Punto de Vista múltiple.
Ansiedad
con silencios; un nudo en la garganta, es eso lo que sentí.
—…Michael—insistí—,
esto ya es bastante difícil para mí. No lo hagas aún más… Por favor, dime algo,
lo que sea…
No
logré que volviéramos a mirarnos el uno al otro, dolorosamente. Aunque al final
lo agradecí. Si no había posibilidad de que su rostro perfecto y lívido me
distrajera, aún no había por qué temer.
—¿Mich…?
—…¿Fue por mí?—me interrumpió, en un
tono seco y severo.
No
pude evitar más que quedarme petrificada frente a él.
—¿Disculpa?—me estremecí.
—¿Ha sido por mi culpa? ¿Terminaste
con Ross por mi culpa?
Llevé
ambas manos a la altura de mi cabeza, exhausta, harta de que esa maldita
palabra saliera a relucir.
—¿¡Por qué demonios todo el mundo lo
llama “Culpa”!?
—No lo sé, Rachel no lo sé—murmuró
con la mandíbula tensa—. Sólo… contéstame… ¿Ha sido por mí?
Había
preguntas que tienen el poder de cambiarlo todo en segundos. Pueden ser
preguntas grandes o preguntas pequeñas. Aquella, en particular, era enorme. No
por su tamaño en letras, sino por la respuesta que yo debía dar.
Y
aquella respuesta iba a ser una de las más difíciles de mi vida. ¿Qué se
suponía que le dijera? Lamentablemente, la conversación que había planeado no
incluía aquella pregunta. Y su respuesta podía convertirse en una bomba
nuclear.
--Rachel,
no lo arruines. Sé amable. ¡Es fácil!—
Seguro…
Guardé
silencio, bajo el escrutinio de su mirada y, de una vez por todas, traté de
concentrarme en algo que no fuera él.
—Yo… quiero pensar que no fue así.
—¿”Quieres pensarlo”?—espetó. El
cambio de ánimo que había sufrido aún me hizo morir de terror—. ¿Entonces sí lo
fue?
—Dios, Michael…—suspiré, mirándolo
con dificultad—. No sé… no lo sé, de verdad… Sólo Ross cree que sí.
Negaba
con la cabeza y se dio media vuelta para darme la espalda, bufándose, como si
le hubiera dicho el peor chiste de todos.
—...No puede estar pasando esto.
—¿De qué hablas?—titubeé, y él
volvió a girarse hacia mí.
—¡Esto!
Esto era lo último que quería que sucediera, Rachel… Que por mi culpa terminara
tu relación con Ross. ¿No logras entender?
—¿Y por qué, Michael? ¿Por qué no
querías que sucediera?—pregunté con toda la seguridad que me fue posible
mostrar.
Su
silencio, el modo en que pareció meditar su respuesta por unos segundos, fue lo
que originó esa punzada de dolor por dentro, el insoportable nudo de mi
garganta.
—Tenía… miedo—masculló, pero no me
miró.
—¿Miedo? ¿Miedo a qué?
Se
alejó de mí entonces. Y yo tragué saliva, intentando no romper a llorar.
Él
me dio la respuesta que jamás busqué.
—Espera…—susurré, e instintivamente
me encontré señalándolo con mi índice—. No, no puede ser eso…
—…Dios—susurró inaudible.
Sepultó
su rostro entero detrás de sus manos mientras continuó lamentándose. El corazón
comenzó a martillarme como loco. No podía ser. No había lugar a lo que yo
estaba creyendo.
—Michael, Michael mírame...—le
llamé, y de donde he tenido las fuerzas para hacerlo, lo obligué a bajar las
manos de su rostro.
—Rachel…—susurró, cediendo.
—¿Es... cierto?
Y
marqué una dolorosa pausa, en la que su hermoso rostro mostró vulnerabilidad.
—Michael… ¿Lo es?
—Yo… creo que…—el trastabille de su
voz paró, y sus benditos ojos se iluminaron frente a mí, como si de pronto
hubiese recordado algo importante—. Espera, estás diciendo que no sabes si ha
sido por mí que terminaste con Ross.
—No me cambies la pregunta, Michael.
Suspiré,
intentando ocultar el enfado por haber evitado contestar a mi pregunta.
—Rachel, por favor. No estás segura
si fue por mí… ¿Cierto?
—¿Qué con eso?
—¿Por qué no estás segura?—se
enderezó, y por un instante permaneció firme.
Estaba
tan cabreada, sintiéndome tan insignificante por confesarme ante él, que apenas
pude moverme.
—Porque…
No sé qué es lo que estaba sintiendo. O lo que pasó estos últimos días… no sé…
Se
tornó serio. No era la respuesta que él estaba buscando, seguro. Pero no me
importó.
—¿Responderás mi pregunta?—bramé.
—…¿Por qué estás tan interesada en
saberlo?
—¿Por qué estás evitando
contestarme?
—Porque... no sé si realmente
quieras saberlo, Rachel.
—No veo por qué otra razón estaría
preguntándotelo.
Ambos
resoplamos al mismo tiempo, y su mirada se estrelló contra el suelo.
—...Bien—susurró, tendiendo la palma
de su mano abierta frente a mí.
Yo
estaba agotada, y él también. La ansiedad, cada pequeño atisbo de nervios se
sintió entre ambos. A cada insoportable segundo en que evitó mirarme, cada
suspiro lastimoso, cada latido agresivo de mi corazón, y cada maldito segundo
que se prolongaba más en soltar su respuesta.
—Yo
he... Yo he estado sintiendo... Maldita sea, ¿Cómo podría decírtelo?
Y
calló, mientras mi aliento se detenía entre mi garganta. Me estaba volviendo
loca. Quería saberlo, y tanto como no lo quería también.
—No
ha pasado ni un día, ni uno sólo desde que te conocí, en el cual no hayas
estado en mi mente. Cuando te conocí jamás pensé en que un sentimiento tan
grande pudiera crecer en mi, y mucho menos hacia ti. Pero así fue.
Un
dolor agudo en mi estómago, y entonces, el suelo perdió firmeza bajo mis pies.
Todo perdió sentido y también todo lo volvió a tener. Pero aquello simplemente
no podía ser cierto.
Su
mirada se dulcificó, y el corazón se me volvió a derretir.
