viernes, 5 de agosto de 2011

Capítulo 2: "Primer Encuentro"

Monica…

La obsesionada señorita Geller era la culpable de que no quisiera escuchar el nombre “Michael Jackson” o la palabra “concierto” nunca más en mi vida… o, en su defecto, a una potencia que no ocasionara daños irreversibles en mi aparato auditivo. Cada treinta segundos, Monica soltaba una lluvia de frases de las cuales sobresalía (obviamente) “Michael Jackson”

Tres días.

Más de una vez pensé que Monica perdería la razón. Más de una vez pensé que yo también la perdería. Más de una vez todo el mundo pensó que ambas ya la habíamos perdido. Monica Geller se preocupaba más por lucir bien en el concierto que en pensar si la chica que le había vendido aquella linda blusa se había lavado las manos antes. H-i-s-t-ó-r-i-c-o.

Al segundo día, habíamos aprendido a hacer oídos sordos a los irritantemente frecuentes chillidos de Monica. Y, para ser franca, un poco (sí, sólo un poco) de su entusiasta espíritu había logrado contagiarme. Al fin y al cabo… ver a Michael Jackson en vivo y a todo color no era tan malo. Cualquier persona con más que aire en la cabeza coincidiría conmigo en que ver ese lindo conjunto de lindos ojos, lindo cuerpo y linda sonrisa… no era, en absoluto, una mala idea.

Desperté con los labios secos y mi tímpano de nuevo a punto de reventar. Monica había irrumpido en mi habitación con el propósito de recordarme la letanía, y de que su sueño por fin, estaba por cumplirse. El día había llegado.

            —...Estoy en problemas.

Phoebe apareció de pronto en el departamento. A juzgar por la expresión abrumadora de su rostro, juraría que ha aguardado a que Monica se recluyera dentro de su habitación para poder entrar.

            —¿Qué ocurre, Phoebe?
            —Bien, de acuerdo. ¿Recuerdas las entradas del concierto de Michael Jackson?

Suspiré entornando los ojos. No podía ser cierto.

            —...No.
            —Bueno, te contaré... —ella replicó más relajada—. Como recordarás, una de mis canciones por fin ha sido grabada en un estudio y...
—¿Sé de las malditas entradas! ¿Qué pasa con ellas?
—Las perdí.
—¿¡Qué!? ¡Creí que Monica las mantenía bajo llave!
—¡Las tenía!—se excusó. Llevé mi índice a la altura de mis labios para indicar que redujera su tono de voz—. Pero como me hartó tanto con su estúpido entusiasmo las tomé... prestadas. ¡Las personas tenemos límites, Rachel!
—Demonios, demonios, demonios—pasé una mano a través de mi cabello—. ¿Ahora qué vamos a hacer?
—¿Hacer de qué, Rachel?

Inmediatamente, Phoebe y yo nos giramos hacia la estancia para seguir el resuene de esa voz. Oh, no. Monica había aparecido.

            —Oh, no, no es nada... —titubeé—. Tan sólo estoy preocupada porque aún no tengo idea de qué usaré para esta tarde.
—Pero, Rach. ¡Sabes que yo podría prestarte algo!—Monica vociferó observándome aún cerca de su habitación.
—Gracias, linda.
—Por nada, ahora vuelvo... ¡Iré por el maquillaje para que me ayudes a alistarme!

Entonces ella volvió a desaparecer ante nuestros ojos, y de los labios de Phoebe y míos brotó un par de suspiros ensordecedores.

            —Tenemos que encontrar esas malditas entradas antes de que ella comience a alistarse, Phoebe.         
—Lo sé, Rachel. ¡Lo sé! Al menos sé que están en algún lugar de mi departamento.
Okay, está bien, tú y los chicos vayan y ¡Búsquenlas!

La puerta se abrió detrás de Phoebe. Por un segundo me olvidé de nuestro plan secreto para girarme y mirar a Ross contemplarme desde el umbral.

