloteando por allí, descubrí que no podría hacer absolutamente nada. Entonces decidí ocultarme. Sí, me quedaría ahí hasta ser capaz de enfrentarme a mí misma de nuevo.


En aquel silencio, alcanzaba a escuchar los discretos susurros de Monica y Phoebe, y supe que se debatían entre abrir la puerta o no. Crucé los dedos, deseando que no lo hicieran. No quería que ellas formaran parte de esto. No quería que se preocuparan, o que sintieran –ni en una mínima medida– lo que sentía yo.


De repente, hubo sólo silencio, y suspiré aliviada, pues creí que se habían ido. Clavé la vista al suelo, y, al poco tiempo, escuché cómo la puerta se abría con un chirrido. Escuché una voz, y no tuve que girarme para saber de quién provenía. Sonreí, muy a mi pesar.


Ahí estaba Monica, dispuesta a hundirse conmigo. Por un momento, no dijo nada, pero leí en sus ojos que no se iría de ahí hasta verme mejor. Y, en ese momento, entre toda aquella tristeza y oscuridad brilló una lucecita y supe que no estaba sola. Miré a un lado y ahí estaba ella, dedicándome una sonrisa tranquilizadora. 


Nunca estuve sola. Claro que no.


           —No puedes hacer esto, Rachel.
—…¿No puedo hacer qué, Monica?—pasé una mano por mi cabello al contestar. Detrás de ella, Phoebe ingresó también.
—¡Esto!...—tendió ambas manos en mi dirección, como si quisiera enfatizar mis acciones—. Tú, creyendo que todo se ha ido al abismo sólo porque no conseguiste ver a Michael de nuevo. Tienes que saber que nada se ha perdido aún… Entiende, Rachel.
—No es sólo Michael, Monica…—admití. Ya sintiendo la atención de ambas puestas sobre mí me incorporé sobre el colchón—. Es todo, todo en conjunto; es Michael, todo este asunto de Ross… En fin, pienso que últimamente no hago más que arruinarlo todo; alejo a las personas que más me importan, confío demasiado en imposibles, tomo malas decisiones, y… para darle un perfecto cierre de oro a mi estupenda lista de positivos; …Me he enamorado infantilmente… de Michael.


Estaba más que claro que me había enamorado tontamente de Michael Jackson… ¿Cómo demonios había sido posible que sólo hiciera falta una simple mirada para hacerme sentir tan feliz de un segundo a otro?... No había sido la primera vez que lo había visto. No era la primera vez que lo conocía, bueno, no personalmente… No. Entonces, ¿Por qué precisamente esa vez sí tuvo que ser así?

Tal vez… fue el hecho de que nunca antes le había tenido tan cerca. Tal vez, haya sido que nunca antes había sido lo suficientemente afortunada como para apreciar una mirada como la que él tenía. Tal vez, simplemente tal vez… Fue el hecho de haber olvidado cómo era esa sensación de que alguien más me robara el mismísimo aliento.

No, esto es imposible… Debo estar en un error, esto no puede ser un sentimiento real… Claro que no.

Pero entonces… ¿Por qué me sentía de esta manera? ¿Por qué la simple idea de saber que nunca más le tendría cerca me tenía tan destrozada? Como si… le hubiera tenido  por más de mil años… Cuando sólo fueron un par de semanas.

Demonios, estoy en problemas.

—…De acuerdo—Phoebe dijo, con un aire más relajado se cruzó de brazos—, esa es la mejor confesión falsa que he escuchado en toda mi vida.
—¿Eso crees, Phoebe?—Monica se encontraba igual—. No, definitivamente yo he escuchado mejores.

La sangre me hirvió por dentro.

           —¿Disculpen?—inferí, evidentemente en un tono cortante.
—Lo siento, Rach, no malinterpretes, ¿De acuerdo?—Monica, aunque un poco alterada, allí permaneció. Frunció su ceño de modo que sus cejar se torcieron en una fina línea de preocupación—. Es sólo que… que jamás escuché palabras más ridículas que las que acabas de pronunciar ¿Sabes?... Escúchame, Rachel; La única… la única persona que está tontamente enamorada de Michael Jackson aquí… soy yo—guardó silencio. Creí haber sentido una leve sonrisa apareciendo en mis labios. Una parte de mí quería comprender a dónde iba con todo esto, pero otra no—. ¡Incluyendo al otro millón de chicas allá afuera enamoradas de él!... Cierra la boca por un segundo, medita en tu cabeza tus grandes pensamientos y… date cuenta de las tonterías que estás diciendo ¿Bien?... Tú no has tenido un tonto enamoramiento. Así que levántate de esa estúpida cama y asimila las cosas correctamente… ¿Piensas que ese es el modo correcto de hacerlo? ¿Pasar toda la noche, acostada en una cama, lamentándote por algo de lo que tú no tuviste la culpa?

La miré un instante y, en ese momento, odié su increíble capacidad de hacerme ver mi realidad. Quizá Monica tenía razón…

O quizá no. 

Me mordí un labio, cayendo en la cuenta de que, efectivamente, tenía que asimilar las cosas, pero sin saber aún cómo comenzar. Me froté las manos y descubrí que tenía miedo. Tenía miedo de no saber qué iba a pasar, pero tenía la vaga sensación de que Monica había dado en el blanco. 


Me giré para quedar frente a ellas. Las miré y me pregunté por vigésima vez qué sería de mi vida sin ellas.


—…Respóndanme algo, por favor—miré aquel par de rostros frente a mí, aquellos rostros que tan familiares me resultaban. Monica y Phoebe asentían y esbozaban una ligera sonrisa, aunque en sus ojos se asomaba una sombra de duda que me hizo preguntarme si su respuesta sería lo que yo esperaba—. ¿Acaso fui una idiota al pensar que lograría ver a Michael hoy en el aeropuerto?
           —No, eso es ridículo Rachel—Phoebe se apuró a contestar, aunque tranquila.
—¡Pero claro que no, Rachel!…—luego Monica intervino—. No fuiste ninguna idiota… Sólo eres… eres una chica… muy…  muy enamorada.

Silencio, sólo silencio entonces.

En ese instante sólo recuerdo haber perdido la mirada en un punto neutro, sin dirección alguna. No creí poder soportar un segundo más las miradas puestas en mí de sus bonitos rostros preocupados.

El miedo me invadió por completo… realmente lo hiso, paralizando mi rostro en una mueca de perplejidad. Y como si se tratara de un acto-reflejo, sentí la sangre abandonando mi rostro casi instantáneamente.

Realmente me aterró la respuesta tan tropellada de Monica.