—¿No dirás nada?—susurró, y pude
darme cuenta de que lo que justo acabó de decir, le lastimó tanto el sólo
decirlo como a mí el sólo escucharlo.
Rogué
que mi cordura no me abandonara.
—Es que no puedo creerlo…—murmuré,
con mis ojos recorriendo la rutilante habitación. Buscando por algún sitio en
el que, habría millones de posibilidades de caer encima si la presión dentro de
mi pecho y cabeza continuaba atormentándome así.
Así
deseara que sólo y tan sólo sus brazas atraparan mi cuerpo. De nuevo.
—Dudé...
Te juro que lo hice—su voz me dejó saber que aún no era momento para responder—.
Dudaba en decirte la verdad sobre esto, sobre lo que siento. Todo por ese
maldito miedo de poder quedar como un completo…
—...No digas eso, Michael—no quise
permitirle continuar. Y mientras aguardó, paciente y en silencio, sentí que era
hora de hablar—. No puedes... si no imaginas lo difícil que sería para mí.
—No comprendo.
Le
miré, con un nuevo nudo en mi garganta por lo que estaba a punto de hacer.
—No
es nada fácil, Michael—continué, y negué involuntariamente—. El sólo mantener
una relación con alguien que al parecer no le importa un demonio arreglar las
cosas cuando estás teniendo sentimientos por otra persona. Y más... Enterarse
que esa otra persona, ha estado... sintiendo los mismos sentimientos que tú.
Palideció,
y advertí que tuvo intenciones de hablar en el mismo instante. Decidí ignorarle.
—Michael,
yo ya... no puedo con todo esto… No. Tengo que arreglarlo—no pude mirarle más—.
Escúchame, sí. También tenía miedo de esto… De tan sólo pensar que tú te
sintieras de la misma forma que yo me siento. Así que, ¿Qué te puedo decir que
no comprendas ya? ¿Quieres que lo diga? Bien, sí... Siento algo por ti y... me
enamoré. En cada día lo sigo haciendo.
—Rachel…—me cortó, y tuve que
agradecer el que lo haya hecho.
Repetí
una y otra y otra vez las últimas palabras que acabé de sentenciar mientras sus
ojos atolondrados continuaron chocando con los míos, y llegó a mi cabeza.
¿Pero
qué mierdas estaba ocurriendo conmigo? Se lo estaba diciendo todo. Me estaba
confesando sin ningún tipo de ataduras y turbada como nunca antes. Y justo
ahora, que he tenido que ir a olvidar lo indecible. La razón por la que aparecí
en el lugar en primer lugar.
No
podía seguir.
—…En
cuanto venía para acá… Me topé con Ross…—proseguí, y me obligué a mí misma a no
poner atención a sus ojos, o a sus labios esta vez. Aunque la pura mención de
ese nombre, pareció hacer el trabajo por mí—. No quería que él se enterara de que
venía para acá a hablar contigo. Pero lo ha hecho… Se fue aún más triste y eso
simplemente me destrozó. Estaba a punto de darme por vencida y no venir, pero…
Tenía que hacerlo. Decirte que ya no puedo… Que tengo que arreglar las cosas
con Ross.
La
forma en que me miró me cortó el aliento, pero él no iba a tener que preguntar
de nuevo.
—Y creo que sí... Has tenido algo
qué ver para que quisiera terminar con él.
La
turbia imagen de su sonrisa destruida continuó inundando mi mente.
—¿Qué me estás diciendo, Rachel?
Le
miré con desesperación un terror manifiesto en su par de lagunas marrones. Me
prometí, desde ese mísero instante, que me odiaría ahora, y a cada segundo, el
simple hecho de hacerle sentir así.
Sentí
cómo punzaban mis ojos, cómo la necesidad una sóla lágrima era cada vez más.
Pero no podía hacerlo. Él, de todas las personas, no podía verme llorar.
—Lo
que trato de decirte es… que creo que ya no es buena idea que nos sigamos viendo.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Sólo
me estoy lastimando, nos estamos lastimando con todo esto…—mascullé, evitando
encontrarme con él de nueva gana, al mismo instante en que tuve toda intención
de girarme sobre mis talones para darle la espalda.
Cada
palabra que solté con mi voz rota y mis ojos cristalinos significó un segundo
menos que yo debía gastar ahí.
—Rachel,
espera...—bramó. No tomó más de eso para buscarlo—. No puedo creer lo que me
estás diciendo. Te digo que siento cosas por ti y me correspondes. Después… ¿Me
prohíbes verte? Es increíble.
—Michael,
no te estoy prohibiendo nada. Sé que esto es lo mejor para los dos. O,
podríamos vernos, pero…—aclaré mi garganta, pensando en qué decir para hacer de
esto menos duradero y doloroso, aunque ya me encontrara gritando y maldiciendo
por dentro—. Será mejor que lo hagamos cuando haya arreglado todo con Ross…
—…No, Rachel—espetó, con la mirada
severa.
—¿Qué?
Entreabrió
la comisura de sus labios con toda intención de hablar, pero terminó sólo
bufándose frente a mí, agresivo. Como si estuviese realmente harto.
—Olvídalo…
¿Sabes? Olvida todo lo que acabo de decir… Olvida que te dije que siento algo por
ti. Que incluso me he… Olvídalo todo, ¿Bien? Tienes razón… es lo mejor.
—Michael, no puedo hacerlo, ¿Cómo
quieres que olvide…?
—...Y si no podemos ser amigos
entonces, ¿Cuál es el maldito punto?
Sus
ojos se volvieron sombríos. Me dolió, supe que nos dolía a ambos.
—Yo no quería que esto terminara así.
—L-lo siento tanto, Michael... yo…
Susurré,
al mismo tiempo que mis ánimos intentaron acercarme hacia él. Sintiéndome
fuerte, y que de nuevo podía respirar. Todo sucedía terriblemente rápido; un
paso, otro, y al final, el aliento me abandonaba al notar que me había evadido.
—...Tengo que seguir
trabajando—evitó mirarme.
Se
me entrecortó el aliento.
—Sí,
bueno…—suspiré, haciéndome la desentendida. O pensando en una forma de salir lo
más pronto posible, y evitar que él pudiese verme llorar—. Es mejor que me
vaya. Sólo… cuídate mucho, ¿Sí?