            —Hola, chicas—musitó serio, y luego de aproximarse lo suficiente, con sus labios rozó mi mejilla.
—Hola, cariño—repliqué, tratando de que mi sonrisa no aparezca tan desesperada.
—Sí, sí... Hola, Ross—Phoebe intervino de pronto y lo tomó del brazo para alejarlo de mí—. Salgamos de aquí. Cualquier cosa, te llamaré, Rach. Y tienes que asegurarte de que y sólo tú contestarás ese maldito teléfono.

Phoebe se marchó de la mano de un Ross conteniendo un rostro de inmensa confusión del departamento. Luego del portazo, traté de no romper a gritar, de no delatar las circunstancias de las que Monica no debía enterarse ni por error. Iban a ser las horas más largas que pasaría al lado de ella.

Dos segundos después, Monica apareció de nuevo, con las manos llenas de accesorios y cosméticos que tendió por nuestro comedor. Tomamos asiento, y creí apropiado poner manos a la obra de una buena vez. No a la de Monica, pero dí a la de Phoebe; perder todo el tiempo que me fuese posible.

Preparé palomitas de maíz, un par de batidos para ambas, fui al cuarto de baño no menos de cuatro veces, recreé un puñado de estilos de maquillaje en el bonito y relajado rostro de Monica, y aún así, no pareció ser suficiente.

Maldije a Phoebe por milésima vez.

            —Bien—suspiré—, ahora sí estás bien, Mon.
            —No era tan difícil, ¿O sí?

Refunfuñé en mi fuero interno. Ella no tenía ni idea.

            —Oh, cierra la boca—le solté.
            —Oye, y ¿Dónde está todo el mundo? ¡El concierto es en sólo dos horas! Ya deberían estar aquí.

Oh, no. ¡No!

            —Pues no... lo sé, yo... yo...

El teléfono comenzó a sonar, y mis titubeos por fin cesaron. En mi cabeza retumbó nada más que la petición de Phoebe.

            —Debe ser uno de ellos—Monica se puso de pie para acercarse a atender—, ahora me van a escuchar.
—...No, Monica, ¡No contestes!

Ambas salimos disparadas hacia el aparato aún retumbando. Advertí la mano de Monica acercándose aún más, y al arriesgarme a tomar un poco de ventaja, me abalancé sobre mis movimientos, con mi índice rocé el aparato, y un suspiro que sonó más fuerte que el mismo timbre apareció. El teléfono había parado de sonar.

            —Dejó de sonar—luché por sonreír—. ¿Lo ves?

Su mirada me interrogó con ansias en silencio.

¡Rachel...! ¿Rachel, eres tú?...—mi corazón martilleó como loco por dentro. La voz alegre e inconfundible de Phoebe comenzó a sonar. ¿Había accionado el maldito altavoz? ¡No!—. Como sea, ¡Encontramos las entradas! Ya vamos para allá, ¿Está bien? ¡Adiós!
            —¡¿Qué...?!

Si las miradas matasen, la de Monica me tendría ya desplomada en el suelo.

Evité mirarla por un instante, y antes de que ella intentara volver a interferir salí huyendo hacia mi habitación, cerrando la puerta apenas había entrado. Bien, he cumplido mi parte, he hecho el tiempo necesario y ahora Phoebe y los demás vendrían para acá con las entradas. Todo estaba bien ahora, ¿No es así?

Hurgué mi armario para poder ocuparme de mi persona para variar. Opté por tomar un par de pantalones negros y una blusa desmangada de un tono más claro, calcetines y un par de zapatillas deportivas que no sonaban tan mal luego de todo. El Madison estaría repleto de miles de personas, tal vez algunas tanto o más fanáticas que Monica. Sería un tremendo caos. No miré el punto de sobresalir con elegancia.

Recogí mi cabello en una coleta, y como siempre, los típicos mechones cortos de cabello caían alrededor de mi rostro al no alcanzar a ser amarrados por el lazo. Traté de fijarlos un poco, mientras llegaba a mi cabeza la viva idea de que Joey había mencionado la hora a la que volvería de trabajar, pero no podía recordarlo. Esperé a que eso tampoco suponga un problema. Otro más.

Cuando por fin me aventuré a salir de mi habitación, Monica se encontraba varada frente a la puerta principal. Abrió, y los rostros sonrientes de Chandler, Ross y Phoebe deslumbraron frente a nosotras.

