Ross
cerró la puerta tras de él, y me pareció que el silencio que me rodeaba era
casi insoportable. Notaba una extraña sensación flotando en el aire, y me tomó
un par de minutos reparar en el hecho de que se trataba sólo de su ausencia, de
un vacío que no tenía que estar ahí.
Bajé la vista, clavándola en el ramo de flores que aún sostenía. La alegría
reflejada en los vibrantes colores de aquellas flores me pareció tan fuera de
lugar que tuve que dejarlas sobre la mesa.
Pensé, sin poder evitar esbozar una sonrisa, que muy pronto todos llegarían
para transformar el departamento, se sentarían alrededor de la mesa y pasarían
un rato agradable. Bueno, no todos. Quizá fuera el instinto masoquista que
gustaba apoderarse de mí, pero recordé que, por primera vez, el lugar de Ross
estaría vacío. Más vacío que nunca, si eso era posible. Y, a pesar de que en
los últimos días la ausencia de Ross había sido más que notoria, supe que ese
día su lugar vacío alrededor de la mesa sería imposible de ignorar.
Me senté en el sofá, esperando ansiosa. Comenzaba a desesperarme cuando escuché
el chirrido de la puerta que anunciaba que habían llegado para comenzar a
arreglar el departamento. Vi a Phoebe colocando toques alegres aquí y allá, a
Monica trabajar en la cocina y a Joey y Chandler discutir acerca del número de
hamburguesas que deberían preparar. Tan sólo segundos después de que ambos
hubieran rechazado mi ayuda, yo ya había comenzado a odiar el tono en que
usaron la palabra “cumpleañera”.
—De acuerdo—musité al tiempo que
miraba la mesa repleta de bandejas de comida—. ¿Cómo les gustan las
hamburguesas?
Monica
formuló una terrible risa burlona y me miró.
—Oh, no, no—nos miró a todos—. Nada
de eso, Rach. Primero los regalos, luego la comida.
—Oh, Monica… No tenían que darme…
De
un segundo a otro, Monica tomó mi brazo y me desplazó hacia la sala de estar.
Observé que la mesa del centro estaba repleta con bolsas y cajas de regalo,
cada una diferente de la otra. Monica no me había dado oportunidad alguna de
reprimirla. Pues ella no me había conocido ayer, y sabía más que nadie que
detestaba que la gente comprara regalos para mí. Los chicos se unieron a Monica
y a mí en tan sólo un movimiento. Joey y Chandler en el sofá, Monica a un
costado mío en el sillón individual, y Phoebe optó por sentarse sobre el suelo,
justo a unos centímetros de la mesa donde se encontraban esos regalos.
Miré
la expresión en el rostro de cada uno de mis amigos y ellos parecían un millón
de veces aún más ansiosos de lo que yo podría llegar siquiera a aparentar.
Estaba segura de que tramaban algo.
—Muy bien, muy bien—Chandler me dijo
meciéndose ansioso sobre su asiento—, éste es el mío, Rach… Adivina qué es.
—De acuerdo… Muy bien…—tomé el
regalo de Chandler y comencé a moverlo bruscamente entre mis manos—. Ah, de
acuerdo, no pesa…—después, opté por llevarlo a sólo unos centímetros de mi oído
izquierdo, para averiguar si emitía alguna especie de sonido—. Hace ruido, muy
bien… es un…
Al
fin despojé la caja de cualquier envoltura que tuviera. Me imaginé miles de
formas de ocultar el desconcierto.
—¡Scrabble Viajero!—sostuve el
empaque con ambas manos y lo mostré a los demás—. Chandler, no tenías que…
Muchas gracias.
—Jugarás con él muy pronto Rach—me
sonrió y en eso Joey le siguió con una mirada cómplice—, sabía que te gustaría…
De
nuevo esas insinuaciones, ¿Lo usaré muy pronto? ¿Por qué seguían hablando así?
No tenía pensado o el más mínimo propósito de irme a ningún lado… Me despejé un
poco de sus palabras y tomé el regalo de
Joey.
—Muy
bien, este es el regalo de Joey…—comencé a palparlo—. Parece un libro… Sí, creo
que, creo que es un libro, y… ¡Un libro!
Lo
miré una y otra vez, a ver si no estaba alucinando. Phoebe se burló.
—Dios mío, ¿El Dr. Seuss, Joey?
—…Ese libro me ayudó a superar
momentos muy difíciles—le contestó con orgullo.
—Casi podría decir que hay un niño
dentro de ti, Joey—murmuré sonriendo—, gracias por el libro.
—Sí—Chandler añadió con los labios
reprimiendo una enorme sonrisa—, los doctores dicen que si se lo extraen,
podría morir.
Joey
se puso de pie en ese instante para alcanzar a dar un golpecillo a Chandler
hasta donde tomaba asiento. Le miré y aguardé por la reacción, pero en el mismo
instante Joey torció su cintura y se volvió a tumbar en el sofá sin haber
logrado el cometido. Pintó un rostro de inmenso dolor.
—¡Agh!—zanjó al tiempo que
presionaba ambas manos contra la cintura. Monica se apuró a acercarse a él—.
Maldición no ahora, no ahora.
—¡Joey!—le
dijo—. ¿Estás bien? ¿Qué tienes?