          —…Es que…—susurré—. Eso es lo que me preocupa.
          —¿Cómo es que puede preocuparte, Rachel Green?—Phoebe inquirió, inmediatamente volteé a verle.
          —…¿Qué?
        —Ah, sí—asintió, lo que quiero decir es… Enamorarse es el sentimiento más hermoso que puedes experimentar, ¿Sabes?… ¡Ya me gustaría a mí experimentar ese sentimiento!... Dime, ¿Qué sería de todas las personas… si no llegaran a sentirse de ese modo nunca?
              —Sí, supongo, Phoebe… pero, el enamorarse no es algo muy “bello”… Si caes en el amor, bajo las circunstancias en las que yo me metí en él…
           —No, no, Rachel…—Monica intervino entonces—. Phoebe tiene razón, ella tiene toda la razón… ¿Cuánto hace que no habías tenido esa sensación en tu estómago? ¿Ah? ¿Cuánto hace que no sentías que tus problemas ya no tenían la mínima importancia cuando veías a esa persona?... Escucha, soy su hermana, sí… Pero también soy tu amiga… y sé perfectamente que ni siquiera con Ross te ocurría esto… Y no digas que no sé de lo que estoy hablando, Rachel… Porque nunca habías dejado de ponernos al tanto sobre cómo estaban las cosas entre ustedes dos a Phoebe y a mí… ¿O no?

Me sentí derrotada.

Clavé la vista en el suelo, y descubrí que estaba completamente segura de dos cosas. La primera era que estaba enamorada de Michael, y ahora sabía que poco podía hacer por Ross –o por mí misma–. La segunda era que no tenía ni la más remota idea de qué hacer, pues Michael no estaba aquí.


—Muy bien, de acuerdo…—asentí, destruida ya por obra de ambas—. Escúchenme… Aunque exista la mínima posibilidad de que hayan tenido razón en lo que acaban de decir, para mí, todo está…  todo está perdido ahora… todo. Lo cierto aquí es… que me he quedado sin posibilidades… ¿Saben? Precisamente es esto lo que pensé durante el viaje de ida y de regreso del aeropuerto; ¡Mi relación con Ross acaba de terminar!... No podría hacer… esto… Sería ridículamente imposible de digerir… ¿Comprenden? Simplemente no puedo comenzar… una… comenzar una… algo con Michael. No ahora.
           —Rachel—Phoebe añadió con una lastimosa voz—, pero Ross…
—Phoebe, ya sé lo que Ross ha hecho—le tranquilicé—. Y también sé que fue horrible y probablemente tarde miles de años en poder perdonarlo siquiera… Pero eso no quiere decir que yo pueda comenzar con Michael ahora, ¿No lo creen?… ¿Entienden lo que digo?

Monica lanzó un tremendo suspiro al aire. Por la mirada que manifestó después supe que lo había comprendido.

           —C-creo…—titubeó—. Creo que no sería lo más prudente.
—¡Por supuesto que no!—continué firme, al final parecía que ambas me seguían completamente—. ¿Qué clase de horrible persona sería si lo hiciera? De verdad lo he visto, y no podría tenerlo más claro que ahora; sacar un clavo atorado utilizando otro… no funciona, en lo más mínimo, ni siquiera pienso intentar hacerlo, ¿Bien?… Sólo empeoraría todo… Además… No dejo de arrepentirme del modo en el que le hablé… la última vez que lo vi en el estudio… Ni yo misma me perdonaría por el modo en el que le escupí las cosas sin más… Yo no tendría la más mínima duda de que él está ahí… sentado en ese estúpido avión… odiándome en estos precisos momentos…

Y el aire se me terminó, pero aún así podía seguir respirando. Incluso mejor que antes, y encarándolas también. Las palabras se habían deslizado de mi mente hasta la punta de mi lengua con tal facilidad que no hubo nada más por comprender. Estaba arruinada, pero ellas me ayudarían a repararme como siempre.

Phoebe se bufó sobre el mismo sitio.

—…Muy bien, eso es todo, hasta aquí ha llegado mi paciencia—musitó. En el mismo instante Monica y yo clavamos nuestra vista en ella aún sin entender—. En verdad lo lamento, Monica. Sé que tú querías decírselo pero… Rachel, tenemos… Tenemos el teléfono de Neverland.
*****

            —…Hola.

Le dediqué una mirada cargada de desprecio casi como si de un acto reflejo se hubiese tratado. Él me miró, en verdad lastimado, y yo aún así continuaba debatiéndome en si debía o no dejarle pasar.

            —¿Qué quieres, Ross?

Su mirada apenada se paseó por todos los rincones, incluso pareció como si yo le estorbara en su percepción. Lo entendí casi inmediatamente.

—Rachel no está aquí—sentencié indiferente, sin siquiera tener que preguntar. Entonces recuperé su mirada—. Ella y Phoebe salieron a dar un paseo.
—Oh, ya veo...—anudó sus dedos con sus ojos clavados hacia el suelo. Al final me di por vencida, y le cedí espacio suficiente para dejarle pasar—. Me siento… Me siento terrible, Monica. Estoy confundido, triste, no encuentro los pensamientos correctos, no tengo idea de qué hacer con esto.
—¿Y cómo querías sentirte al respecto, Ross?—resoplé frente a él. Hizo el intento por ignorarme y tomó un asiento en el comedor—. Sería bueno que comenzaras con preguntarte; ‘Qué demonios estabas pensando’ ¿Eso sirve para ti?

Escrudiñó mi enojo con una mirada que no pedía otra cosa más que mi comprensión. Entendí que mi comentario le había herido.

—Es gracioso, yo…—suspiró—. He creído que mi hermana sí iba a querer escucharme… ¿Sabes?

Y tenía que hacerme sentir culpable ahora.

—De acuerdo, perdóname—le insistí, tomando asiento frente a él—, no debí contestarte así. Pero entiéndeme, Ross… ¿Tienes idea de lo grave que es lo que hiciste?
—Sí, sí lo sé, Monica. Yo más que nadie estoy consciente de ello, créeme. Escucha… tienes que ayudarme.

No. Tenía que ser una maldita broma.

—¿Ayudarte?—alcé la voz, en vista de mi desconcierto—. Ross, no hay nada que pueda hacer para ayudarte. Y la verdad, no sé si quiero hacerlo, no le diré a Rachel que te dé otra oportunidad si es lo que esperas de mí, ¡Ella ya te ha dado bastantes! ¿No crees?
—No, no, yo sé que no puedes hacer eso, estoy completamente de acuerdo con Rachel. La defraudé, de la peor manera que un hombre puede defraudar a su pareja. Entiendo si no quiere hablarme, incluso entendería si ella… quiere ir detrás de Michael después de todo lo que ha pasado…

Absorbí su comentario como del tipo que hacen que una persona tenga que contener el no golpear a otra justo en el medio del rostro. Y en verdad que me debatí en dejarle hablar, o de hecho hacerlo.