Pero
no respondió.
Bien…
Aquello no había salido precisamente como lo esperé… ¡Pero Michael no tenía que
ser tan difícil!... Y, repentinamente, la puerta parecía muy lejana. Aquellos
iban a ser los 10 pasos más difíciles de mi vida… ¡Pero Michael tenía la
culpa!...
Y
si cruzaba esa puerta sería para no verlo más. Ese podía ser el mayor error de
mi vida…
Infantilmente,
mientras caminaba, en mi mente buscaba una razón para darme la vuelta y
arreglar las cosas. Y luego, Michael me la dio…
—Rachel, espera…
Me
giré, lo hice antes de que pudiera asimilar su voz dentro de mi cabeza.
—…Sí.
—Quería darte algo.
—¿Qué?
Revolvió
serio un puñado de papeles de diversos formatos que tendían sobre el
escritorio, y yo lo observé paciente, odiando cada resquicio de indiferencia
que me lanzó.
—...Toma—dijo, tendiendo unos
papeles hacia mí.
—¿Qué es esto?—los tomé, aún
fulminándole con una mirada impregnada de duda.
—Son la ofertas de trabajo, para
Joey. Te lo he mencionado antes.
—Oh, no, Michael…—negué, tratando de
tenderlas de nuevo hacia él. Debía ser una broma—. No tienes que hacer eso por
mí… Yo le puedo explicar a Joey que…
Se
rió sin más, y yo no pude si no cortar mi habla.
—¿Y
qué te hace pensar que lo hacía por ti?—espetó, con la arrogancia tendiendo de
la punta de su lengua—. Estaba ayudando a Joey, solamente. Ya te lo había
dicho.
Enmudecí,
simplemente. Mi corazón ya se había estrellado contra el suelo.
—…Claro.
Tomé
los papeles, y sin siquiera volver a mirarlo a los ojos, giré sobre mí misma y
salí de ahí por fin.
Al
salir de la oficina, Frank aguardaba por mí, con una sonrisa que no pude
corresponder.
—¡Rachel,
hola!—se aproximó. Con cuidado, me apresuré a cerrar la puerta detrás de mí, en
mi intento por evitar que él se diera cuenta de la situación—. Qué gusto verte
de nuevo.
Froté
uno de mis ojos con fuerza para disimular, y al mismo tiempo en que me empeñaba
por controlar el tambaleo en mi voz, caí en la cuenta de que Phoebe no se
encontraba cerca.
—Frank,
hola. Am…—titubeé con mi voz entrecortada. Aún era evidente el trance—. ¿Dónde
está Phoebe?
—Oh,
lo siento—se quejó—. Me pidió que te dijera que tuvo que irse. Espero no te
moleste. Escucha, quizá Michael quiera llevarte a tu casa, o…
—...No, no—le corté en cuanto pude—.
Olvídalo, puedo irme sola. Descuida.
—De acuerdo… y, ¿Rachel?
—Sí.
—¿Estás bien? Te noto algo… extraña.
Algo
extraña, inmensamente triste. Deshecha, para variar.
Luché
por dar un aire de indiferencia.
—No,
no es nada…—le aseguré, y mis ojos se pasearon por el reloj que tendía encima—.
Escucha, ya es algo tarde. Será mejor que me vaya si quiero encontrar pronto un
taxi.
—Ah, claro—me obsequió una sonrisa
fraternal, y se lo agradecí eternamente.
—Adiós, Frank…
—Adiós,
Rachel—alzó su voz, al cabo de mis pies comenzando a andar—. ¡Espero verte
pronto de nuevo!
Y
me marché. Me fui con un nudo enorme en la garganta, sabiendo que yo jamás
regresaría.
Salí,
y, repentinamente, todo me pareció más gris que de costumbre. Phoebe no estaba
ahí, Michael tampoco, y mucho menos Ross. Comencé a creer que estaba por
convertirme en una experta en acabar con las relaciones personales.
Miré
atrás y encontré la puerta del estudio cerrada. Imaginé a Michael metros más
allá. En mi mente, seguía enojado, y era mi culpa. Luego, imaginé a Ross. Él
también estaba enojado… y también era mi culpa.
Decidí
entonces que debía arreglar las cosas. Pero primero, debía asimilar el hecho de
que, para ello, no debía volver a ver a Michael. Y aquello era lo más doloroso.
Sin embargo, debía hablar con Ross, debía arreglar las cosas con él. Sólo
esperaba que no resultaran igual que con Michael. En aquel instante, en
que comprendí que no tenía idea de cómo reparar los daños, sentí… frustración,
dolor e impotencia. Maldita sea, estaba llorando.
((Aquí
voy…)), pensé. Y lo peor, es que no sabía a dónde.
******
—Muy
bien, Ross. Ya me estoy hartando de todo esto, ¿Sabes?—Emily se mesó los
cabellos por enésima vez antes de dar otro sorbo a su cerveza. Y por enésima
vez, apenas y la había escuchado. Molesta, me parecía diez veces más linda—.
¡Tienes que animarte! Escucha, si Rachel le estuvo dando más importancia a ese
tipo Michael que a ti, que eras su novio, no veo por qué tú eres el que estaba
suplicando que te perdonara…
"Ese tipo Michael..." Me repetí, y
se me salió una carcajada que se estampó contra la barra de servicio del
lugar.
La
impresión que se va a llevar cuando se entere.
—Lo
que pasa, Emily, es que ella me pidió confianza, incontables veces. Y yo no se
la he dado... Es más, me pregunto por qué no terminó conmigo antes.
Muy
bien, aquello había sido el alcohol hablando.
Ella
se bufó, harta.
—Dios,
Ross… Escúchame… No es tu culpa, ¿De acuerdo? Si yo hubiera sido tu
novia…—aguardó mirándome. Hubo un instante en que juré que sus mismas palabras
le habían hecho enmudecer—. Hubiera entendido que es normal que te sintieras de
esa forma, con celos, o como quieras llamarle; de otra manera, me hubiera
preocupado, pensaría que no te intereso… Lo que tienes que hacer es sólo…
dejarlo pasar, ¿No te das cuenta?
La
contemplé, como buscando esperanza en su mirada.