—Nada—Joey
contestó con una sonrisa nerviosa, como si luego de haberse quejado hubiera
reaccionado de golpe—. No es nada, de verdad. No sé qué ocurrió.
—¿Estás
seguro? —llamé su atención. Él me dedicó una pequeña sonrisa.
—...Sí.
Seguro.
—Ja—Chandler
se bufó, mirándolo—. Seguro es el niño que lleva dentro.
Joey
le lanzó una maldición gesticulada con sus labios. Entonces suspiré.
Creo
que después de haber abierto esos dos regalos ya necesitaba de un pequeño
descanso. No recordaba lo desagradable que era abrir regalos que la gente había
traído en mi honor… No era que no me gustara el que me dieran un obsequio, sino
que, no me gustaba en lo mínimo ser el centro de atención, y que la gente se
alegrara por haber traído algo para mí, una mala afición que yo poseía, tal
vez. Así que, en lugar de devolver la vista a esa bonita mesa de centro, dirigí
mi mirada hacia aquellos rostros que me miraban emocionados, y decidí
suplicarles por un pequeño respiro.
Pasé
una mano a través de mi cabello y ellos me devolvieron una mirada de intriga.
—Chicos, he disfrutado de abrir y
adivinar estos regalos, pero…
—...Creo que ya ha sido suficiente,
Monica—Phoebe me interrumpió.
En
ese momento, entre el resto se enviaron miradas insinuantes. No supe si
alegrarme o temer.
—¿De verdad?—Monica infirió,
devolviéndole la misma sonrisa.
—¿Qué?—vociferé—, ¿Suficiente de
qué?
Pero
nadie me hizo caso.
—¿Chicos…?—Monica siguió. Chandler y
Joey hablaron sólo con la mirada esta vez.
—Sí—Chandler asintió—, también lo
creo.
—Tráelo ya, Mon.
—¿Traerlo?—les dije, esta vez a
todos. ¡Maldición!—. ¿Qué? ¿Qué ocurre, Monica?
—Está bien, Rach—finalmente sentí la
voz de Monica dirigirse hacia mí—. Basta de abrir esos horribles regalos.
Monica
no parecía darse cuenta de que me estaba asesinando involuntariamente con el
hecho de no explicarme qué diablos estaba sucediendo.
Observé
cómo ella se apartaba del sillón en el que ambas estábamos sentadas, y se
dirigía a la cocina. Ella se acercaba hacia uno de sus gabinetes. Aquellos
sagrados lugares en los que nadie tenía derecho a meter una sola uña. El mismo
lugar en el que ella misma había atesorado las entradas para ese concierto,
tiempo atrás.
Advertí
que al regresar, ella tenía en su mano un sobre blanco, al que miraba con tal
emoción, y no sólo ella, todos en la sala lo miraban igual de expectantes… Ella
al fin se acercó a mí.
—Rachel—me dijo de forma suspicaz—,
esos fueron algunos regalos de broma.
—¿De broma?—fruncí el ceño hacia
ella—. ¿Qué quieres…? ¿Qué quieres decir?
—…Este es el verdadero regalo,
cariño.
Mis
ojos sólo miraban la mano de Monica tendida en mi dirección, la misma mano en
la que sostenía ese sobre blanco. Lo miré por un segundo, luego dirigí mi
mirada hacia Monica. Quien sólo me miraba con una gran sonrisa plantada en todo
su rostro, después me tomé sólo un momento más para voltear a ver el rostro de
Chandler, Phoebe y Joey. Era increíble cómo los cuatro poseían la misma
expresión en el rostro.
Miré
ese sobre sólo una vez más y lo sostuve por fin, aún extrañada por los primeros
regalos que había abierto y por lo que podría significar el contenido que tenía
este pequeño sobre… Después de un segundo de meditarlo, tomé el sobre sólo por
un extremo, y con una gran delicadeza, rasgué uno de los bordes, para así poder
apreciar lo que había dentro.
Me
juré a mí misma. Si Monica me había regalado dinero, iba a asesinarla.
—…Boletos de avión—susurré.
Dentro
de mi pecho se originó un retortijón que
ardió con fuerza. Como hacía mucho no lo había sentido. Miré el destino que
tenía los boletos.
—A Los Angeles, Rach—Phoebe dijo a
mi lado, ayudándome a estar segura de que había leído bien.
—…No—mascullé—. Esto no… Cómo es…
Ustedes… ¡No!
—Sabemos
que el asunto con mi hermano se ha calmado un poco, Rach—Monica se aproximó y
sentí su mano posarse en mi hombro—. Pero, estoy segura de que… Esa inquietud tuya
sigue ahí, esperando, por alguien.
—No sé de…
—…Michael—Joey me interrumpió.
Perfecto.
Esto
no podía ser más perfecto ahora. Estos cuatro chicos sentados ahora a mi
alrededor se habían encargado de golpear justo en el clavo.
Pensé
en Ross, y en su mal planteada idea de que sólo con su presencia podríamos
tocar temas que no eran deseados. Pero él no estaba aquí, había decidido no
asistir. Y aún así, mis queridos amigos se habían encargado de que precisamente
ese tema se planteara en mi mente ahora.