           —…No puedo creerlo—le corté, casi sin haberlo intentado.
           —¿El qué?
—¿Es que aún no sabes nada de ella, Ross? Ella no iría “detrás” de Michael después de algo así. A mí, a mí me gustaría que ella se decidiera a ir a hablar con él, pero… ¿Sabes? De alguna forma u otra, tú le importas a ella. No puedo creer que sigas pensando que ella te olvidaría tan rápido…—para ese momento no creí soportarlo más. Sí, le quería y sí, comprendía o al menos intentaba sopesar su dolor, pero aquello fue más de lo que me apeteció soportar. Me puse de pie sin pensármelo dos veces—. Escucha, si vas a comenzar con eso, yo pienso que será mejor que te vayas, ¿Sí? Tienes razón, debes acomodar tus pensamientos, así que…
—No, no, Monica—me detuvo en el acto—. Por favor, no quise decirlo así, escúchame, por favor…

Suspiré, enteramente agotada.

—Tienes cinco minutos—le avisé. En verdad, eso me parecía demasiado—, Rachel y Phoebe no deben tardar.
—Te juro que seré lo más breve posible…—y ambos volvimos a nuestro lugar.
—Comienza—le dije. Por un momento la presión en mi pecho comenzó a bajar.
—Antes que nada… Antes de decirte cualquier cosa… debo preguntarte algo, ¿Recuerdas a Emily?

Le miré entrecerrando los ojos, sin comprender.

—Sí, sí la recuerdo. Ayer Phoebe me comentó que se la encontró, al parecer ella venía a visitarnos. No lo sé… Ross, escucha, dijiste que serías breve y no sé qué demonios tiene que ver Emily con todo esto.

La mirada de mi hermano podía resumirse… a todo.

Fue esa mirada que me dio la que no dejaba de lanzar a gritos las palabras “Sí, Monica… fue ella” y “Lo lamento”. No hiso falta que lo dijera literalmente, no hiso falta siquiera que mencionara su nombre… No, no, no, y mil veces no. Eso no podía ser cierto… De ser así, ¡Las cosas se complicarían un millón de veces más!

¿Acaso mi hermano no tenía cabeza para nada? ¿¡Qué demonios se suponía que debía hacer yo ahora!? ¿Escuchar los argumentos que tenga para decirme y hacer como si no hubiera sido un gran problema? Ross fácilmente me  había puesto contra la espada y la pared… Ahora no sólo se trata de él, sino también de una de mis más grandes amigas.

Emily. Emily había contribuido a que las cosas terminaran entre Rachel y Ross.

—…No puedo creerlo…—hablé hacia al vacío. Fue incluso más de lo que pude contestar—. No puedo creer que después de todos estos años de amistad, Emily haya hecho esto, yo no…
—...No, no, Monica—me cortó—. Ella no ha tenido la culpa, yo fui el único responsable de esto, yo fui el imbécil, lo reconozco, cometí un espantoso error, por eso es que vengo sintiéndome todo un incrédulo, ni yo puedo creer lo que hice…

Le miré, y aún así le supe destruido por dentro.

Aún sin hallar respuesta alguna, él intentó hacer más llevadero ese silencio punzante dejando caer lentamente su mano sobre la mía.

No pasaron más de tres segundos que su mano estuvo sobre la mía, acunándola de una manera especialmente carnal… Y yo simplemente la retiré, lentamente la deslicé por debajo de la suya para llevarla a mis labios, aún perpleja por la confesión. Aunque tenía una idea de cómo continuar.

            —¿Ya has hablado con Emily desde… desde lo que hiciste?
 —…No—contestó sin mirarme—, no he tenido la oportunidad aún… ¿Por qué?

No era la respuesta que yo buscaba.

—Yo no…—sostuve mi rostro entre mis manos, debía meditar, analizar cómo es que podía ser posible encontrar las palabras correctas sin tener que insultarle de nuevo—. No puedo creer que, aparte de defraudar a mi mejor amiga, hayas jugado con los sentimientos de Emily, Ross… a penas te reconozco.
           —¿Jugar con los sentimientos de Emily? ¿De dónde sacas eso?
—Ah, no lo sé, Ross. Tal vez ayer, cuando tú y Rachel discutían, dijiste “Lo importante es que ella no significó nada para mí” ¿Recuerdas?

Fue como si yo hubiese pronunciado las palabras correctas.

—…Bien, sí, sí dije eso—asintió colorado. En el mismo instante comenzó a temblar—, pero lo dije porque estaba desesperado por salvar mi relación con Rachel… Hice ese comentario completamente fuera del buen juicio, sin argumentos, simplemente estúpido.
—A parte de estúpido, lo utilizaste en vano, Ross. ¿Por qué dices que no estás jugando con los sentimientos de Emily?
           —¡Porque no lo hice, Monica!
—…Muy bien, no jugaste con sus sentimientos, ya quedó claro, ¿Entonces por qué llegaste diciendo que no puedes conseguir los pensamientos correctos sobre todo esto? Para mí ya es bastante claro lo que hiciste, así que…

Él no contestó, no durante los siguientes segundos. Una diminuta sonrisa cargada de vergüenza apareció, y quise creer que lo que seguía no sería nada bueno.

           —Muy bien… Me odiarás después de que te diga esto, Monica.
—Ross—le dije en aire tranquilo, en verdad creí imposible su suposición—, comencé a odiarte desde que ustedes dos peleaban ayer por la noche, dime lo que me querías decir.
—Dios mío…—suspiró. No pude evitar alarmarme un poco—. Muy bien, Monica, supongo que tenía que decírtelo tarde o temprano… Estoy seguro de que no jugué con sus sentimientos porque… Sí, es cierto… sí significó algo para mí…

Se me entrecortó la respiración.

—Pero tú sabías que aún estabas con Rachel, sabías que aún no habían terminado definitivamente… Lo que quiero decir es… ¿Cómo estás tan seguro?
—Yo, simplemente lo sé, puedo sentirlo…—se inclinó sobre la mesa para acercarse más a mí, miró para todos lados y se preparó para susurrar—. Monica, tú sabes que nuestra relación ya estaba por los suelos, y…
—No era culpa de Rachel—contesté. Quise asegurarme de que no dejara de tenerlo presente.

Me aniquiló inmediatamente con la mirada.