—Te
estás lastimando solamente…—continuó, y con una sonrisa que apareció de pronto,
provocó un leve tintineo al chocar su bebida contra la mía—. Te diré algo;
olvidemos a Rachel por esta noche, ¿Quieres? Fíjate en una persona que de
verdad le importes y… que te valore…
Y
se acercó, peligrosamente, a adentrarme en la penumbra. Mis ojos estuvieron
concentrados en la cercanía de su mirada, y mi piel al calor que su cuerpo
irradió. Me obligué a reaccionar, como fuese.
—...Emily—titubeé,
cayendo en la cuenta de que ella se había sonrojado—, no creo que…
Un
bufido familiar sonó a mis espaldas, y tan pronto como me apuré a dar un buen
trago a mi cerveza para disimular, me di cuenta de que Joey y Chandler ya se
hacían la tarea de acercarse a nosotros.
—¿Chicos? ¿Qué hacen aquí?
Una
risa nerviosa se me escapó mientras me incorporaba sobre mi asiento. Y tan sólo
Chandler nos lanzó una mirada sospechosa.
—¿Tú
qué diablos estás haciendo aquí?
—¡Sí!—Joey
se le unió bufándose con desdén—. Creímos que estarías con Rachel ahora y… ¿Quién
es ella?
Señaló
a Emily, pasmado frente a mí. Chandler se limitó a torcer el gesto y a
aguardar.
—Oh,
sí… lo siento—simulé darme un pequeño golpe en la cabeza para romper el hielo—.
Emily, ellos son Chandler y Joey… son amigos míos. Chicos, ella es Emily. Amiga
de la infancia, solíamos ser vecinos hace unos años.
—De hecho, Ross...—ella repuso, al
tiempo que ya estrechaba la mano de los dos—. fue hace más de diez años.
Sonreí,
pasmado por la idea, y me refugié en las miradas perdidas de mis amigos.
—¿No es genial que ella haya
regresado después de tanto tiempo?
—Sí,
sí que lo es, amigo—Chandler asintió amable—. Bueno, dinos qué demonios sucedió
con lo del asunto con Rachel.
—Vamos, ni lo menciones ahora—espeté
antes de ruborizarme. No era el momento, ni el lugar, ni mucho menos la
compañía correcta.
—Oh, Dios…—Emily soltó entre todos
nosotros—. ¡Gracias!
Sonó
más a desahogo que a agradecimiento. Joey lanzó una risa incrédula hacia ella.
—Ah... ¿Conoces a Rachel?
—¿Que
si la conozco?—le reprochó—. Pues no en persona, si es a lo que te refieres. Pero
estas últimas horas he sabido más de ella que de mí misma, gracias a Ross. Y ese
tipo, Michael, del que tanto me habló también debe estar feliz por haberse
robado a Rachel, ¿no?
Negué
para mí mismo con fastidio al darme cuenta de que me había tomado el último
sorbo de mi cerveza.
—Yo no lo llamaría robo...—admití—.
Tal vez yo cedí a Rachel con mis estupideces.
Hubo
un silencio incómodo luego de mi alegación. Pero no era como que me importara, o
afectara en lo absoluto. Emily, la música del lugar, y la pesadez que produjo
el alcohol en mí lo facilitaron ya de por sí.
—Ah, Ross...—Chandler se me acercó—.
¿Me acompañas a traer algo de beber?
—…Claro—asentí a la par, y le lancé
una última sonrisa a Emily—. Ahora volvemos, chicos.
—Claro—musitó, devolviéndome la
sonrisa.
Con
Chandler, me acerqué hacia el sitio en el que todas las personas del bar
ordenaban sus bebidas. Por suerte no había una fila de espera larga, y mientras
me ocupaba de no pensar en la sed, o en la seriedad de la mirada de Chandler
plantada sobre mí, cogí una carta de una de las mesas por las que rodeamos
nuestro recorrido. Miré vinos, botanas, y postres, aunque ya tuviera más que
claro lo que yo iba a ordenar.
Ahora
sólo a buscar una razón para evitar que Chandler me dijera lo que estaba
seguro, moría por decirme.
—¿Puedes
creer lo caro que están las bebidas aquí?—titubeé, aún recorriendo mi vista por
el menú que sostenía en mis manos. Y era cierto, maldición.
Él
me arrebató la carta de las manos, haciendo que le observase completamente
aturdido.
—Ross,
deja de decir tonterías y dime qué demonios pasó con Rachel… ¿Por qué estás con
tu amiga, “Emily”?
Me
molestó la forma en que usó comillas flotantes al mencionar su nombre, y pude
tener todas las intenciones de reprenderle, pero por mucho, igual comprendía su
desconcierto.
Chasqueé
mi boca y me quejé, completamente derrotado.
—...Sí,
he ido con Rachel al departamento—confesé, y como me resultó imposible, luché
por no recordarlo—. Traté de arreglarlo, de volver con ella. Pero en cuanto
llegué…
—¿Ajá…?
—…En
cuanto llegué, ella iba de salida… Iba al estudio a hablar con Michael…
Miró
al vacío, como si no pudiera terminar de comprender. Lo logré.
—...Ella
es increíble—seguí, excusándome—. Justo después que me pide un “descanso”, lo
primero en lo que piensa es en ir a ver a Michael.
—¿Y le preguntaste para qué iría con
él?
La
fila avanzó, y deseé no haber escuchado esa maldita pregunta salir de su boca.
—¿¡Lo hiciste!?
—…No. Pero, ¿no es obvio? Fue a
decirle que ella quiere estar con él.
—Dios
mío, conoces a Rachel desde hace años y parece que no sabes ni una maldita cosa
sobre ella. ¿En verdad crees que ha ido con Michael a eso? ¿Que se olvidó de ti
tan rápido?
—No
lo creía hasta que Emily me explicó que…
—...Aguarda—me
cortó.
Le
contemplé frunciendo el ceño por su decisión de hacerme callar de pronto,
aunque ni siquiera hiciera falta realizar la pregunta. Me tomó del hombro, y me
hizo girar sobre mis talones sólo para hacerme mirar que Joey ya se encontraba
aproximándose hacia nosotros junto con Emily dibujando una expresión de asombro
inexplicable tomando posesión de su rostro entero.
Pero
lo que me preocupó fue la mueca de disculpa que Joey nos lanzó.