Michael…
De todas las cosas que trataba de evitar pensar, especialmente hoy, Michael era
una de ellas. Ya era una paliza que Ross no estuviera aquí, pero no sabía si
podía soportar la idea de no tenerle a Michael junto a mí. En el día de mi
cumpleaños.
—“¿Sabes? Pienso quedarme en Nueva York un par de semanas más. Quizá
vuelva a Neverland el siete u ocho de Mayo…”—me había dicho esa noche, la
única vez que logré salir con él. Con esa bendita sonrisa que sólo él sabía
dedicarme a mí.
—“¿Lo dices en serio?—le dije—.
¿Sabes? Me da un gran alivio escuchar eso…”
—“¿De verdad?, ¿Por qué lo dices?”
—“Mi cumpleaños… es el cinco de Mayo”
—“De verdad, ¿Tan cerca?, en ese caso… Deberías decirle a Monica que saque
un asiento más para el comedor este año…”
Y
yo sólo me había limitado a sonreír. A salir de ese bello trance.
—…¿Así que esperan que vuele a Los
Angeles, y trate de buscar a Michael?
—Pues...
—Chandler se le adelantó a los otros—. Hay cinco boletos de avión ahí dentro,
Rachel.
Me
quedé helada. Ellos estarían ahí también.
—Por supuesto que no dejaremos que
vayas sola, iremos contigo—Monica me sonrió.
—¿Cinco boletos?—pregunté. En ese
momento les miré a todos y busqué la respuesta en cualquier par de ojos—. ¿Sólo
cinco?
—Ross no irá…—ella misma me contestó
la pregunta.
—¿Qué? ¿Por qué?—negué, ofuscada—.
¿Por qué Ross no irá?
—Si
lo sabes, dínoslo, Rach—Phoebe intervino luego de que Monica no dijera nada más—.
Hemos tratado de convencerlo, de que fuera con nosotros, pero… Él no dijo otra
cosa que no fuera: “Es mejor para ella que yo no vaya…”
Me
sentí exhausta hasta ese punto. Vulnerable, y como si nadie más me pudiera
comprender. Me giré hacia Monica.
—Monica,
no es sólo ir y encontrar el hogar de Michael para hablar con él…—le reproché
en tono reprobador. ¿Es que la conversación que hemos tenido antes no ha
servido de nada?—. Sé que él está molesto conmigo, fue un terrible error
decirle que ya no debíamos vernos. Si quería salvar mi relación con Ross, lo
iba a hacer a toda costa, no alejando a quien de verdad me importa, pero…
—Rach,
Michael no está molesto contigo...—alzó ambas manos como buscando
tranquilizarme—. Frank ha sido el que me dio la idea de que ustedes se
encontraran en el aeropuerto. ¿Tú crees que si Frank supiera que Michael estaba
realmente molesto contigo me hubiera dado esa idea? Tienes que dejar de pensar
así. ¿Quieres?
Phoebe
se incorporó más cerca.
—Rach,
estas semanas, no has hecho más que evitar pensar en cualquier cosa que pueda
conducirte a Michael. No es bueno que hagas eso… Realmente tienes que verlo.
—Y
justo esta mañana hablé con Gunther—Chandler gesticuló encogiéndose de hombros—,
le dije que tenías que viajar con urgencia, me ha dado tu permiso en un
segundo.
De
acuerdo, había sido por eso que Gunther me había dicho esas palabras esta
tarde, y por lo que Ross me dijo que me vería en unos días… Dios mío, ahora
todo comenzaba a cobrar sentido.
—No soy la única con trabajo aquí…—me
aseguré de que cada uno me escuchara—. ¿Qué hay de…?
—Ya avisé a Healing Hands que no
asistiré esta semana—Phoebe dijo con una tremenda sonrisa. Luego Monica se
interpuso para continuar:
—Tomé vacaciones en el restaurant,
Rach.
—Yo
no…—Joey titubeó con cierta timidez, en el mismo momento todos nos giramos a
verle—. Yo no he tenido trabajo. Aún espero el call back de la audición que
hice ayer. Y además, vamos, Rach. No me he puesto todo el día a hacer ejercicio
por nada. Hagámoslo, ¿Por qué no?
Entonces,
miré por último a Chandler, sin remedio alguno. Él se rió.
—A mí me tiene sin cuidado darme
unos días de vacaciones, así que…
—No,
chicos… Aún no sé…—froté mi frente con ambas manos—. Aún no pienso que esto es
una buena idea… ¿Qué tal si él se molesta? ¿Qué va a pasar con Ross?
—Cariño,
entiende—Monica suspiró. Seguro que ya le tenía agotada—, tienes que parar ya
de preocuparte por Ross, ¿De acuerdo? Él está bien. ¡Estará bien!... Escucha,
sé que no podrías ni pensar siquiera en tener algo con Michael… Te he dicho que
estoy de acuerdo contigo en esto, todos te apoyamos en eso, y también lo veo
correcto, pero… Tienes que darte la oportunidad de verlo de nuevo.
—Sí,
Rach, esto es… esto es una cosa buena para ti—Phoebe atrapó mi mano puesta
sobre la mesita de centro—. Michael y tú necesitan al menos... despedirse. Si
es que ya decidiste no verlo más.
—Claro que sí, Rach… El problema es
que…
—...El problema aquí es, Monica…—le
corté en seco, no la podía dejar seguir—. Que… no sé si… no sé si no quiero
verlo más.