           —¿Me dejas hablar?
           —Lo siento—se me salió una risita discreta.
—Y tú sabes que por eso de discutir una y otra vez, pues… Rachel y yo… quiero decir que…
           —Ross—resoplé—, el tiempo se termina.
—Bien, bien… El asunto es que pasaron meses sin que Rachel y yo estuviéramos juntos de esa forma… sin que tuviéramos… tú sabes… Supongo que ella te platicaba de estas cosas, no lo sé.
            —Sí… bueno… hace unos días, Rachel había mencionado algo así…

Estaba segura de que al hablarlo, los dos estábamos terriblemente avergonzados.

—…Yo siento que fue por eso Monica—continuó—, precisamente esa lejanía que se encontraba justo entre Rachel y yo. Naturalmente podíamos decir que éramos como dos extraños relacionados de alguna forma ajena a nosotros mismos… Ha sido por eso que, cuando llegué a mi casa con Emily, fue increíble el modo en el que comenzamos a conectar, aún después de tantos años sin habernos visto, no puedes imaginarlo… Y de verdad me duele que mis amigos piensen que sólo me acosté… o que sólo… tuve relaciones con una extraña porque “Me sentía triste”…Escucha, ¿Recuerdas cómo miró Michael a Rachel la primera vez que se miraron?

Sonreí, inundada por el mero recuerdo. Todo era tan simple hace unos días, y era doloroso ya no creerlo así. Tan simple, divertido. Nada podía salir mal. O no lo pensamos.

           —Entonces, ¿Tú también lo habías notado?—pregunté.
—De acuerdo… No quería aceptarlo pero…—sus mejillas se encendieron—. Sí, pude haberlo visto a miles de kilómetros de distancia… Entonces, entiéndeme… creo que sucedió lo mismo con Emily y conmigo… ¿Sabes? Cuando me la encontré, ayer por la tarde, ella no hizo más que tratar de levantar mi ánimo, creo que le importo, Monica… y bueno, al final de la noche, lo único que hicimos fue platicar, toda la noche hablando uno del otro, nunca hubo necesidad de llenar un espacio vacío, no hubo lugar para silencios incómodos.
            —Ross...

Me llevé una mano a la sien y apreté mis dientes, no podía creer lo que estaba a punto de decir. Él me miró expectante.

—Creo que es una locura—continué—, completamente fuera de lugar por cómo me siento como amiga de Rachel pero… me temo que… tuviste la noche, Ross.
            —…¿Qué?
—Sí, escucha, es cuando dos personas descubren sus sentimientos, y sólo hablan durante horas, y no sé, te llegas a enterar de cómo ha sido su vida últimamente, de cómo actúa al sentirse enamorada por otra persona.
—No… no lo había puesto de esa forma—no me hablaba a mí, era como si hablaba consigo mismo, pero ahora estaba sonriendo—, Dios, tengo que ir a su departamento ahora mismo…—se incorporó buscando dirigirse a la puerta de nuevo, no sin antes detenerse un momento a mirar algún reloj—. Aún es temprano, tal vez aún no se haya ido con su tío… Ah, te veo luego, Monica, muchísimas gracias.

Todo ocurría tan rápido, tan irreal que ni me pasó por la cabeza ponerme de pie y seguirle. Lo contemplé desde el mismo sitio y al fin, estábamos en paz.

            —Claro, y no, no agradezcas, sólo prométeme algo.
 —Monica, lo que sea—me aseguró. Ya estaba halando la perilla de mi puerta.
            —…No seas un idiota de nuevo… No lo arruines esta vez.

Y sonrió. Ross se marchó sin dejar ni una palabra más detrás. Apurado, y con un rostro completamente diferente al que traía cuando había llegado.

Sintiéndome un poco más ligera me levanté para echar un vistazo al reloj que tendía de la pared. Rachel y Phoebe como siempre venían retrasadas, y por primera vez agradecí completamente que ha tenido que ser así. No quise ni imaginar el desastre que se hubiera formado de encontrarse con Ross en este momento.

Me tiré en el sillón sin querer pensarlo más. Entonces, el teléfono sonó. Debían ser ellas.

—¿Hola?—atendí, mientras pensaba en uno de mis mejores reclamos por que ambas se han retrasado para desayunar.

Una respiración grave y pesada apareció del otro lado.

            —¿¡Qué demonios ocurrió con lo que acordamos!?

La sangre se heló debajo de mi piel. Era Frank.

—Dios mío, Frank…—me obligué a mí misma a conservar la calma. Llevé una mano a mi pecho y luché por no perder los estribos, o porque el evidente enojo de Frank no se multiplicara aún más—. Sabía que llamarías… Dé-déjame explicarte lo que pasó, por favor…
Ha, será mejor que lo hagas, Monica…—me advirtió—. He quedado como un completo idiota en frente de Michael.
           
Miré para todos lados, como buscando la respuesta en cualquier punto posible de percepción.
           —¿Qué? Pero… ¿Por qué? Se suponía que él no sabría nada de esto.
Sí, bueno, él lo supo…—finalmente, le sentí más calmado—. No sé cómo, sólo lo presintió, él suele ser  muy intuitivo con este tipo de cosas.
           —Maldita sea, Frank… Lo… lo lamento, lo digo en serio, muy enserio…
Sí, Monica, yo también lamenté el que nadie apareciera en el aeropuerto justo antes de que nos marcháramos—un suspiro se prolongó, casi pude imaginármelo tratando de tranquilizarse a sí mismo—. Escucha, no estoy… no estoy enojado contigo, ni mucho menos… Sólo que… bueno, lo que pasa es que… Michael sí se molestó conmigo… hace mucho que no lo veía así…

Oh, Dios, no.

—…Todo eso ha sido mi culpa, Frank…—admití con voz queda—. Si tan sólo Rachel hubiera llegado unos minutos antes al aeropuerto… nada de esto estaría pasando. Lo siento, Frank… Lo siento, lo siento ¡De verdad! ¡Yo…!
—...No, no, espera…—me atajó las palabras entonces. Yo sin duda, callé—. ¿”Si Rachel hubiera llegado unos minutos antes”?... Ella… ¿Ella sí fue al aeropuerto, Monica?
—…Bueno, sí, sí fue…—susurré. ¿Cómo fui a olvidar que Frank ignoraba aquello?—. Pero no consiguió que la dejaran pasar… llegó a la compuerta y ya no te encontró… Escúchame, las cosas se complicaron demasiado… Justo después de que te fuiste de aquí, por la tarde, Rachel llegó… Pero no sóla, ella llegó con Ross.
            —Sí, me lo imagino…

Aguardé. No, él aún no comprendía.