            —¡Hola!—ellos dijeron al mismo tiempo.

Ni la más pequeña sonrisa apareció de los labios de Monica. Me aproximé a ellos.

            —¿Listos para el concierto?—Phoebe musitó.
            —Sé lo que hiciste, Phoebe—todos enmudecieron ante la voz seria de Monica. Chandler y Ross se alejaron considerablemente de Phoebe. ¿Seguía enfadada?—. Pero, me he dado cuenta de que nadie aquí ha tenido la culpa.

Suspiré.

            —¿Ah, no?—Phoebe inquirió más tranquila.
            —Claro que no—Monica replicó—, entonces… ¿Qué les parece si nos olvidamos de este asunto y disfrutamos del concierto?
            —Es una idea—Ross agregó con una enorme sonrisa, se acercó lo suficiente y rodeó los hombros de Monica con su brazo.
            —Y lamento si los he molestado con lo del concierto estos días.
            —¿Qué dices?—Chandler se bufó—. Me había olvidado totalmente del concierto.

Inmediatamente le di un pequeño golpe en uno de sus hombros. Si continuaba, iba a darme un ataque inapropiado de risa.

            —Esperen... —Monica se incorporó, observándonos a todos—. Uno, dos, tres, cuatro, cinco... ¿¡Dónde demonios está Joey!?
            —Ah, ¿ya viste?—Chandler lanzó una risita nerviosa—. ¡Encontramos las entradas!

Hubo silencio entonces, y la mirada de Monica volvió a oscurecer. El teléfono sonó, y con un nudo en el estómago me aproximé a atender. Más le valía a Joey ser él el responsable de la llamada.

            ¿Hola...?—musité contra el auricular. Oí titubeos del otro lado.
¿Ya aparecieron las entradas?


No pude evitar dejar escapar la tensión con un gran suspiro. Era Joey.

Si, las encontramos—contesté—, todo va bien.

            —Oh, ¡Maldición!
            —¿Qué? ¿Por qué? ¿Dónde estás?—un respingo de temor se apoderó de mi interior. Me giré hacia los demás, y comprobando que ninguno había despegado su vista de mí, luché por no borrar la misma sonrisa despreocupada (aunque falsa) de mi rostro.
            —¡Aún estoy en los estudios!—él se quejó.
            —Joey, el concierto comienza en una hora.
            —¡Lo sé y lo siento! Lo que ocurre es que no me dejan irme hasta que acabemos...
            —Lo que faltaba—llevé una mano a la altura de mi frente—. Mira Joey, tengo que dejarte, dos taxis vendrán para recogernos y seguro están por llegar… Más te vale aparecer.
            ¡Espera! No...

Terminé la llamada sin darle la oportunidad de terminar. De repente, me recordé a Monica, a su actitud y a su mano firme en todo momento. Reí un poco, nerviosa, y encaré de nuevo a los demás.

            —Joey tendrá que vernos allá, chicos—afirmé, y esperé a que mi voz no sonara insegura.
            —Está bien—Monica asintió.

Antes de siquiera responder, el teléfono había sonado de nuevo. Esta vez, pude sentir cómo mis cabellos se ponían de punta. ¡No podía ser!

            —¿Ahora qué quiere?—gruñí y me aproximé al aparato otra vez, segura de que se trataría de Joey de nuevo.
Permíteme, Rach—Ross me detuvo a medio camino—, yo contesto esta vez.

Tomó el teléfono con una expresión más seria.

Escucha, Joey, sabes lo importante que es esto para mi hermana. Así que si no estás en el Madison en media hora, yo mismo te...—aguardó en silencio—. Ah... de acuerdo, gracias.

Dejó el teléfono sobre su base de nuevo, y al girarse hacia nosotros su gesto se había torcido.

            —¿Qué pasó?
            —Ah... no ha sido Joey—río hacia él—. Ya están abajo los taxis…

Salimos del departamento con una nueva Monica acompañándonos. Una que se había dejado apoderar por la desesperación. Por fortuna, no me tocaría compartir taxi con ella. Me lamenté por Phoebe, el tormento le tocaba a ella.