—Podrías averiguarlo, viéndolo de
nuevo…—Joey me lanzó una mirada discreta—. Sabrás cómo sentirte.
Ellos
realmente estaban haciendo que me pusiera a meditar esa nueva oportunidad.
Ver
a Michael de nuevo… Después de todos esos argumentos que ellos me habían dado,
todas esas razones, esas ideas de parar de preocuparme por Ross. Todo, todo en
conjunto…
No,
no era buena idea verlo de nuevo. En absoluto. Eso complicaría
catastróficamente todas las cosas, a él y a mí… Por un lado, la única idea de
no volver a verlo, de no volver a sentirle, y de no volver a apreciar su
rostro, como logré a penas hacerlo en muy pocas e inigualables ocasiones;
después de verlo una vez más… Podría matarme en un simple segundo.
Y
no podía verme en la misma situación, de decirle que no iba a verle de nuevo,
después de este encuentro que mis amigos habían estado preparando. Lo único que
sacaría de todo eso es su odio.
Necesitaría
una razón un millón de veces más poderosa que todo esto para verlo de nuevo. De
otra manera no podía verlo, definitivamente. Y ahora tenía que hacer que ellos
lo entendieran. Pero antes, debía desviarme un poco del tema, para así comenzar
con el bombardeo de desilusiones.
—Y
díganme… Todos estos regalos, ¿Los compraron sólo para confundirme y que se vea
especial que al final sacaran los boletos?
—¿Ingenioso, no?—Chandler arqueó
ambas cejas orgulloso.
—…Fue idea de los chicos—Monica
admitió indignada. Casi puedo asegurar que lamenta el hecho de que a ella no se
le ha ocurrido primero.
—Bueno...—Phoebe inclinó su cabeza y
entrecerró los ojos—. No todos los regalos son “regalos de broma”.
—¿Cómo?—le miré.
—Ah, cierto…—Monica dijo a mis
espaldas—. Hay un regalo que llegó por correo esta mañana.
Monica
se había inclinado un poco hacia la mesa del centro para poder tomar una
pequeña cajita, tapizada de terciopelo color negro. En el momento en que la
tomó, llamó mi atención. ¿Cómo es que no pude notar esa hermosa cajita antes? Supongo
que ellos la habían colocado estratégicamente para que abriera sólo sus regalos
y así no arruinar “La Sorpresa”… Ella volvió a incorporarse a mi lado.
—¿Saben de quién es?—pregunté a
todos, pero mis ojos estaban clavados en el pequeño obsequio.
—No lo sabemos, Rach—escuché a
Phoebe decir.
—Creímos
que había sido de tus padres, pero… No tiene ningún remitente…—Monica hizo
ademán de ofrecerme tomar esa delicada cajita tendiendo su mano hacia mí con
ella una vez más. Parecía que yo no era la única que estaba impaciente por
conocer su contenido—. Me había parecido extraño desde que llegó, ya que… La
persona que nos lo entregó, no era nuestro cartero habitual, pero no le había
dado mucha importancia.
La
tomé sin dudarlo. Necesitaba sostenerla sólo por un momento antes de decidir
por fin despojarla de su delicada envoltura… La observé por un momento.
De
la única persona que me atrevería a sospechar de ser el remitente de este
regalo sería de Ross. Pero, no podía ser, él ya me había entregado algo, de
haber sido obra de él, me hubiera entregado esta cajita junto con el ramo, y no
lo hiso…
Con
todo el cuidado que pude tener, traté de retirar la envoltura, procurando no
rasgarla, o no hacerlo demasiado. Cuando al fin la había retirado, podía
dejarse ver una bella caja, con cada detalle cubierto por un bello terciopelo
con un hermoso color gris brillante… Posé mis dedos un momento sobre la textura
que destacaba esa cajita cerrada, preparándome para abrirla de una vez por
todas.
Sentí
entonces todas las miradas depositadas sobre mí, impacientes, preguntándose
quizá cuánto tardaría en abrir por fin ese paquete. Volteé a ver aquellos
rostros familiares una vez más, y en la mayoría de ellos podía apreciar un mensaje
oculto en cada uno de ese par de ojos; -Muy bien, Rach, ábrelo…- Al final,
había irrumpido en aquel broche que hacía que esa bella cajita permaneciera
sellada…
Mi
corazón comenzó a martillear dentro.
—Lo ha recordado…
No
sé cuál era la expresión de mi rostro, o cuán grande había sido la distancia
entre mis propios labios, ni había tenido interés alguno en conocer cada uno de
los rostros ahora confundidos de mis amigos…
Desde
ese primer instante en el que había visto lo que se encontraba dentro de esa
cajita de terciopelo, lo único que podía ocupar mi mente porque yo lo quería
así, era Michael. Michael y sólo Michael… Aún no podía tener méritos
suficientes como para creer que esto había sido verdad, Michael de verdad lo
había recordado. Y yo no podía terminar de creerlo.
