Capítulo 1: "Nosotros"

Frank DiLeo era el nombre.

Frank DiLeo. El nombre no dejó de sonarme. Definitivamente lo había escuchado antes, o al menos, lo había mirado por ahí. En una revista, algún libro, en algún programa de televisión. ¿Por qué no dejaba de sonar?

—¿F-Frank... DiLeo?—los ojos de Monica parecieron estar a punto de desorbitarse. 

Pero claro, el nombre me sonaba de los discos de música que Monica tenía por todo el departamento.

—¡Entró sin más!—Phoebe vociferó con una sonrisa, haciendo que más de una persona se girara hacia nosotros. Cómo no, poco importó.

—¿Qué pasó después?

—Pues, en cuanto lo vi, me acerqué a fisgonear. Me he presentado, por supuesto, y en el justo instante en que me ha tendido la mano, ¡Lo miré! ¡En su chaqueta aparecía para quién trabajaba!

—Oh, no, no, no...—Monica llevó absorta sus manos a la altura de su cabeza—. No, no me lo digas... Phoebe...

No pude evitar intervenir.

—No, aguarda. ¿De dónde es él? ¿Con quién trabaja?

Monica me fulminó irremediablemente con la mirada, y por poco juré oír las maldiciones que flotaban en su mente. Oh, no. ¿Debía saberlo? ¿Era obvio?

Phoebe nos estudió a todos, insinuante.

—...Michael.

—Así es...

—¿Michael?—Chandler infirió. 

—¿Qué Michael?

—¡Oh, por Dios!—Joey salto de su asiento con los ojos desorbitados, con una "o" perfecta dibujada en sus labios, y su voz retumbando al rededor—. ¡Michael! ¡Michael Jackson!

Por un momento se me olvidó cómo respirar.

—¡¿Michael Jackson?!

—¡Michael Jackson!

Mis manos cubrieron mis labios instintivamente. Y la mirada perdida de Monica me obligó a reaccionar, a evocar todas esas pilas de álbumes musicales que atesora en su habitación, la memorabilia,  los pósters, las madrugadas en las que la hora o la circunstancia importa menos y está al frente para conseguir la música nueva. ¡Por supuesto! ¡A Monica le fascina!

—¿Pero, qué es esto?—Chandler bramó—. ¿Él ha entrado luego? ¿¡Lo conociste!?

—Luego de que me he encontrado con Frank, tuve que salir disparada del lugar. Más que porque lo haya querido, he recordado que se me hacía tarde para encontrarme con Rachel esta tarde.

Phoebe estrujó mi mirada un tanto quejosa. No puedo hacer menos que sonreír desganada, reprendiéndole la ocurrencia.

—¡No puedo creer que te hayas marchado así nada más, Phoebe!—Monica azotó sus manos contra el gran sofá. 

—¡Pero he tenido que volver!—Phoebe repuso de pronto—. A medio camino me he dado cuenta de que me dejé la guitarra en el estudio, así que volví sin pensarlo.

—¿Entonces?

—Entonces...

Al mirar una perfecta picardía en el rostro de Phoebe, no puedo esconder más mi sonrisa.

—¡Oh, no! ¡No! ¡No! ¡No!

—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!

—¿Lo viste?—Joey se unió al bullicio—. ¿¡Lo conociste!?

—¡No puedo creerlo, Phoebe! ¡No puedo creerlo!

Monica vociferó a la par. Nos miró, estrujó, y aturdió con esa voz estruendosa. Su alegría me había contagiado. Sabía que me encontraba sonriendo como una idiota.

—¡Y esa no es la mejor parte, chicos!

—¿Mejor que haber conocido a Michael Jackson?—me burlé. Phoebe tenía que estar bromeando.

—Sí... sí—ella replicó duplicando el entusiasmo—. Oh, chicos, van a amarme por esto; Michael me ha obsequiado...

Dejé de mirarla sin más, y me percaté de que no habría sido la única. Ross finalmente apareció en Central Perk.

—Hola, chicos—musitó. 

Su tono dejó mucho qué desear. 

—Dios...—Joey se bufó como si estuviera harto—. Este tipo dice 'Hola' y ya me quiero suicidar.

—¿Qué ocurre, cariño?

Me acerqué lo suficiente para aferrar mi mano entre la suya, sintiendo inevitablemente el temor de que quizá sea demasiado. Cualquier cosa vendría a convertirse en demasiado de un segundo a otro últimamente. Y hasta hoy, no entendía cómo pararlo.