Menos de media hora tomó para que los vehículos echaran carrera a través de la ciudad. Me di cuenta de que habíamos llegado al mirar por la ventanilla la gran cantidad de personas andando apresuradas por la acera, dirigiéndose a un solo lugar, al mismo que nosotros. Andamos a trancos por la inmensa multitud tendiéndose a nuestros alrededores hasta llegar a una de las taquillas. Al parecer los boletos que, con suerte poseíamos, estaban marcados diferentes, y nos harían evitarnos el cruce por unos diez grupos más de fanáticos atolondrados. Las entradas eran realmente de prioridad.

“Ese Michael...” Pensé.

Advertí nuestros lugares algunos metros frente a nosotros, y andando hacia ellos no he podido evitar perderme en el mar de gente que ya había logrado entrar. Me estremecí al observarles detrás, lanzando gritos al aire a pleno pulmón, algunas lloraban, otras no paraban de sonreír. Carteles, luces, aplausos y la alegría reinaban en el lugar. Era más que real la euforia.

—Entonces, ¿Cuál es nuestro lugar?—la voz de Chandler apenas logró hacer presencia.
            —Son aquí—Phoebe señaló—, “Sección A-11”

Tomamos nuestros asientos a la par, y yo traté de tranquilizarme.

            —¿Escuchan todo eso?—me giré al escuchar a Monica a mi costado, con su mirada inmersa en todas aquellas personas, fascinada—. Todas esas voces, gritando el mismo nombre. Es increíble.
—Lo sé—Phoebe asintió—. ¿Cómo soportaríamos las dos próximas horas?
            —Haré el esfuerzo.

Ross se burló buscando con gracia la mirada aún perdida de Monica. Reí con él.

            —Búrlate todo lo que quieras, Rachel—Monica me reprendió—. Veamos si yo no estoy igual cuando te mire enamorándote de Michael.
            —¿Disculpa?—Ross espetó. No le había hecho mucha gracia el comentario.
            —Lo siento...—Monica se excusó con una sonrisa traviesa.

Una carcajada se escapó de mis labios. Cuando se ponían en ese plan juguetón solía relajarme bastante.

            —Ross sabe que sólo él me interesa—seguí el juego.

Ross me obsequió una sonrisa deslumbrante. Se inclinó hacia mí y pude percibir con una pícara exactitud la manera en que su mirada había descendido hasta mis labios. Me estremecí involuntariamente, pero más que eso, la voz alterada de Joey retumbando nos impidió continuar.

            —¡Chicos, chicos!—me giré, y comprobé que se dirigía hacia nosotros—. ¡Aquí!
            —¡Aquí estamos, Joe!—Chandler alzó y agitó su mano.
            —Oh, gracias al cielo porque...
            —Señor, tiene que irse—nosotros, y una que otra persona más observamos cómo alguien con uniforme de seguridad perseguía a Joey—, no puede ingresar sin una entrada.
            —¡Oh! ¡Oh! Yo la tengo por aquí—Phoebe intervino, y Joey suspiró aliviado.

El sujeto hizo un mohín de desagrado, tomó la entrada de la mano de Phoebe, y desapareció inmediatamente. No sé cómo es que Joey ha logrado entrar hasta acá sin su entrada en primer lugar.

La ausencia repentina de todas las luces hizo que dejara de interesarme, y de todo lo demás. El espectáculo comenzaba, y la euforia aumentó su tamaño millones de veces más. Mi tímpano estuvo al borde de colapsar, e instintivamente me giré para encontrar lágrimas brotando de los ojos de Monica. Cuando recién he podido reaccionar, me percaté de que me había perdido los primeros segundos del espectáculo, pero más que nada, comprender que el sentimiento que brotó del rostro de mi mejor amiga y de las miles y miles de personas detrás era íntegramente genuino, supuse que no quedaba otra cosa para mí que disfrutar. Miré al frente, y me perdí ante ello... tan simple como era.

Michael Jackson.

Ese hombre era in-cre-í-ble. Absolutamente increíble. Y a cada minuto le quitaba un poco de culpa a Monica por haberme provocado posibles daños auditivos al haber gritado a todo pulmón tantas veces ese nombre. Y, bueno… puede que en realidad sí fuese perfecto.