—“¿Ves ese camafeo de ahí, Michael? Justo al lado de esas perlas…”-
—“Sí, es muy hermoso…”
—“Cuando mi abuela era muy pequeña… tenía uno
igual a ese… Ella me decía que sólo existían unos pocos. Lo llevaba a todas
partes, mis hermanas y yo solíamos pelear por sostenerlo sólo un momento…
—“¿Por algo así? En mi casa se hubiera dado
una gran guerra entre mis hermanos si de sostenerlo se tratara… Es muy bonito…”
No
terminaba de deleitarme con la atención que el depositaba en cada una de las
palabras que yo pronunciaba.
—¿Ha recordado qué...?—Phoebe fue
quien me sacó del trance.
Suspiré,
tomé el aire necesario.
—…Fue
hace más de tres semanas—dije firme, con todas las intenciones de que todos
pudieran oírme—. La noche en que Michael y yo salimos. Pasamos por delante de
una pequeña tienda de antigüedades, y yo vi este mismo camafeo en el
escaparate. Le he dicho que era justo igual al que tenía mi abuela cuando era
pequeña y… Dios mío, aún no puedo creer que él lo haya recordado…
Trataba
de aclarar cualquier tipo de dudas que podían surgir de la mente de ellos,
mientras yo sostenía ese hermoso camafeo, tan cerca de mí, con mis dos manos,
con una delicadeza palpable, como si estuviera sosteniendo en mis manos algo
con esa inalcanzable intensidad de importancia, como si sostuviera mi propia vida,
o la misma vida de Michael.
—Pero, no puedes jugar con él en un
avión ¿O sí?—Chandler bromeó al tiempo que sostenía el regalo que él me había
dado con gran orgullo.
—…Es muy hermoso—dije para mí. Mis
ojos aún no podían dejar de mirarlo.
—No puedo creer que él haya hecho
esto—Monica chasqueó la lengua.
—¿Tienda de antigüedades, dijiste?—Joey
se burló incrédulo.
—Sí.
Le
miré en desconcierto. Su rostro no cambió.
—Es
imposible porque… en tiendas así, los artículos no son en serie… Sólo hay uno
de cada uno.
—¿Qué quieres decir?—Monica se
inclinó un poco hacia él.
—Que
si…—Phoebe intervino mirándolos a ambos, asintiendo como si lo acabara de
comprender—. Que si Michael compró eso, tuvo que haber venido a Nueva York a
conseguirlo. No creo que lo haya comprado antes de regresar, hace dos
semanas...
Mientras
Phoebe pronunciaba esas palabras, ella reía, parecía que para ocultar o hacer
más llevadera la teoría de que posiblemente Michael había regresado a Nueva
York. Pero, cuando terminó de hablar, su sonrisa había parecido desvanecerse en
un momento. Dándose cuenta al fin de las posibilidades que planteaba su idea.
Silencio,
sólo podía encontrarse silencio en el departamento. Entonces sucedió.
Comenzaba
a olvidar qué hacía sentada ahí cuando el estridente sonido de una guitarra
rompió el silencio. Di un respingo, antes de notar que se trataba sólo del
radio. Contuve el aliento, atestiguando como a aquél sencillo sonido se le
unían las notas de un teclado, y, después una percusión que se hacía más fuerte
a cada momento.
De un momento a otro, su voz llenó el aire, y sentí que los latidos de mi
corazón comenzaban a tocar su propia melodía. A pesar de la emoción inicial
después de no haber escuchado su voz en tanto tiempo, me obligué a escuchar la
letra.
Me llevé una mano trémula a los labios helados al notar lo que significaba
aquella canción cuyas palabras me golpeaban como la certeza más absoluta.
Aquello se trataba nada menos que del laberinto de nuestra historia resumido en
unos cuantos minutos.
“Ella me ama, pero nunca demuestra que le
importa…”, aquellas palabras bien podían ser la verdad que incluso a mí me
daba miedo admitir.
“Si le preguntan, ella dirá que sólo
somos buenos amigos…”. De algún modo, aquellas palabras dolieron. Quizá
fuera el hecho de que no era más que la verdad, o quizá el que Michael
compartiera esa certeza, pero lo cierto es que aquello supuso un golpe
duro.
“He intentado ocultar esto de las
sospechas de la gente…”. Sí, incluso de mí. Intenté fijar toda mi atención
en algún punto más allá de la ventana, como si con aquel ridículo gesto pudiera
evitar que aquello me afectara.
Sentía las miradas de todos fijas en mí, y fue como si, a pesar de la
comprensión reflejada en sus ojos, ellos fueran incapaces entender la batalla
que mi propia mente estaba librando. La canción terminó, pero sus palabras
siguieron resonando en mi cabeza mucho tiempo después. Y, en ese momento,
llegué a pensar que lo seguirían haciendo eternamente.
—¡Era la canción!—Phoebe chilló y
bailó sobre su asiento—. ¡La canción que él grababa en el estudio!
—Frank…—escuché a Monica como un eco—.
Ha logrado convencerlo. Logró convencer a Michael…
Y
me rompí, algo dentro de mí floreció.
—…Quiero ir—sentencié.
—¿Qué?—Monica inquirió seria, pero
advertí una sonrisa volviendo a aparecer. Chandler entonces se puso de pie.
—¿Estás segura?
—…Sí. Quiero hacerlo. Quiero ir a
Los Angeles.