—No es nada...—musitó. Casi pude sentir que ha pretendido que sólo yo le escuchara—. He tenido un pésimo día en el trabajo. Eso es todo.

—¿Son los dinosaurios?—Chandler bramó. Claramente Ross había fallado—. ¿Siguen extintos?

Ross le asesinó con la mirada, por supuesto.

—¿Así que has conocido a Michael Jackson, Phoebe?—Chandler se apresuró a inferir. Con ese tono que generalmente utilizaba para enmendar sus ocurrencias.

—¿Michael Jackson? ¿Cómo podría Phoebe haber conocido a...?—Ross frunció el gesto al musitar, pero al clavar su mirada en Monica su rostro pareció haber palidecido—. Oh, por Dios. Monica, esto debe estar matándote.

—¿Matándola?—Phoebe dijo—. ¿Por qué estaría matándola? 

—No, no...—Monica bisbiseó de entre el bullicio—. Estoy... estoy bien.

—Por supuesto que no—intervine—. Hace un segundo estabas perfecta, ¿Qué ocurre ahora?

—¿He dicho algo malo?—Phoebe soltó temerosa.

—¿Bromeas?—Ross se apresuró a tomar asiento a un costado de Monica—. Has conocido a Michael Jackson de pronto, y ella jamás ha tenido la oportunidad. Ustedes saben que Monica lo ha idolatrado y adorado desde que era prácticamente una niña.

—¡No nos lo digas!

Chandler bramó interrumpiéndole. Luego de esta, sí que he estado a punto de partirme de risa.

—Como decía...—Ross aparentó ignorarle—. Cada que Michael promocionaba un nuevo Show aquí en la ciudad...

—¡Donde fuera!—Monica espetó. Parece que alguien había vuelto al presente.

—Claro, claro. Ó donde sea... El punto aquí es que Monica nunca ha logrado asistir a ninguno de sus conciertos, ¿Recuerdan la gira Victory? Monica mandó cientos de cartas al equipo de producción para que le entregaran entradas, pero... Nada.

Busqué aproximarme a ambos, con la cautela que requeriría.

—Lo lamento, Mon—murmuré. Paseé mi mano por su espalda.

—Gracias...

—Perfecto el momento para decir todo esto entonces, porque me han obsequiado seis entradas para asistir a su concierto.

—¿¡Qué dijiste, Phoebe!?

El nivel de volumen de Monica volvió a la normalidad, y sentí mi respiración entrecortarse a la par. ¿Estaban de broma?

Phoebe soltó una serie de risas.

—He dicho que Michael Jackson me obsequió entradas para su concierto... ¡Aquí en Nueva York!

—Phoebe...—Monica inquirió desganada—. Sabes que con ese tipo de cosas no se juega, y mucho menos conmigo.

—Oh, claro—Phoebe asintió divertida. Se revolvió sobre el asiento y comenzó a buscar algo entre su bolso—. Entonces, ¿por qué tengo en mi mano estas hermosas entradas de primera fila que dicen "Bad World Tour" en ellas?

—¡Dios mío! ¡Te amo, Phoebe!—Monica bramó orgullosa, arrebatando las entradas de sus manos a la primer oportunidad.

—Oh, adelante Monica, tómalas.

—¡Vaya, Phoebe!—Ross dijo—. Esto, esto es... Monica no dormirá en absoluto hasta el día del concierto.

Reí al observar la escena. De pronto, todas esas sonrisas me habían tomado desprevenida. Impregnándome con toda esa emoción. ¡Era increíble!

—Nunca he ido a un concierto—Chandler se aproximó—. ¿Me dejas ver las entradas, Monica?

—¿Enserio?... es que... están tan limpias y blancas que...

—¿Quieres que me lave las manos primero?

—No será mucho pedir, ¿Verdad?—ella sonrió. Mientras Chandler se dignaba en sentenciar su bonita mirada.

—¡Genial, iremos con el tipo de los zombis!—Joey se unió en un grito.

—¡No puedo creerlo! El concierto es en sólo tres días, ¡Sólo tres benditos días y podré verlo! ¡Estoy tan emocionada!

Puse mis ojos en blanco sin darme cuenta. Muy bien, parecía que perdíamos a Monica de nuevo. Comenzó a ser demasiado.

—Necesitas distraerte, Mon—Phoebe acudió como si hubiera leído mis pensamientos—. Si no, pondrás crack a esas entradas y no tardarás en aspirarlas.

Monica se burló orgullosa inmediatamente.

—Podría hacerlo—enarcó ambas cejas—, si me estás retando...

Entonces me bufé audiblemente, como si en verdad estuviera harta.