—No, no, espera…—hablé claro. Pendiente de que cada palabra que saliera de mi boca a partir de ahora, tuviera el poder de cambiar lo que fuese—. Ellos no llegaron precisamente agarrados de la mano, Frank. Jamás… en los años que llevo conociendo a Rachel, la había visto así de enojada… Ha sido… fue imposible de digerir.
            —Pero, Monica… ¿De… de qué estás hablando?

Tragué saliva antes de continuar.

           —Frank… Rachel y Ross… Rachel y Ross terminaron.
Monica—su voz parecía ida, luego de un segundo de silencio prosiguió—, tienes que… tienes que estar bromeando.
—Me gustaría, Frank…—asentí para mí—. Me gustaría estar bromeando, créeme.
           —¿¡Pero qué diablos pasó!?... Creí que Rachel decidió arreglar…
—El idiota de mi hermano…—le interrumpí. Sabía que todas sus preguntas serían resueltas de la misma manera—. Él… durmió con otra mujer.
…Quieres decir… quieres decir que aunque Rachel y Ross discutieran de nuevo… Ella… decidió ir al aeropuerto… ¿Por Michael?

Él lo dijo, lo aseguró. Y aún así sonó increíble.

Sonreí, tirándome de lleno en el sofá.

—En ocasiones te sorprenderá lo espléndida que Rachel puede llegar a ser, Frank… En especial, cuando se trata de algo que en verdad le importa.
           —…Aún no puedo… creerlo.
—…Y, bueno—debía continuar—, cuando todo terminó, ella se dirigía al Carlyle… Pero hablamos con ella. Le dijimos que ahí no encontraría a Michael. Supongo que todo eso nos hiso perder mucho tiempo… De nuevo, Frank… No sabes, no sabes lo mucho que siento que no haya funcionado…
...No—musitó—. Aún no sabemos si no funcionó. Tengo que… tengo que hablar con él… Tal vez Rachel logre verlo de nuevo…
           —…¿Qué?—aquello me obligó a incorporarme de nuevo. Creí oírle reír.
Tú… tú déjamelo a mí… Estoy en deuda con Michael, con Rachel y con todos ustedes. Haré algo… Tú tranquila, sólo… no dejes que Rachel se dé por vencida.
           —Oh, Frank… Sabes que yo…

Demonios, demonios, demonios.

Alguien comenzó a tocar la puerta, y no podía estar más segura de saber de quién se trataba… había vuelto, Rachel había vuelto…

Sentí cómo un pulso golpeaba mi cuerpo entero, cada que escuchaba esos estúpidos golpes hacia la puerta de mi departamento… ¿Es que las conversaciones que tenía para salvar la situación de Rachel y Michael estaban destinadas a nunca tener un final concreto en el que supiera qué diablos estaba pasando?

Cada vez se hacían más fuertes los golpes al otro lado del departamento… Yo también me desesperaría sabiendo que por nada del mundo cierro con llave esa puerta… Y ahora que recibo una llamada desde el otro extremo del país, la cierro con todos los seguros que tuviera guardados…

Demonios, tendría que cortar esa llamada en cuanto antes… Si Rachel sabe que estoy fabricando mis propias movidas a sus espaldas, no ocasionaría nada más que otra discusión… No, no quiero eso.

—Maldición… Frank—me tambaleé al acercarme a dejar el auricular en su sitio de nuevo—, lo lamento mucho, tengo que… tengo que irme, Rachel acaba de llegar, lo siento muchísimo, esperaré nuevas noticias… Cuídate, cuídense mucho. Adiós.
            —Ah, de acuerdo, igualmente, Monica.

Colgué el teléfono con una velocidad indescriptible, ni yo misma me percaté del momento en el que crucé el departamento hasta la puerta de entrada. Seguían y seguían tocando la puerta, ¿Acaso Phoebe y Rachel disfrutaban de ponerme los nervios de punta con esos frenéticos golpes?

Tenía que calmarme.

Luchando contra la cadena del seguro de la puerta unos segundos, logré abrirla por fin… Esperando encontrar el rostro desesperado de una Phoebe cansada por intentar sacar una mísera sonrisa en la bonita cara de Rachel… Pero… Algo faltaba ahí, alguien no estaba… ¿Dónde estaba ella?  ¿Dónde rayos estaba Rachel?

            —Ah, Phoebe… ¿Dónde…? ¿Dónde está Rachel?

Se rió. Imaginar el rostro que yo debía tener, igual y fue causa de ello. Le cedí espacio para que pudiese entrar.

—Oh, tranquila—gesticuló una mueca despreocupada al tiempo que me rodeaba para tomar asiento en la mesa del comedor—, ella sólo iba a quedarse unos momentos en Central Perk, tenía que dar una explicación válida del por qué no fue a trabajar hoy, así que…
            —Oh, entiendo…—asentí—. ¿Te dijo algo sobre…?

Ella negó sin dejarme terminar.

—Lo intenté, Monica…—añadió—. Intenté tocar el tema del teléfono de Neverland, pero, ella no quiere. Se niega a tener contacto con Michael de esa manera… Aún no he podido llegar a nada con ella, tal vez tenga que pasar un poco más de tiempo, que ella esté más tranquila, alivianada. Tenemos que… tenemos que alegrarla con algo, Monica… Y es precisamente esto lo que me lleva a lo que quiero decirte ahora que Rachel no está aquí…

No comprendí la mirada de insinuación que puso a continuación, aunque no hizo ni falta de preguntarle. Con el mismo gesto que utilizó para invitarme a tomar asiento en frente de ella supuse que ella me lo diría todo sin esperar.

Me apuré a acercarme más.

           —Dime, Pheebs.
—Verás—frotó ambas manos frente a ella como si contuviera toda esa emoción—, faltan más o menos dos semanas para el cumpleaños de Rachel…
           —Así es—asentí.
—Tenía en mente prepararle una pequeña cena… Algo íntimo…—imitó un tono de voz más agudo, enfatizando la palabra “íntimo” al final—. Y se me ocurrió que… como tú eres chef… Podrías preparar algo delicioso para ella.

En ese instante me enamoré de la idea.

—Me agrada Phoebe—le aseguré, empeñándome en asentir de nueva gana—, creo que es lo que más necesita ahora… Algo con qué alegrarse, olvidarse de todo… Sí, sí.
—Gracias—bramó orgullosa. Algo de lo que no me pude zafar para hacerme sonreír—. Y dime, ¿Alguna otra idea? Digo, no queremos que sea una cena aburrida y a dormir… Algo que de verdad la alegre.