—Es una broma, ¿Cierto?—ella bramó.
Para cuando le quise contestar con otra pregunta, Chandler nos hizo olvidarnos
de la fila en la que aguardábamos cuando el bulto que ocupamos dentro de ella
se hizo más grande.
—¿Qué es una broma…?—inferí, con
Chandler a mi lado mirándola igual.
Se
rió echando la cabeza hacia atrás.
—¿Michael
Jackson? ¿De verdad?—azotó ambos brazos hacia el frente—. ¿La persona con la
que Rachel ha estado saliendo es Michael Jackson?
La
sangre se me heló.
—¿Ross no te lo dijo?—Chandler la
observó extrañado a ella, y a mí, con no más que desprecio.
Me
sentí como un niño que estaba siendo regañado por su padre. ¿De qué otra forma
podía arruinar lo que quedaba de la noche?
—...Creo que lo olvidé, Emily—siseé
despistado, sin poder mirarla.
—¡Por favor! ¿Cómo puedes olvidar
decirme una cosa así? ¡Es Michael Jackson!
—Sí, bueno...—Chandler intervino
tranquilo—. También él es una persona normal así que…
—¡Imagina las posibilidades de
enamorar a alguien como él!
Ella
alzo su voz tanto como la música rodeándonos se lo permitió. Y fue suficiente.
Me hizo falta alcohol, me hizo falta Rachel, me hizo falta no sentirme como una
mierda y ser capaz de olvidarme de todo por una maldita vez en mi vida.
Se
suponía que Emily sería eso para mí. Una razón para no lastimarme, disfrutar. Y
la estaba perdiendo.
—…L-lo siento, Ross… No he querido…
—...No, no—le tranquilicé—, no
importa ya.
Chandler
soltó un enorme suspiro y aplaudió de una.
—...Bien.
Por lo visto, la incomodidad se siente al máximo en este aire, así que… iré a andar
por allá.
—¡Espera!—escuché a Joey también,
cada vez más lejos antes de poder reaccionar—. ¡No me dejes...!
Una
mano delicada se paseó por la superficie plana de mi espalda. El roce, fue
sútil, suave, pero necesario.
—Me
sobrepasé con ese comentario…—ella musitó, ansiosa y con su voz temblando, alcé
la vista y me encontré con los ojos más tiernos que ella me pudo dar—. Y mira
lo triste que estás ahora… Vamos, ven a bailar…
—...No, no—le detuve, al percatarme
de que ya halaba de mí—. Estoy bien así, gracias.
—¡Vamos! No tienes que sonreír, sólo
bailar.
—No, Emily… no me siento con ganas
de bailar, sólo quiero tomar algo.
—...Muy bien.
Se
mordió el labio de forma fugaz y me tomó de la mano sin pedirme permiso alguno
para dirigirnos de vuelta a la barra de servicio. Se aseguró de que había
tomado asiento, y ella tomó el suyo a un lado de mí, mientras alzaba su mano
para llamar la atención del camarero más cercano.
—Mesero—espetó, segura—. Dos
cervezas más, por favor.
Sonreí,
con lo a gusto que me sentía de sólo percibir que todo transcurría en cámara
lenta.
Pero
no sólo fueron dos cervezas. Fueron más, todo fue más. Tanto, que aunque de un
momento a otro, me diera la sensación de que las cosas giraban a mi alrededor,
mis brazos se inmovilizaban y mis rodillas temblaban, todo pasó de significarse
una simple salida a algo que no quería que terminara nunca. Emily de pronto
hacía de mi atmósfera un ambiente seguro de nuevo. Sin miedos, sin
inseguridades, sin temor de llegar a arrepentirme de algo. Me hacía reír,
incluso con lágrimas; me hizo hablar sin siquiera provocar que los nombres
Rachel o Michael salieran de mis labios, me hizo sentir que todo estaría bien
de nuevo, que las cosas por fin caían en su lugar. Y mientras ambos
escuchábamos la mejor lista musical que ambos pudimos presenciar, “With or Without You” de U2 sonó, y mi cuerpo amenazó con
comenzar a vibrar.
—…Me gusta esta canción—murmuré, con
mis yemas heladas de la fuerza con la que sostenía mi cerveza.
De
un brinco, ella saltó de su asiento.
—Ey,
prácticamente ya estás bailando—me sonrió, a estas alturas sus labios
extendiéndose de esa manera, me provocaban a buscar todavía más—. ¿Por qué no
lo haces en la pista?
—Oh... no, no—me erguí, evitando que
me hiciera ponerme de pie.
—¿Qué?—desistió—. ¿Estás casado o
algo?
Escuchando
zumbidos dentro de mí, no pude sino reír. La idea fue peligrosa.
—...Porque no habría problema,
¿Sabes?
En
ese preciso momento el volumen de la melodía aumentó su intensidad, y yo sacudí
de mi ser todo aquello que no me permitía ponerme a bailar. Era una noche
hermosa, un momento perfecto con la mejor compañía que podría tener. Y sí, quería
bailar con ella.
Sus
manos rodeando mi cuello, las mías su cintura, sus labios peligrosamente cerca
de mí.
Seguí
sintiéndome incompleto.
—¿Aún no sonríes?
Suspiré
al cabo de sentir la forma en que sus brazos se aferraban incluso más a mí,
sintiendo esa terrible familiaridad que provocó. Una sonrisa seductora se le
escapó y esa arruga que se le hacía en la comisura de sus ojos cansados. Era
bellísima en verdad, y me incitaba más a cada segundo el cómo ella estaba al
tanto de eso.
Mirar
sus labios fue lo que me destruyó.
—Y-yo...
Y
me besó. Rozó sus angostos labios con los míos, ansiosa por más.
En
el mismo instante me aparté, preso de un reflejo ensordecedor. Y mientras ella
me contemplaba expectante, la sombría mirada de Rachel se dibujó en mis
pensamientos. Dura, molesta y con los ojos humedecidos, como la última de sus
expresiones que pude recordar, con su voz azotándose contra mí, reclamándome
algo que yo no había hecho mal, sino que sólo accioné como prueba de mi amor
hacia ella. Y tan sólo me había dejado ahí, a rienda suelta, y dejándome en
claro que iría con Michael tan pronto como le fuera posible.