No
podría describir detalladamente cómo habían transcurrido los siguientes veinte
minutos. Todo había sido demasiado rápido. Creo recordar que en cuanto había
pronunciado esas palabras, Monica sólo me dirigió una de sus más hermosas
miradas, al mismo tiempo que me regalaba una sonrisa que no podría ser más
radiante. Los chicos no dejaban de mirarme, parecía que aún no creían que fuera
verdad que yo haya tomado una decisión así. Después de la actitud que había
llevado –Y que les había hecho cargar- estas dos semanas que acababan de
transcurrir.
Tampoco
recuerdo muy bien cómo es que Monica se puso de pié e incitó a los demás a ir a
sus departamentos e iniciar a empacar todo. Joey y Chandler en un segundo ya
estaban en su departamento, preparando todo. Phoebe nos sorprendió a Monica y a
mí diciendo que ya tenía todo listo, que ella sabía perfectamente que aceptaría
realizar este viaje. Y, al parecer, Monica ya tenía decidido todo lo que ella
llevaría, incluso decidió lo que yo tenía que llevar.
Tomé
el camafeo entre mis manos una vez más, y lo anexé a la cadena que mi madre me
había regalado años atrás. No imaginé un sitio más seguro para tenerlo siempre
cerca de mí… Me puse de pié y caminé hacia mi habitación. Realmente necesitaba
de un sitio en donde pudiera digerir todo lo que estaría por ocurrir… Monica
había dicho que el vuelo saldría mañana por la mañana. Quizá haciendo ademán de
apresurarme. Ella sabe que odio empacar.
—Rach, vendré en un momento—apenas
la oí de forma fugaz mientras entraba por un segundo a mi habitación, luego,
sin decir nada más quiso desaparecer de mi vista de nuevo—, acompañaré a
Chandler al hospital.
—¿Qué?—Phoebe me dejó ahí también,
andando detrás de ella—. ¿Qué ocurrió?
Inmediatamente
me apuré a seguirles también.
—Joey…—Monica nos dice a ambas,
luciendo completamente agotada—. ¿Recuerdan cómo se quejó hace un rato? Pues ha
sido eso. Él tuvo un accidente esta mañana al hacer ejercicio. Chandler cree
que le ha aparecido una hernia o algo. Se ha puesto peor.
—Iré contigo, Monica—Phoebe dijo de
golpe ya andando hacia el perchero para tomar su abrigo.
—Muy bien, vamos….—se giró junto a
ella pero quiso mirarme en una última instancia—. Rach, tú quédate aquí. ¿Sí?
Me
burlé alto. Tenía que ser una broma.
—¿Qué? ¡No!—bramé—. Yo también voy a
ir. Quiero ir con…
—¡Por
favor, quédate!—me cortó entonces, y Phoebe ya había tomado el abrigo de ambas—.
Puedes quedarte y terminar de empacar. Además, es tu cumpleaños, no quiero que
te incomodes así.
—Sí, Rach—escuché a Phoebe cerca de
la puerta—. Debemos madrugar mañana… Será mejor que…
—Oigan, no. No me voy a quedar aquí
y esperar a que…
—Sólo… hazlo. ¿Sí?—Monica me
insistió—. Volveremos en menos de lo que esperas.
Hacía
mucho tiempo desde que no me sentía así, tan desesperada, con una impotencia
terrible, parecía que mis palabras no eran más que molestos sonidos
insignificantes para los oídos de Monica y Phoebe… No sé qué esperaban de mí,
quedándome sola en el departamento, simplemente no lograba comprender.
Desde
que logré ver apenas a Monica y a Phoebe poniéndose sus respectivos abrigos y
dirigiéndose a la puerta, un inmenso enojo me inundó por completo, con tal
intensidad, que no me permitió formular palabra alguna, cualquier cosa que se me
hubiera ocurrido para reprocharles qué demonios esperaban de todo esto. Así que
sólo las vi salir por esa puerta, no sin antes dejar detrás un inmenso ruido,
producto del azote que le había dado Phoebe a la puerta.
Un
silencio dominante se apoderó de todo el lugar.
Me
sentía vencida… Creo que había dejado posada mi vista en esa puerta cerrada por
unos segundos, antes de decidirme a girar sobre mis talones y caminar hacia mi
habitación. Me quedé tendida en mi cama, mirando el techo por un momento, pero algo
hizo que me levantara. Sabía que debía tener todas mis maletas listas antes de que
Monica estuviera de regreso. Me incorporé sólo para mirar qué hora era; diez y
treinta de la noche. Si no quería ponerme más nerviosa, tenía que ponerme a
hacer algo… Empacar. Sabía que ellos no se iban a tardar sólo unos minutos.
Quedé
sentada sobre el pie de mi cama, observando a mi costado la pila de ropa que
Monica había elegido para mí, y me limité a depositarla en esa enorme maleta
que ella había dejado para mí. Era inimaginable la cantidad de blusas y
pantalones que ella había decidido que sería apropiado llevar a Los Angeles. No
es que nos fuéramos a ir un mes completo… Decidí llevar sólo la mitad.
Después
de haber terminado con el encargo de Monica, observé por fin mi cama libre de
cualquier tipo de ropa, bolsa, accesorio o suplemento que debería llevar. Miré
mi reloj de nuevo: once en punto. Decidí ponerme mi ropa de dormir y luchar
siquiera por tirarme un momento. Tenía demasiados pensamientos y emociones envueltas
en mi cabeza. Realmente me había sorprendido el que no hubiera tardado en
cerrar los ojos. Rápidamente me cercioraba de cómo mi mente comenzaba a
volar...