Entonces acentué mi sonrisa, y comprendí que evocar la llamada de Frank me hizo caer en la cuenta.

—Bueno… tal vez…—titubeé. Ella entrecerró sus ojos y me miró con más atención—. Podríamos ponernos de acuerdo con los chicos y… Darle a Rachel algo que no olvide… Me refiero a una verdadera sorpresa ¿Sabes?
            —¿Ajá?

Y sus ojos brillaron. Esto le iba a encantar.

—¿Piensas que sería muy atrevido de nuestra parte… comprar cinco boletos de avión con destino a Los Angeles?
            —Pienso que… No podría ser más perfecto.
*****

—¿”No viste cómo se fijaba en mí… miraba a través de ti”?

Las mejillas se me entumieron.

Karen sonrió frente a mí mientras sostenía con ansias inmensas el trozo de papel. Dios mío, incluso escucharlo de otra persona, saber que en realidad he escrito algo pensando en Rachel, no dejó ni por poco de sorprenderme.

—¿”Ella me quiere pero hace como que no le importa”? —continuó, supe que conforme desplazaba la vista por aquella arrugada hoja de papel, crecía su enojo por recordarle que terminé cancelando la publicación del sencillo—. ¿”Si ellos le preguntan, ella sólo dirá que sólo somos buenos amigos”? ¿”He intentado ocultar este asunto de las sospechas de la gente”?

Siguió y siguió leyendo… Hasta asegurarme de que había llegado a una frase que no pude evitar que me hiciera recordar a la vez en que Rachel me había invitado al departamento después de haber salido juntos; “Así que aunque te invite a quedarte, será mejor que te fijes en dónde estás pisando”.

Es sorprendente cómo unos cuantos versos pueden decirte una infinidad de cosas.

—Dios mío… No puedo…—susurró, dejando caer la hoja sobre el colchón. Por fin había terminado—. No puedo creer lo increíble que es esta canción, Michael. Quiero decir… describe toda esta ridícula, pero maravillosa situación… Parece… parece como si estuvieras declarando tu amor, a través de ella, no lo sé…

“Declarando mi amor” me repetí. Aquello no pudo apenarme aún más.

—…Gracias, Karen—le sonreí—. Y sí… era básicamente eso, ¿Sabes? La manera en la que ella se enteraría… de todo.
—Es que no…—negó, como si estuviese harta—. Simplemente no puedo creer que cancelaras el lanzamiento del sencillo, es… simplemente increíble.
—Adelante, dilo... —gruñí de forma sutil al tiempo en que bajaba la vista. Consciente de lo que podría suceder—. No pude haber arruinado de modo peor todo esto…

Negó, burlándose.

—No, Michael…—dijo segura—. No quiero, ni voy a decir eso… Porque no es verdad.

Entonces le volví a mirar.

           —Karen… ¿Te agradó la canción?
           —Me encantó, Michael.
—Rachel sabría lo que comencé a sentir por ella a través de esa canción…—me detuve, incapaz de soportar lo apenado que estaba. Harto de saber que pasaría mucho tiempo, demasiado, antes de que dejara de pesarme hablar de ella sin sentirme indefenso completamente—. Y por mi actitud infantil… Le escupí en la cara todo lo que siento…
—Tal vez…—chasqueó la lengua y arrugó sus labios, mostrando preocupación—. Tal vez cruzaste la línea sólo un poco en la manera en la que le dijiste todo, Michael.
—¿”Sólo un poco”?... —me reí de mi propia debilidad—. Karen, prácticamente se lo grité… Ni siquiera me di cuenta cuando crucé esa línea… Volé el límite. No debí… no debí hablarle así… Dios… me siento como un imbécil.
—¿Te has puesto a pensar que quizá tenías derecho a reaccionar de esa manera, Michael?—me aseguré de que se había detenido para esperar una respuesta de mi parte. Igual, no se la pude dar, y continué mirándola simplemente—. Ella renunció a verte de nuevo por todo lo que ocurrió con Ross.

Suspiré, con mi vista de lleno en la canción escrita.

—Ella lo ha hecho porque estaba asustada. Tenía miedo por su relación…—la escuché resoplar frente a mí—. En lugar de gritarle así, debí ser un apoyo para ella, aceptar las cosas como tenían que ser… como se supone que debe ser un buen amigo… Y no sabes… No tienes una idea de cómo me odio por comprenderlo apenas hasta ahora. Quizá es lo que me llevo por fijarme para variar en una desconocida.
           —No.
           —¿Perdón?—reaccioné, y la volví a mirar.
—¡No, Michael!—bramó con ambas manos puestas sobre la cabeza—. Tal vez ese sea el problema… Te has involucrado con tantas mujeres famosas que… ya no encuentras sentido alguno en una relación. Esto tiene sentido, tiene mucho sentido… Tal vez necesitabas de una mujer como ella… Que no necesitara de fama, dinero, o una cara reconocida, para que te fijaras en ella… ¿No crees?

Y la evoqué sin más remedio.

En mi mente, todo volvía a ser igual. Podía hablarle, podía conocer sus más grandes secretos hasta altas horas de la noche sin miedo alguno de que algo malo pudiera pasar. Podía perderme en su rostro, en su sonrisa, en la suavidad de su piel o en cada uno de los tipos de miradas que pude llegarle a conocer apenas en unos días. Le hablaba, le contaba historias, le planteaba situaciones en las que sólo buscaba que mis intenciones llegaran a ser tan claras como lo son sus ojos.

Y luego de nuevo, y saber que todo estaba bien.

—Ella…—susurré, perdido. Inmóvil dentro de mí—. Ella tiene unos… unos increíbles ojos grises.

Un par de risitas dulces me sacaron forzosamente del trance.

—¿Estás escuchando lo que estás diciendo, Jackson?—inquirió con una sonrisa a punto de desorbitarse. Mis mejillas punzaron, no quise ni pensar en el color que tendría mi rostro entero—. Nunca antes habías dicho eso de ninguna otra mujer… Eso es… emocionante, ¿Tienes el teléfono, no? ¿Por qué no la llamas? Deberías llamarla, Michael… Deberías hacerlo.
           —No creo que sea una buena idea—admití. Y de verdad que así lo creía.
           —¿¡Cómo diablos no puede ser una buena idea!?
—Escucha…—alcé mis manos frente a ella, buscando cómo hacerla calmar—. Al parecer, Frank había tenido un acuerdo con ella para que apareciera en el aeropuerto de Nueva York… Pero ella nunca apareció, Karen, aunque hayamos salido con quince minutos de retraso, nadie se presentó. ¿Lo entiendes? Lo arruiné por completo… Es más que obvio que no quiso verme después de cómo le hablé.