Entonces
comprendí lo bien que el beso de Emily se sintió. Y sin aguardar, volví a
perderme en sus labios humedecidos.
Todo
ocurrió tan rápido, tan fugaz. Las luces del lugar ahora fueron los infinitos
faros de la ciudad, el frío se acentuó, su mano ahora tomaba la mía, la música
de pronto se convirtió en el sonido del tráfico que se prolongaba de camino a
mi apartamento y las ganas de seguir ahogándome en su roce se transformó en el
deseo inevitable de llegar sólo desnudarle, que suene uno de mis cd’s mientras
mis labios se estampan en su cuello, mis manos en sus caderas y mi sexo en su
posterior anatomía. Que mi boca le regale besos, y pequeñas mordidas, que mis
manos le regalen un recorrido por toda su piel, para que así mi cuerpo entero
le regale el placer del que sé que ella desea deshacerse.
Todo
sin dejar de pensar que, si Rachel ha podido olvidarme, ¿Por qué yo no?
*****
—No puedo creer lo que has decidido.
La
voz de Frank me sonó más molesta que antes. Y para nada, pues no había hecho
diferencia alguna. Fiel a mi promesa, no hablaría de ello. No la mencionaría a
ella, no la pensaría, ni diría nada que pudiera incitarme a admitir que había
arruinado todo de nuevo.
Continué
empacando, y luché por ignorar cómo refunfuñaba a mis espaldas.
—Regresar.
Volver a California es una cosa. Pero, ¿Cancelar la canción que estabas
trabajando?—le oí más de cerca. Para ese momento ya se me hacía una tarea
insoportable continuar ignorándole sólo así—. Michael, ¿Cuándo pensarás abrir
la boca y decirme lo que pasó?
Suspiré,
y arrojé las prendas de ropa que había doblado hacia el colchón.
—Ya
te lo dije, Frank—sentencié—. Nada pasó, y nada va a pasar. ¿Bien? Sólo… deja
de hablar de eso, deja de hablar de Rachel.
—...Sé que se trata de ella. Phoebe
me dijo que ella terminó con Ross.
—¿Phoebe te lo dijo?—me giré para
verle con el asombro apoderándose de mí.
Mi
piel ardía de sólo recordarlo, y un insoportable retortijón en el estómago
apareció.
—Algo no ha salido como lo
esperabas… ¿No?
—Es... complicado. ¿De acuerdo?
Era
insoportable.
—Michael,
esa canción la hiciste pensando en ella—se excusó, aproximándose a cerrar la
valija que me ocupaba de llenar. No me dejó alternativa que no fuera mirarle,
sentirme derrotado y caer en la cuenta de cómo lo había arruinado todo—. Y la has
cambiado por completo. Sólo nos quedaríamos en Nueva York durante tres días
máximo y ya tenemos una semana, sólo por Rachel. Ayer hablaste con ella y
ahora, por algo que no me quieres decir, ¿Pretendes volver a Los Angeles en
cuanto antes?
—Te equivocas—sentencié.
—Muy bien—dijo, cruzándose de brazos—.
Pruébamelo.
Me
pregunté en ese instante cómo es que me iba a salir siquiera la voz. Cómo iba a
comenzar a explicarme sin quedarme sin aliento de nuevo.
—Me comporté como un idiota con ella,
Frank… La he alejado de mí completamente.
—¿La insultaste?
—¿Qué?
¡No!—negué ansioso, aterrorizado de sólo imaginarlo—. Nunca haría eso...
—Entonces, ¿Qué? ¿Qué fue?
Resoplé
y dejé caer mi peso entero contra el pie del colchón. Me sentí vencido por mis
propias estupideces.
—Ella
tan sólo quería hablar de algo importante—titubeé con una voz casi
imperceptible. En un vistazo, me di a la tarea de asegurarme de que toda su
atención estaba puesta sobre mí—. Así que la he llevado a una de las oficinas…
Le hablé de las audiciones que tenía para Joey y ella sin más me dijo que había
terminado con Ross, Frank. Y... Dios, me sentí tan culpable en ese momento.
—¿Ella te dijo que fue por ti?
—…No.
Quiero decir, no al principio… Hablamos de eso durante unos minutos más y no sé
de dónde saqué el valor de decirle... lo que siento por ella.
—Dios… Ella no se siente del mismo
modo que tú, ¿Eso fue?
—No.
Su
rostro palideció de un momento a otro. Quise pensar que, en el momento en el
que ella me lo dijo, cuando escuché las palabras brotar de sus mismos labios de
aquella manera, no he puesto la misma expresión. Sino una que delatara que en
ese mismo instante, me estaba sintiendo en el paraíso.
Porque
con ella así fue. Me iluminó, las cosas de pronto se volvieron tan claras como
el color de sus ojos y antes de poder saborear la victoria, volví a destruirme.
Aunque aún, su hermosa confesión no deje de parecerme un sueño solamente.
—Ella... siente lo mismo por mí.
Unas
inmensas carcajadas inundaron el lugar. A Frank se le desorbitaban los ojos, me
tomó por los hombros y me sacudió como si el que aún no daba crédito a lo
sucedido era simplemente yo.
—¿¡Entonces qué demonios te
molesta!?
Me
obligué a reprimir de nuevo el júbilo, y afrontar la realidad.
—Ella
ha dicho que a pesar de eso, quiere solucionar todo con Ross—susurré. Me dolió
incluso más confesarlo frente a él, y qué mejor forma de comprobar que me
estaba lastimando al mencionarlo que llevar ambas manos a cubrir mi rostro
entero—. Y pensé que estaba bien, después de todo eso era lo que quería. Pero,
ella me dijo que eso implicaba no poder verme de nuevo… Supongo que eso ha sido
lo que me molestó, no lo sé… Entonces comencé a hablarle de una manera
horrible, Frank. No tienes una idea, he sido... un completo payaso. No puedes
imaginar la inmadurez con la que tomé lo que me dijo.
—¿¡Qué demonios le dijiste!?