Las canciones pasaban, y aquella sensación de perfección no se borraba. La emoción crecía y crecía, y, al final, terminé gritando tan fuerte como la misma Mónica –aunque probablemente el súper-poder de ocasionar daños auditivos con su voz fuera exclusivo de ella–.

Un haz de luz iluminó el escenario... y después otro. Una chica caminaba con soltura por el escenario, y The Way You Make Me Feel dio inicio. La chica se acercó más… y más… Un beso.

Cuando aquellos haces de luz se volvieron uno sólo… me giré, esperando ver una expresión de sorpresa en el rostro de Monica Geller, pero aquello era mucho peor.

Monica se había desmayado.

            —Monica... ¡Monica!—realicé el vago intento por reaccionar ante el bullicio. Mecí su cuerpo sobre el asiento y di palmadas en sus mejillas. Todo lo demás se convirtió en temor dentro de mí—. Dios mío... ¡Ross! ¡Monica no reacciona!

Ross nos encontró a ambas con la mirada, y su expresión se destruyó frente a mí.

            —¿Monica?—él vociferó—. ¡Monica, despierta!
            —¿Qué ocurre?—Phoebe inquirió ubicándonos.
            —Monica se acaba de desmayar—bramé—. ¡Necesitamos ayuda!
            —¡Ayuda...!

Un hombre de aspecto poco amable se acercó a nosotros, y prácticamente arrancó a Monica de los brazos de Ross. Le miramos sorprendidos un segundo que pareció eterno y echamos a correr tras él. En aquel momento, no di absoluta importancia al beso que se desarrollaba en mitad del escenario.

Incluso con las zapatillas que había escogido, correr no había sido tarea fácil. Pero por Monica hubiera corrido un maratón. Corrí –o, al menos lo intenté– hasta que un guante me detuvo. Sí, un guante blanco, que tendía frente a mí en el pavimento. Lancé una carcajada entonces, mientras lo recogía. Había sido demasiado como para ser verdad. Cuando mi ataque de risa se detuvo, miré al frente… y no había nada más que cientos de zapatos feos, pero ninguno familiar. No estaban. ¡No estaban!

Corrí aún más rápido con aquel patético guante en la mano, y busqué desesperadamente un rostro familiar. Nada. Maldita sea. ¡Nada!... Cientos de enloquecidas mujeres me golpeaban con sus codos, y yo las golpeaba aún más fuerte con un único objetivo: Salir de ahí y encontrar a Monica y los demás.

Y salí. Después de una eternidad, salí. En aquel mar de confusión, visualicé un pasillo, y mi única opción era cruzarlo...

Cuando crucé aquella puerta y me vi perdida en aquella habitación de paredes blancas, entre vendas, bolsas de suero y un penetrante olor a alcohol, sólo tenía una cosa en mente, y respondía al nombre de Phoebe Buffay.

            —Oh, no se preocupen, el concierto acaba de concluir—vislumbré a un hombre trajeado robusto y de estatura baja charlando con ella. Le ignoré mientras trataba de aproximarme lo suficiente a Monica—. The Way You Make Me Feel era el cierre del espectáculo, así que... Aguarda, a ella no la he conocido.

Un silencio se disipó en la habitación, y sentí todas las miradas posadas sobre mí.

            —Oh, lo lamento—Phoebe se giró para encontrarme. Tomando mi mano, haló de mí hasta aproximarme a aquella persona. Pretendí fulminarle con la mirada—. Ella es Rachel, Frank.
—Mucho gusto, Rachel—el sonrió y tendió su mano frente a mí. Tuve que pensar antes de tomarla—. Mi nombre es Frank DiLeo.
—Encantada—apenas pude responder.

Su mirada se dulcificó ante mi respuesta. Observé como entrecerraba sus ojos, aún inmersos en mí, como si tratara de recordarme de alguna ocasión, o de ubicar mi rostro de algún otro sitio. Deseché el pensamiento de inmediato. Era simplemente imposible.

Chandler señaló eufórico a Monica detrás de nosotros y dejé de estrechar la mano de Frank.
            —¡Miren!—vociferó—. ¡Monica está despertando!
            —¿Q-qué...? ¿Qué ocurrió?