Karen negó suspirando. Quise creer que mi explicación le había bastado para comprender.

            —¿Quieres escuchar algo gracioso?—dije, en medio de todo ese silencio.
            —¿Gracioso…?—ella frunció el ceño con confusión.

Aquí iba, a lastimarme de nuevo.

—El cumpleaños de Rachel es en dos semanas exactamente…—musité—. Cuando salí con ella, caminábamos por una bonita tienda de antigüedades y… ella señaló un prendedor, realmente hermoso. Ella dijo que era idéntico al que su abuela usaba cuando era sólo una niña y bueno… Yo… Iba a quedarme en Nueva York hasta su cumpleaños… Tenía planeado regalarle ese bonito prendedor de plata… Todo está perdido ahora, supongo.
—No, no… Michael, escúchame…—atrajo mi atención tomando levemente de mi mentón. Para ese momento cualquier cosa podría servirme para sanar. Quise escucharla—. Realmente, realmente pienso que ella debería escuchar esta canción… Tiene que hacerlo.
—Karen, sólo… Sólo quiero que ella sepa que no estoy molesto con ella—admití, sin saber de dónde he tomado las fuerzas—. No la odio, no le reprocho nada. Al contrario… me gustaría hacerle saber lo arrepentido que estoy.

Le dije a Karen entonces, con apenas un hilo de voz… Pues era cierto; el sólo pensar que el último recuerdo que pudiera tener Rachel sobre mí fuera el de la repugnante manera en la que le hablé hace unos días, me estaba matando por dentro. Lo último que querría sobre todo sería que ella pensara que la odio…

Y entonces Karen sólo se detuvo a observarme confusa, como si aún tuviera millones de preguntas y reclamaciones que hacerme…

¿Sería una buena idea publicar aún la canción… después de todo lo que pasó? No, no lo creo. ¿Para qué?, no tendría ningún propósito… Todo daño hacia Rachel ya se había hecho… y hacia mí también. Además, si se me ocurriera en dado caso decidir publicar la canción, no haría más que poner un problema en la relación recién reconstruida entre Rachel y Ross… Otro problema más, gracias a mí.

Mientras miraba a Karen, sentados ambos al pié de mi cama, alguien rompió ese incómodo silencio irrumpiendo en mi habitación… Sin siquiera tocar la puerta, sólo escuché la manija deslizándose lentamente, como si la persona que estuviera del otro lado tuviera miedo de ser corrida de ahí…

Sí, era Frank.

            —Lo… lo lamento, chicos—avisó, aún sin atreverse a entrar.

Casi en el instante me puse de pie para invitarle a hacerlo.

—Frank, yo…—gesticulé permitiéndoselo, él me devolvió el gesto y cerré la puerta detrás de sí.

Suspiró, agotado.

—Michael...—susurró. Yo pretendí sostenerle la mirada sin inmutarme—. Sé que no puedes estar más molesto conmigo en estos momentos. Te defraudé, lo sé… Lo lamento, eres mi amigo, y sólo hice lo que creí era lo mejor para todo esto… Pero, me salió mal… terriblemente mal y, bueno, sólo…
—Pero, Frank…—le corté, sin poder creerlo—. ¿Qué estás diciendo? Yo no estoy enojado contigo…
—Michael, no tienes que decir eso… Estás en todo el derecho de estarlo… Abusé de la situación, me metí en cosas que no son de mi incumbencia y… lo estropeé todo...
—¿Qué? —negué, tenía que hacerle comprender lo contrario—. Por supuesto que esto es de tu incumbencia. Por ti conocí a Phoebe, Frank… Claro que eres parte de esto… Y escúchame… No estoy… No estoy molesto contigo. ¡No podría estarlo!... Escucha, sólo me precipité con todo esto… Por el amor de Dios, no duraría un día sin dirigirte la palabra.
—Dios mío. No quiero ni imaginar la cara de idiota que estoy poniendo en estos momentos…—torció el gesto estando sonrojado. Pero, inmediatamente volvió en sí, y entonces un atisbo de seriedad invadió su mirada—. Michael, Michael escúchame… Esto es… esto es muy importante…
            —¿Qué? ¿Qué ocurre?

Su respiración subió y bajó más rápido. Me alarmé, innegablemente. Al cabo de un segundo, Karen se apuró a acercarse a nosotros.

            —Muy bien, de acuerdo, iré directo al grano, sin rodeos…
            —¡Frank, por favor!—bramé—. ¿Qué demonios está pasando?

Una sonrisa vaga apareció.

           —Rachel sí fue al aeropuerto, Michael.
—¿Qué? ¿De qué hablas?—el aire abandonaba mis pulmones—. ¿Estás… estás seguro? ¿¡Cómo lo sabes!?

Sentí la desesperación impregnada en toda el área de mi rostro, tratando de buscar una respuesta a la afirmación que Frank acababa de soltar.

¿Rachel sí había ido al aeropuerto? Entonces, algo debió pasar… Algo terrible debió pasar para que yo no haya logrado verla.

Observé el rostro inexpresivo de Frank, dificultándome aún más descifrar las palabras que estaba a punto de pronunciar.

Sólo guardé silencio y esperé.

—Acabo de hablar con Monica, Michael…—se apuró a decir—. Al parecer, algo terrible pasó… Ella, fue al aeropuerto, pero las aeromozas no le permitieron pasar… Porque nosotros ya estábamos abordando el avión.
—Maldición. No puedo… no puedo creerlo—balbuceé. No, aquello  no podía ser.
—No, no—Frank insistió, con su mirada de lleno en la mía—. Eso no es lo terrible de todo esto… No… Ella, ella no tuvo oportunidad de solucionar nada con Ross, Michael.
            —¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué pasó?—le rogué.
            —Al parecer… Rachel y Ross terminaron definitivamente.

Me llevé las manos a la cabeza, y comencé a caminar frenéticamente en círculos por toda la habitación.

¡No, no, no!

¿Rachel y Ross terminaron definitivamente?

”Tengo que… tengo que solucionar las cosas con Ross, Michael… ya no puedo con todo esto…”—había dicho Rachel hace unos días, la última vez que la ví. ¿Hasta en los peores momentos tenía que verse tan hermosa?… Esa misma vez en que creí haberla odiado por un segundo al soltar esas palabras. Bella, delicada. Pronunciando las palabras tan despacio, como si tuviera miedo de lastimarme con ellas… —“Será mejor que ya no nos veamos de nuevo…”

Continué caminando en círculos, intentando pensar en la catástrofe que tuvo lugar, tratando de digerir esa situación, cuando las manos de Frank me tomaron por los hombros, deteniéndome para que le viera de frente. Para que prestara atención a sus palabras de nuevo.