Oí
un ruido. Alguien tocaba la puerta. De mala gana, me levanté, y caminé hacia la
puerta de entrada. Sin mirar por la lentilla, decidí abrirla.
Por
el amor de Dios, ahí estaba… Su figura estaba de pie justo frente a mí. Sólo
bastó que posara su mirada en mí para que yo instantáneamente dejara brotar
algunas lágrimas. Era él, Michael estaba
bajo el umbral de mi puerta. No lo recuerdo bien, creo que corrí e intenté
abrazarlo. —Estás aquí…— Me oí pronunciar con mi voz destrozada… Pero pude
darme cuenta de algo. Él no decía nada. ¿Por qué no decía nada?
Había
abierto los ojos. Aún me encontraba en mi cama.
Un
sueño, sólo se había tratado de un sueño. Era ese maldito sueño de nuevo, el
mismo que se había encargado de confundir mis sentimientos desde la primera vez
que se había manifestado en mi mente, sólo a unos días de que él y yo
hubiésemos cruzado nuestras miradas, la noche en que él había tomado mi aliento
para nunca devolvérmelo… No podía creer lo mucho que lo extrañaba. Como pude,
me incorporé de nuevo, e intenté encender esa luz de mi lámpara de noche. Miré
mi reloj; una y veinte de la mañana. ¿Monica y Phoebe aún no habían regresado?
No era posible.
Me
encontraba molesta, ¿Cómo es que aún no estaban aquí? Esperaba que supieran lo
enojada que me encontraba con ellos por todo esto. Me llevé las manos a la
cabeza, pensando en lo ridículo que todo esto podía llegar a ser. Apenas me
entero de que intentaré ver a Michael de nuevo y mi subconsciente se encarga de
manifestar fantasías dentro de mis sueños. Despejé mi mente un poco, tratando
de pensar en lo demás. Intenté irme a la cama y tratar de cerrar los ojos de
nuevo, para plantearme la idea de tratar siquiera olvidar de una vez por todas
ese sueño. No iba a ser nada fácil.
Mis
ojos se pusieron en blanco al tener esa sensación de mi estómago estremeciéndose
brutalmente, al instante en que logré receptar el sonido de alguien llamando a
la puerta de entrada. Curiosamente no podía evitar no ligar esto con lo que
apenas había sucedido dentro de mi cabeza. Volvieron a golpear la puerta, y yo
creía que estaba a punto de darme un infarto. En menos de un suspiro que yo
había esparcido, me limité a caminar hacia la puerta de mi habitación.
A
puño cerrado, mis piernas comenzaban a moverse coordinadas para poder acercarme
cada vez más a la puerta. No podía tratarse de Monica, ella no habría tocado,
sólo se molestaría en entrar y ya. No podía ser ella… El transcurso de mi
habitación a esa puerta comenzó a parecerme eterno. No sé si yo no quería
llegar ahí, o lo deseaba con tal fuerza que me era imposible aproximarme.
Mi
cabeza comenzaba de nuevo a plantearme ideas absurdas, mi corazón parecía
acelerarse cada vez más a cada segundo, y el silencio acompañado con la soledad
que me rodeaba parecía incontenible… Tomé la perilla sobre mis dedos y halé de
ella.
Mi
ser, mis rencores, mis emociones y mis nervios se derrumbaron… Al borde de
colapsar.
—…Necesitaba ver por mí mismo si te
había agradado mi regalo.
Dios mío, Katia! Esto es increíble... TÚ eres increíble! Mientras leía esto no dejé de sonreír como una tonta, durante TODO el capítulo.
ResponderEliminarY esto ya te lo había dicho, pero no puedo superar esta parte: "Pero así me esté consumiendo por dentro el hecho de no poder ser algo más que amigos, estaré orgulloso de mí mismo, pues podré estar ahí con ella, en cada instante en que ella lo necesite…" Dios, qué bello.
Tienes un don, Katia, y estoy segura de que no soy la única que lo piensa así. De verdad, con cada capítulo que publicas pareces superarte, y yo sigo sorprendida por eso. Me enorgullece poder decir que eres mi amiga.
Y creo que ya me puse lo suficientemente cursi, así que sólo me resta decirte que me encantó este capítulo (igual que todos los demás), que espero con ansias saber qué va a pasar, que ese final fue simplemente ÉPICO, y que cuentas conmigo siempre, para lo que sea.
Un abrazotote! (:
OMG,OMG,OMG,OMG,OMG,OMG,OMG ,ME KEDO SIN PALABRAS!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarno lo puedo creer esto esta super!!!!!! mi corazon no para de latir de la emocion!!! casi me da un infarto cuando Ross contesta el telefono!!!!!!!!!!!! y ohhhhh esas palabras :"necesitaba ver por mi mismo si te habia agradado mi regalo" ohhhhhh!! no lo puedo creer,no lo puedo creer me dejas estupefacta cada capitulo es mas interesante Katia
gracias por compartir todo tu talento,eres lo maximo,no dejo de emocionarme frente al monitor tu novela es fabulosa,k mas te puedo decir simplemente LA MEJOR NOVELA QUE EXISTE :)
QUE BUENO QUE REGRESASTE YA TE EXTRAÑABA AMIGA!!NE DEJASTE EN DUDA MAS DE UN MES!ME ENCANTO QUE MIKE SE ACORDO DE SU CUMPLE Y DEL REGALO, QUE LINDO ^_^
ResponderEliminarFUE UN CAPITULO MMMUUUYYY LARGO GENIAL!!! POBRE ROSS EXTRAÑA AUN A RACHEL. PERO SE DARA CUENTA DE QUE YA NO LO AMAP.