Ella llevó ambas manos a presionar con desdén sus ojos cansados, aún permanecía en la camilla blanca. Hice ademán de acercarme a ella.

            —Te desmayaste, Monica—Ross tomó lentamente su mano.
            —¿Qué pasó con el concierto?
            —Acaba de terminar—él prosiguió—, pero tranquila, que aquí lo que interesa es que ya te encuentras mejor.
            —Qué alivio...—me di cuenta de que era la voz de Frank apareciendo de nuevo. Todos nos giramos para encontrarnos con él—. Porque Michael está por venir. Ha creído que ocurrió algo grave.

Tragué saliva.

            —¿¡Quién va a venir por qué!?—Monica vociferó abriendo los ojos amplios. No era la única que se habría alterado.
            —Michael...—Frank dejó una risa salir—. Ha visto que se salieron del área de espectadores y viene para acá ahora.

Monica se incorporó en menos de un segundo, y sin mirar a nadie más se abrió paso al frente. Frank tornó a sus espaldas, y lo último que he podido advertir antes de que el resto de los chicos hicieran casilla aproximándose también, fue una mirada que dirigía a alguien nuevo a su costado, desbordando orgullo.

La atmósfera se convirtió en otra instantáneamente.

            —¡Michael!

Escuché a Phoebe vocear a lo lejos, y me limité a tomar asiento sobre la camilla en la que Monica descansaba. Alcé mi vista apenas un poco, y entre el  muro que formaban los cuerpos de mis amigos ansiosos dando pequeños saltos y regalándome su espalda, creí mirarla abalanzándose sobre alguien frente a ella. ¡No podía ser cierto!

            —¿M-michael...?—Monica chilló.

Escuché una serie de sollozos destrozando su voz y antes de lanzarse también, instintivamente mi mirada se adhirió de nueva gana a mis pies, a mis dedos haciéndose nudo bajo mi regazo.

            —Oh, y ellos son Chandler, Joey, Ross y...

La voz alegre de Phoebe se detuvo antes de mencionar mi nombre, y sentí todas las miradas volviendo hacia mí.

Sentirle aparecer, aunque no fue posible mirarlo con mis propios ojos, me juré a mí misma que sería una serie de segundos que jamás olvidaría. Me pareció raro, irreal, y comprendí que yo no estaba presa de las mismas emociones que miré plasmadas en el rostro de Monica. Pero sí de una especie de curiosidad que no me permitía hacerme indiferente ante SU presencia. Quería contemplarle de cerca, necesitaba hacerlo.

            —Michael, Rachel Green... Rachel Green, Michael Jackson.

Me acerqué, y una voz –en mi aturdimiento, apenas reconocí la voz de Phoebe–, murmuró una presentación, o al menos eso parecía. Él extendió una mano, sonriente, y, por primera vez en su vida, Rachel Green sintió nervios de estrechar una mano. Y quizá no sólo eran nervios, aquello iba más allá. Al final, estreché ligeramente su mano, y sentí su piel cálida chocando con la mía. Inmensa, pues en el momento de haber estrechado su mano, la mía había desaparecido de vista dentro de sí.

            —Hola...

Le escuché aún cabizbaja, y supe que jamás volvería a confundir esa voz con ninguna otra. Cavilé en mi mente por unos segundos, pensando en que luego de esto, alguna persona me preguntaría como había sido él, cómo me había parecido después de mirarle tan cerca. Alcé mi mirada, y supe que faltarían palabras para describirlo.

Sus ojos se encogían y se endulzaron cuando me sonrió. Su sonrisa tímida, con un par de labios enmarcándola como dos pequeños trozos de infinito, y sus mejillas se colorearon de un exquisito tono cálido que me hizo perderme en la forma en que sus pómulos sobresalían de su rostro tranquilo. Pero sus ojos... Entendí que no había sido el café intenso de sus ojos, sino el brillo que observé en ellos, ese brillo esplendoroso que hizo que mi corazón saliera de su cavidad.