—Estaba a punto de irse, y la detuve
diciéndole que no olvidara llevarse las solicitudes para Joey. Ella me
agradeció amablemente y me dijo que yo no tenía por qué hacer todo lo que hice
por ella… Y yo le dije que no estaba haciendo nada por ella, sólo ayudaba a
Joey. Entonces, sin decir nada, las tomó y salió de ahí…
No
me percaté o no quise darme cuenta de que Frank se había girado y se había
alejado de mí para cuando había terminado de hablar. Comenzó a andar a zancos
bruscos por la estancia de la habitación sin dejar de frotar el puente de su
nariz, y de pronto, como si hubiese recordado algo o como si lo hubiese
comprendido, volvió a mirarme, pero en su lugar intentó alejarse todavía más.
—¿Podrías
disculparme unas horas?—inquirió, dejándome boquiabierto. No supe si
molestarme, o alegrarme de que hubiese cortado nuestro tema de conversación así—.
Olvidé archivar unas cosas en el estudio, volveré lo más rápido que pueda,
¿Bien?
Pero
esos titubeos. La forma en que su semblante cambió, era todo cuanto provocaba
sentirme alarmado de pronto.
Igual,
decidí no darle tantas vueltas al asunto. Igual, decidí asegurarme;
—...Te
lo advierto, Frank—bramé, señalándolo. Me desconcertó el cómo se disculpó con
su mirada—. Si estás haciendo algo para tratar de convencerme de no irme de
aquí, no funcionará.
—Michael, no haré nada de eso… Ahora,
tengo que salir de aquí.
*****
No,
no, no. Mierda, mierda, mierda.
Rogué
que otro analgésico contra el dolor de cabeza hiciera la diferencia, y volví a
reproducir el mismo mensaje registrado en mi contestadora. No podía ser verdad.
—...Hola, soy yo—la voz de Rachel sonó
tranquila a través de mi altavoz—. He
estado toda la noche intentando hablar contigo. Me siento horrible. Por favor,
Ross, tienes que saber que no hay nada entre Michael y yo. He ido con él ayer
pero por otras razones… Todo este asunto del ‘descanso’ es una tontería…
—Oh... n-no, Rachel...—gemí,
descendiendo el volumen de su voz. A sabiendas de que Emily, aún dentro de mi
habitación, podía escucharlo.
Me
doy lástima, me doy asco. Me doy pena, maldita sea.
—...Siento haberte hecho pasar por todo eso. Y
no quiero hacer las paces por medio de una máquina.
—Por Dios…
—...Te
quiero.
—Yo también—asentí para mí,
sintiéndome un imbécil de lo peor.
La
grabación continuó.
—Y, ¿Sabes qué? Ahora debo dormir pero, mañana pasaré
por tu casa antes de ir a trabajar, alrededor de las ocho y treinta.
¿¡Qué!?
¿¡Pero qué diablos!? ¡No le había escuchado hasta ahí!
—...Bien,
adiós.
Mientras
Rachel se despedía de mí en ese mensaje con una voz embelesadora y perfecta, yo
me lanzaba hacia el estante para tomar el viejo reloj entre mis manos, y sólo
para darme cuenta de lo perdido que estaba en aquél punto sin retorno, de que
Emily aún seguía ahí, Rachel estaba a punto de aparecer, y yo, a punto de
quedarme sin nada. Si es que algo merecía.
Pero
no quise perder la oportunidad.
—Ah, ¡Emily!—me aproximé a la
estancia para que Emily pudiese escucharme con claridad. Aún sostenía el reloj
entre mis manos—. ¿¡Cómo vas con eso!?
—Bien,
bien…—se mostró campante al salir. Fresca, recién duchada y con una sonrisa
deslumbrante haciendo frente hacia mí. Me desgarró en el alma no tener el
tiempo de contemplarle a fondo—. Ross, la noche ha sido...
—...Sí,
Emily—le corté. El tiempo ya hacía estragos sobre mí, y la resaca no ayudaba—. Escúchame,
yo también la pasé genial, de verdad… Pero, tengo algo de prisa, así que…
—¿A qué viene tanta prisa?
—¿Recuerdas a Rachel?
Vaya,
pero qué pregunta tan más idiota.
—…¿Es una broma?—me fulminó con la
mirada.
—…Lo
siento, bueno, el caso es que ella me mandó un mensaje y quiere regresar conmigo.
—Le dijiste que no, supongo.
—Aún no le digo nada, pero lo haré,
le diré que sí, Emily.
Alzó
ambas cejas en tono de desaprobación. Ojalá me hubiese dado una bofetada
también, que bien la merecía con creces.
Se
encogió de hombros y al ponerse su abrigo, evitó mirarme como si nada tuviese
la importancia que yo le dí.
—Ah, por cierto—añadió, señalándome.
En ese momento yo ya me tomaba tomando el picaporte de la puerta para abrirla
por fin—. Espero ir a visitarte a ti y a Monica mañana o un día
cercano.
—Sí, sí… sería genial.
Halé
de la manija y sentí un peso inmenso desvanecerse al saber que ella estaba a
punto de marcharse. Todo saldría bien, y no había razón alguna por volverlo a
arruinar.
Abrí
la puerta, y jamás pensé que al hacerlo, Rachel ya estaría de pie frente a mí,
o que podría camuflajear a Emily detrás de mi puerta.
—Rachel...
:DDDDDD
ResponderEliminar(Histeria)
Katia!! Pero qué quieres que te diga!? Esto es p-e-r-f-e-c-t-o, con todas sus letras! (Sí, de verdad)
Esto va a ser increíble... I can feel it! :) Ha aparecido Emily! Ya comienzo a odiarla.
Querida Katia, he de decirle que es un placer trabajar con usted :) ¿Cuando iba a imaginar que tenías semejante talento oculto? ¡Dios! Acabas de hacer pedazos mis expectativas!
Amo esto! :DD
Hola Katia!
ResponderEliminarEs realmente fascinante esta historia, me dejas sin palabras, me fascina el talento que hay detrás de cada uno de los capítulos, y a pesar de hace tiempo no había novedades de la novela valio la pena la espera.
También me gustó mucho las modificaciones que le hiciste al blog, quedó genial, y la manera para poder comentar me gustó mucho, es más práctico.
Todo el éxito para continuar con esta nove.
Besos!!!
Espero que salga el comentario jeje
Me encanta tu nove!!! ^^ ... No puedo esperar hasta el próximo capi!!!
ResponderEliminarMuero de risa con los chistes y adoro a Phoebe jajaja me mata de risa!