—Michael…—zanjó de una, y ahí tuvo toda mi atención—. Lo que retrasó a Rachel fue una espantosa discusión con Ross… Lo que me dijo Monica fue que… Ross durmió con otra mujer. Rachel quedó deshecha en llanto hasta que se quedó dormida, y después de todo… Aún después de todo… ella quiso hablarte, Michael.

No...

            —Después de todo ese infierno… aún así, ella quiso verte.

13 comentarios:

  1. Katia!

    Juro que no sé cómo lo haces! Cada vez me dejas con ganas de más! (:

    NO puedo esperar al capítulo siguiente!! :D

    Nota: A-M-O cada unas de las imágenes del Blog, le dan un toque divertido... me encantan! (:

    Y, ya lo sabes, siempre que necesites algo... ahí estaré.

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  2. waaaaa! esto es genial XD
    Muero por ver el otro capitulo!
    Jajaja lo vídeos están geniales XD
    Espero que se vuelvan a ver Rach & Mike! :BB
    TIENEN QUE VERSE POR QUE SINO!
    Se acaba la novela (espero que no pase eso e_e)
    Esta genial Katia Tqm! espero & que muy pronto la sigas C:

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  3. ¡¡¡POR DIOS!!! AAAAAHHHH, Kati me dejas asi: o_O Esque, esque...aahhh no te tardes tanto en publicarrr! Te Entiendo, el colegio se come nuestro tiempo lo se, Yo tambien casi no tengo tiempo...Muy pronto me pondre al corriente con los capitulos de mi novela :D ya que ya saldre de vacaciones n_n' Gracias por comentar, tus comentarios me dan animo a seguirla :D
    Te juro, que me tienes abrumada con este capitulo!! OJALA MICHAEL SE CALME! D: Y OJALA RACH LLEGUE A TIEMPOOOOO U_U!

    Me Encanto este cap, y ya sabes, siempre tendras mi comentario aqui, en tu novela, que es muy hermosa...Gracias

    Besos! (:

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  4. que bueno que publicaste ya extrañaba tus capitulos, perdon por comentar hasta ahora, pero como a ti, la escuela me absorbe por completo, por suerte ya pude leer y comentar, me encanto y plis espero que la sigas pronto plis

    cuidate un beso.

    +T.K.M.+

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  5. Rachel tiene que subir al avión!!! D: no puede dejarlo ir T-T en un momento me qede trabada... Chandel y Joey no querian que Rachel fuera en busca de Michael? :/ bueno, da igual, Ross es infiel D: si de verdad ama a Rachel no habría echo eso ¬¬ Monica obsesa jajaja xD
    Katii no me has avisado T-T me perdí el anterior cap y no lo pude comentar jooooo pero comente en este xD
    Cuidate mucho, besos ^^

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  6. ._. El personal del aeropuerto siempre hacen dificiles las cosas ¬¬ como si ellos no tuvieran vida sentimental xD

    :DDDD Me encanto y ahora no puedo esperar a QUE RAYOS ACURRIRA?! D: ¬¬ Ya es Semana Santa y tienes que subir!! D: jajaja ;D Me encanta la novela ^^ <3 en fin :) enserio espero subas pronto!

    Cuidate ;)

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  7. Ahhhhh !! SIGUE PORFA! Haha!
    Me encanto! La manera en que terminaron...wow!
    Y el video de Mon Gorda me mato! hahahaha!
    Ya quiero saber que pasa entre Mike y Rach!! x.x
    Ross traicionó muy feo a Rach... cuando amas a alguien no haces eso...
    Gaby.Colombia!!

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  8. Holaaa!!!

    El capítulo está genial, me fascinaron los videos, realmente cada capítulo es atrapante uno se sumerge en la historia de la novela.

    Felicitaciones. Un fuerte abrazo!!

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  9. ¡Holaaaa!

    Disculpame por no haberme aparecido aqui hace mucho, lo siento, lo siento. Perdoname.

    Debo decirte que me requete encanto el cap, siguela pronto, ahora si ya comentare mas a tiempo lo juro. Por cierto me gustaron muchos los videos, amo que pongas videos es demasiado realista hahaha.

    P.D: Me gustaria que leyeras la otra nove que estoy haciendo: http://pointofnoreturn-mjj.blogspot.mx/ por favor me das tu opinion.

    Fin del comunicado.

    Bye
    Cuidate

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  10. awwwww al fin termineee me gustoo mucho tu novela amigaaaa en verdad muy buena y yo quiero ir a un concierto de bad :D wiiiiiii como no me topo con mike y me kedo mimimichaelllllllllllll jajajajaxD gracias por pasarmela muy hermoza gracias :3

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  11. ''Dios es PERFECTO, PERFECTO, simplemente perfecto, es maravilloso poder conocer sobre el pasado de los chicos (el afro de ross xD), me encanto el capitulo, es probable que este cap. y el primero sean mis favoritos *-*, porfavor sigue con la novela que es preciosa♥. Sube pronto la continuación si?

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  12. wow, qué platica con los chicos!!
    y luego:

    Chandler: Mira Ross, si quieres contárselo, sólo espera el momento indicado… ¿qué tal tu lecho de muerte? (:


    Adoro a Chandler siempre con su sarcasmo jajaja LOL

    y bien metiche Frank ehh :B jajajaj ahhh se crea!!

    Frank: Claro que sí, Pheebs. Chicos, ustedes son grandiosos, realmente pienso que Michael y yo conocimos a las personas correctas…
    Joey: Aw, ¡Cierra la boca!
    Monica: ¡Joey!
    Joey: …Lo siento.

    jajajajaj se pasó Joey :EE

    y cómo nos pudiste dejar así??? DD:
    nononono ellos tienen que estar juntos D': así debe de ser T-T

    jajajaj bueno ya me puse muy sentimental :B :yaoming:
    aparte de la novela, espero que esté muy bien, EXTRAÑO hablar con usted ):
    ya ni hemos hablado desde hace mucho!!! ojalá se acuerde de mí DDDD: (?)
    no sé si ya leyó mis últimos caps, ya hace un montón que los subí :E me avisa si los leyó :BB
    bueno me despido manis!! adiosín!!
    la quieroo muchoooo!!! <3 :BBbrazo2

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  13. *o* Estaa demaciado buenaaaaa!
    ojala Mike y Rach se vuelvan a ver :33
    Ame la nove <3 escribes genial!
    Siguela luego :3
    esop bye C:

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