—Chicos—inferí—, ¿Quieren ir al cine?

—Sí, si... vamos.

No pasaron más de un par de segundos para obtener esa respuesta al unísono, y Chandler de entre todos los demás esbozaba más entusiasmo.

—¡Por favor!

Luego de unos minutos, eternos minutos de intentar recordarle a Mónica cómo caminar sin tropezar, los seis salimos de Central Perk dispuestos a intentar disfrutar una película mientras acallábamos los gritos de la señorita Geller. Y bien, haciendo a un lado mis futuras deficiencias auditivas, probablemente le agradecía a Phoebe aquel casual encuentro. Al final, conocer a Michael Jackson no era cosa de todos los días. Y obtener seis entradas para su concierto... bueno, las probabilidades se reducían considerablemente. Quizá debías llamarte Phoebe Buffay para obtener esa clase de privilegios...

Creí entonces haber cantado victoria al momento en el que pisamos la sala de cine. Me equivocaba, como siempre.

—Demonios, Ross—la voz de Phoebe resonó entre todo ese silencio—, no pensé que te pelearías con esa taquillera por la diferencia de precio...

—¡Me estaba cobrando el precio de después de las seis de la tarde, y claramente son las cinco y cincuenta! No iba a permitir eso.

—¡Pero no tenías que amenazarla!—Joey interfirió—. Al menos, le hubieras pedido su número telefónico antes de que ella llamara a Seguridad.

Le fulminé instintivamente con la mirada. 

—¿¡Qué!?—Joey titubeó—. El número era para mí, por supuesto.

A punto de querer responder, más de una persona en el lugar se ocupó de pedirnos silencio.

—Miren—susurré—, ahí hay lugar, vamos.

Nos alineamos al fin y cada uno ocupó su respectivo asiento. No era la fila preferida de todos, y se encontraba bastante cerca de la inmensa pantalla para mi gusto, pero no era aquello lo que me molestaría precisamente a lo largo de la función. Y Monica una vez más me lo había asegurado.

—Rachel, ¿puedes creer que...?

—¡Monica!—Phoebe le reprimió—. La película va a empezar... 

—Gracias, Pheebs—Chandler replicó. Por todos.

Monica refunfuñó a mi lado. Un instante después pareció superarlo y se giró de nueva cuenta hacia Phoebe.

—Y... ¿Cómo es?

—Cómo es... ¿Qué?—Phoebe apenas musitó.

—Ya sabes... Él. Me refiero a Michael.

—¡Demonios, Monica!—Joey dejó de atragantarse con palomitas de maíz por unos segundos—. ¡Cierra la boca!

Pero aquello no pudo importarle menos.

—¿Y bien, Pheebs?

—Oh, pues es... ¿Cómo decirlo? ¿De qué otra forma se evoca a la perfección?

—¡¡¡Oh Dios Mío!!!

La gente volvió a suplicar por la calma. Esa tranquilidad que había abandonado la sala en el momento en que nosotros habíamos ingresado en ella. Cerré los ojos y presioné el puente de mi nariz entre mis dedos, aquello era suficiente.

—¡Monica!—espeté—. ¿¡Podrías callarte!?

—¡De acuerdo!—Ella admitió. Por supuesto no le creí la intención. Volvió a mirar a Phoebe—. Y... ¿le hablaste de mí?

—Pues...

—Monica—Chandler las interrumpió a ambas—, ¿Te das cuenta de que sigues hablando?

—Nadie te habla, Chandler.

Phoebe entornó los ojos un segundo. Oh, no, ¿En verdad iban a continuar?

—Sí, le hablé de ti... se ha sonrojado cuando lo hice.

—¡¡No puedo creerlo!!

—¡Monica!

Un estruendo hizo girar a la multitud. Se trataba de un par de personas disparándose al interior, con pinta furiosa además. Uno portaba una linterna encendida en sus manos, apuntándonos con desdén. La otra, la taquillera de la entrada, señalándonos ansiosa con su índice petrificado. 

Sabía que estábamos en problemas, que la gente no perdería ni un momento más en inculparnos también, y que lamentablemente, esta noche luego de todo, no terminaría con una película. Suspiré, perdiendo mi mirada alrededor.

Esto no terminó de ser perfecto.

Phoebe... Ésa mujer estaba tomando por costumbre llegar intempestivamente para ponerlo todo de cabeza. Como resultado, Mónica apenas era capaz de decir "limpio" sin balbucear. ¡Pero eso era ahora! Después, su voz sería lo único que escucharía. Y después de eso, con un poco de suerte, no escucharía nada.