POR FAVOR ESCRIBE PRONTO NO ME DEJES CON LA DUDA.
GRACIAS POR TODO UN SULUDO!!! ATTE DIANA…
... Aww XD Me Encanta Esta Nove De Veras
ResponderEliminarUna De Las Mejores Noves Que He Leído ^_^
Simplemente Me Encanta Síguela ^_^<3 ...
wow me encanto el cap *-* quede en incognita pero igual estuvo increible :EE siguelaaa
ResponderEliminarOMJ!! Ame el capitulo <3
ResponderEliminarsiguela luegoo!! quede cn toda la intriga >.< asldkfjkld
Katiaaa! me matastes Dios mio me quede Boca Abierta DD:
ResponderEliminar¿Como es posible que haiga tanta alegria, romanticismo eh intriga en una misma novela? *-* Me encanta! Siemplemente me encanta! Te felicito Linda!!
Gracias al cielo y a los arcangeles Michael y Razh estan totalmente enamorados y dispuestos a corresponderse! Creo que morire cuando esas confesiones sucedan! Me encanta, sencillamente me facina :D
Gracias por todo Linda, deverdad, eres una exelente amiga y compañera de lectura ;)
Me dejaste sin palabras, no se que decir, el capitulo supero mis Expectativas! Aun mas que eso!
Te Felicito!
Espero publiques pronto!
Dios te Bendiga :D
¡Hooooola!
ResponderEliminarDeberas debo decirte que me gusta mucho tu novela, adore este capitulo ¿No puede existir alguno que no me gusto? pues la respuesta es no, siempre me emociono cada vez que publicas un nuevo capitulo hehehe, muchas gracias por siempre comentar mi nove :)
Bye
Cuidate
Hola ¿como te encuentras? Espero que bien... yo me encuentro con un paro cardíaco, Dios!!! tienes que seguir con el siguiente capitulo o créeme que moriré y mi fantasma te molestara el resto de tus días, decir que me encanto quedaría muy corto, me fascino increíble, enserio tienes que seguirla, perdona por tardar en comentar, pero no tenia mi computadora y pues apenas ayer subí capitulo y me di cuenta que tu ya había subido, así que apenas pude me puse a leerlo, espero que la sigas pronto plis.
ResponderEliminarCuídate mucho, te mando un beso y que Dios te llene de bendiciones.
+T.K.M.+
Wo wo wo wo wo wo wo wo... & woo
ResponderEliminarPor dioos un infarto llego a mi jajaja
No puede ser, que lindo Mike *-*
Que va a pasaaaaar *respira como loca demente* (?
Lo siento por no comentar antes, tu sabes, el aburrimiento jaja
Síguela pronto Kaaatiaaa! c:
Te quiero mucho! :3
Holaaa!!!
ResponderEliminarPerdón, recién ahora pude comentar, el capítul está genial Katia. Muchas gracias por compartir este talento con otras personas. Eres una fuente inagotable de inspiración jeje
Muy linda la novela.
Un fuerte abrazo!!
OMG! sin palabras simplemente = perfecta
ResponderEliminarMe encanta! cuando subes el siguiente cap porfa?
ResponderEliminarLos siguientes capítulos vendrán muy pronto. Puedo jurarlo sin problema.
ResponderEliminarPor favor sube los siguientes capítulos!!!!!!
ResponderEliminar¡Hola Laura! ¿Cómo estás? No sabes la alegría que me da ver cómo se preocupan por estar pendientes de la siguiente publicación. El siguiente capítulo será publicado sólo en unos días. Dame 4 días máximo. ¿Si? No es que no quiera publicarlo aún, es que quiero que, como regreso, quiero que queden encantadas con esta nueva publicación.
EliminarAh, y por cierto, ¿ya estás en el grupo de lectoras en Facebook? Me encantaría tenerte por ahí y así podrías enterarte más fácil de las diferentes actualizaciones realizadas al blog. Si aún no estás en el grupo puedes mandarme una solicitud de amistad en facebook (si es que aún no somos amigas ahí) y así yo puedo agregarte en él. El link de mi facebook está en el botón "contacto" de la parte de arriba del blog.
Entonces, ¿te espero en 4 días? (:
Oye, esta re bueno el capitulo, tienes que seguirloooo, porfis quiero saber que pasa con Rachel y Michael, es tan lindo, y aparte es real, osea lo que quiero decir es, no es como otras, el dialogo es apropiado para cada personaje, no ni sarpado ni nada del otro mundo.
ResponderEliminarMe E-N-C-A-N-T-O es super G-E-N-I-A-L. Te felicito.
Besos, y subilo pronto el nuevo capitulo. Sofi.