Esos ojos... ¿Cómo podría describirlos? Los miré, lo hice y comprendí que lo bello realmente existía, que me dieron ganas de quedarme a vivir en ellos. Comprendí que fueron sus ojos los que me dispararon y su sonrisa la que me mató. Y cuando me quise obligar a mí misma a reaccionar... me había dado cuenta de que aquél había sido el apretón más largo de toda mi vida.

Entendí que nunca debieron encontrarse nuestras miradas; pues sería la perdición.

13 comentarios:

  1. FREAKING AWSOMEEEEEEEEEEE *____________________* SIGUELAA , esta buenisima espectacular =333333

    ResponderEliminar
  2. Waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! *---*!! JAJAJAJAJA me dejaste en intriga D: wooooow
    aw ya quiero el otro capitulo TwT waaaa D:
    aay me encanto!! :DDD

    ResponderEliminar
  3. Está buenísimo este capítulo, me fascinó.

    Sigan así.

    Ivonne Jackson

    ResponderEliminar
  4. D: Ya estaba tardando en aparecer Michael!!! pero valió la pena la espera n___n

    Me encanto el capitulo!! y ya me imagino los celos de Ross ._.

    D: Tienes que subir el que sigue! pero ya!! DDDDD:
    Cuidate mucho, Adios! n.n

    ResponderEliminar
  5. BU-E-NI-SI-MO!!
    Que lindo cap!!!!!!
    Van muy bien! Espero con ansias el proximo!!!
    Gaby.Colombia!!

    ResponderEliminar
  6. Ñaaaa♥, que mono ·w·

    ResponderEliminar
  7. Ahahahahahha yo hubiera dejado a Monica en el piso con su desamyo mientras yo distruto del Michael... digo del concierto! :$ LOL!!!

    Estuvo buenisimo el capi!!!! hahahahahahaha & yo tmbn gritando como loca con Rach & Mon jaja... lo ameeeee!!!! CONTI!!! :D

    ResponderEliminar
  8. aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhh me encanto el capitulo!!

    ResponderEliminar
  9. JAJAJAJA que bueno XD como es posible que guarde las entradas en el refrigerador? O_O yo guarda mi entrada del musical forever king of pop entro del armario pero bueno XD pobre Monica... a mí me pasaría lo mismo y mas si beso que alguien besa a Michael XD subid pronto ^^ por cierto ya me hice seguidora, espero que vosotras también lo hagan ;-)

    ResponderEliminar
  10. ESTO NO SE VALE D:!el blog asta borra mis comentrios ta ya me deprimi D:!.Ahora si a lo mio.
    Ya dije que Phoebe me hace acordar a mi e.e!xD(?
    EN REFRIGERADOR D:! EN EL REFRIGERADOR , yo lo guardo adentro de un calsetin pero EL REFRIGERADOR .____________.! tan no dire mas nada D:! trauma infantil D:!(?xD!. ._. la chica(tatiaanau.u) que beso a michael grite D:!XDme cago y grite la odie D:! y la Monica D:! se desmalla y la bien conchuda puede ver a michael D:!! y le dice te amo XDD!! y me cague de la risa XDJJAJAJAAJJAJAJAJAAJAJAJAJJAA

    Monica: ¿¡Oyeron eso!? ¡¡¡MICHAEL ME AMA!!! :D … Necesito recostarme ._.

    *-*!!! AMOOO ESTA NOVELA SIGO DICIENDOQ UIEN FUE DE HACER ESTA IDEA =D!*_*! MESCLAR FRIEND CON MICHAEL *_* ES UN GENIA O GENIO.-.!


    SAAYOOONARAA=DD

    ResponderEliminar
  11. Genial! Aww esta nove esta super divertida y genial!

    ResponderEliminar
  12. ‎:O Dios! Hahahahah Esa Monica! Michael la ama!! ♥ :3 Esta loca esa muchacha. Michael siempre tan adorable *-* Me rei demasiado Haha! Me encanta tu novela! Siguelaa

    ResponderEliminar
  13. wow está padrísimo, síguela!

    ResponderEliminar

Just Good Friends (Novela inspirada en Michael Jackson) © , All Rights Reserved. BLOG DESIGN BY Sadaf F K.