Quiero q la sigas ahora y menos mal que regresaste
con el blog renovado! Quedo precioso! ^^
Te mando muchos besos y que Dios te siga dando tanta inspiracion! =D
Estuvo G E N I A L ! ♥ Lo amée *-*
ResponderEliminarDD: Lo digo de nuevo....NO PUEDO CREER QUE VAYAN A TERMINAR!! Es que son Rachel y Ross!!!
ResponderEliminar¬¬ Ese John! Es un pesado que se cree ¬¬ Solo falta que el tambien quiera andar de metido en la relacion pfff
Y luego llega Emily ._. esa tambien es una pesada...
Cuando subas me avisas si? :3 De verdad no me esperaba tanto en este capitulo fue GENIAL!
¡Me encantó el capítulo! Sí, es algo triste que Ross y Rachel se vayan a separar por enésima ocasión. Es decir, son Ross y Rachel, Rachel y Ross, R y R; pero de todos modos, es perfectamente entendible. Además de darle ese sabor de intriga a la novela, uno termina hartándose de tantos celos.
ResponderEliminarPheebs es mi ídola. Me mató eso de "Joey y yo ;)" Desde que comencé a ver la serie, el JoeyxPhoebe se convirtió en una de mis parejas preferidas a parte del MónicaxChandler. Si terminan juntos, juro que te amaré por siempre (?). Nah, broma, créeme que no soy tan psicópata xD.
Escribes genial. Tienes, no lo sé, algo que me gusta muchísimo. Algo que hace agradable la lectura.
Que estés muy bien.
Joey: ¡No metas a Michael en esto! Es un gran hombre... quizá mi próximo mejor amigo :3
ResponderEliminarJajaja AMOO A JOEY DDDD: <3
Phoebe: ¡Demonios Ross! ¿¡Es día de interrogar a Phoebe!? –Sale de ahí.
jajajaj que buena forma de evadir ahhh :B
ayy sii la "raquel" jajajaj :B
AHHHHHHHHHH como reaccionará Michael!! por que lo dejastee hasta ahí DDD:
me imagino así de:
Michael: ¿En serio? Bueno, bésame :B
es broma, es broma!! :BB jajajajajaj aunque sería genial :33 (? jajajajaj
ayyy esa Emilyyy D: creo que llegó con alguna intención o no sé por qué lo preseiento e___e
y Ross de chismoso DDD: para qué le dijo eso! ahora se va a aprovechar la Emily para coquetearselo é__é
nononon pasó de todo en este cap!! D: ya quiero ver el sig!!
la quieroo muchoooteee :BBbrazo2 cuidesee <3
Bueno... algo demorada D: pero llegue a comentar!!
ResponderEliminarMmm... por donde empezar... el cap estuvo GENIAL *_*
Nena tienes un don para esto de escribir! lo juro!
Amo a Phoebe!! haha es tan divertida! y Michael... uff sin palabras!
Muero por saber que pasara en el proximo cap!!
Emily ... Grrr, lejos chica! no me agradas!
hahaha
Me agrada que sigas con tu nove! eres muy buena escribiendo!
Y espero con muchas ansias lo que sigue!!
AHHHHHH! RACHEL Y MICHAEL!! <3<<3<3<3<3<3por mil! haha
Ok mejor me calmo ._. Devuelta al mundo real :)
xoxo
Gaby.Colombia! ;*
Tienes que seguirla T_______T
ResponderEliminarme encanta *-*
Rachel terminó con Ross!!! D: que pasará ahora entre Mike y ella? D: Emily es la mala?! OMG... por ahora no parece mala pero con el tiempo y su manera de actuar ya se sabrá ¬¬ Y el John todo el rato de pesado, no lo soporto D: lo lanzaría por la ventana :@ jajaja xD
ResponderEliminarSiento haber comentado tarde u.u es que he tenido unos problemas con las notas y... mis padres me arrestaron :( pero ya estoy aquí!!! jajajaja xD espero ansiosa el próximo cap :D
Aaaaahhh! Ame este capitulo, ¡ERES GENIAL! amo tu novela, esperare con ansias el siguiente capitulo...Aaaw ojala Rachel o Michael digan lo que sienten o si no Morire D: pero, tendre que esperar :B
ResponderEliminarEspero que no tardes, y aun si lo haces...te estare esperando ;)
Besos.
¡Ya lo acabe de leer! e.é
ResponderEliminarEmily! D: cara de buena, pero alma de mala e__e xDD jajaj eso que xD
ESPERO QUE LA SIGAS PROOONTOOO! :DD
Hola!
ResponderEliminarHahaha me encanto el cap, me haces reir muchisimo. Este que mal que Rachel y Ross se vallan a separar pero bue... no se porque pero amo a Joey cuando dijo que Michael podria ser su mejor amigo hahaha
Bye
Cuidate
uuuh termino con Ross, ahora q diras Mike... ah? *-*
ResponderEliminarquiero conti!! D:
q me parecio la mala?
q me caera muy mal ¬¬ (?) meh, tiene cara de odiosa ;D
Ese John me aturde -.- solo molesta xD
siento no haber comentado antes .__.
pero estube muy ocupada... ahora q estoy de vacaciones me pasare seguido x aqui ;D
Saludos!
ya subí cap en HH por si quiere leerlo :B
ResponderEliminarHolaa!! :D Mi nombre es Génesis y soy 10.00000000000000000000000% Jacksonera *---* y me encantan las novelas escritas en inspiracion para Mike! Sobre todo esta :3 esta genial!!! Te felicito es muchoo mejor que la serie original! Gracias por escribirla :D Me encanta es super genial! Tengo muchaaaas ansias de leer el proximo capitulo *w* Bye y feliz año xd ♥ :3
ResponderEliminarRealmente una obra maestra,adoro a Phoebe,a Chandler y a Joey porque me hacen reir muchisimo,a veces me rio de la nada leyendo y todos me miran como si estuviera loca,en fin,es genial.Sigue asi.
ResponderEliminar¡Gracias cariño! ¿Sabes una cosa? Me fascinaría ponerme en contacto contigo. ¿Te apetecería charlar? Moriría por conocerte mejor. Puedes enviarme una solicitud de amistad en el facebook, encontrarás mi perfil en la parte superior del blog. ¿Qué me dices?
Eliminar:)