Suspiré,
mirando el teléfono que aún sostenía entre mis manos.
—¿Y...?—Frank finalmente me libró del trance—. ¿Hablaste con ella?
—No. Ross me dijo que estaba
ocupada.
Aguardé, mientras sus ojos se abrían amplios frente a mí.
—Aguarda, ¿Ross...?
Asentí, como si aquello sonara a algo que ya venía esperándome.
—Y además—continué—, resultó que ése no es el número de Phoebe, Frank.
—¿Ah, no?
—No, es el de Monica. Y... por lo
que he entendido...—balbuceé. ¿Cómo no? Aún estaba sopesándolo en mi mente—.
Monica y Rachel viven juntas, ¿Puedes creerlo?
No, ni yo mismo podría. Ayer he creído que no habría manera alguna de volver a
contactarme con ella. Y ahora ha resultado, que tengo en mis manos nada más que
su número telefónico.
Tragué saliva reprimiendo el entusiasmo.
—¿Por qué Phoebe dejaría el teléfono de Monica, Michael?
—N-no lo sé...—apenas repliqué.
—Bueno, al menos tienes el teléfono.
Y si Monica lo comparte con Rachel, pues...
—Sí,
tienes razón—admití con desgane, fingiendo que no me había dado cuenta antes—.
Le he dicho a Ross que por favor le diera un mensaje a Rachel de mi parte, y
que tal vez trataría de comunicarme después con ella.
Frank alzó ambas cejas a modo de aprobación.
—Entonces, ya está hecho...—musitó devolviendo el enorme libro de registros a
su sitio correcto—. Estoy seguro de que Ross es un buen muchacho. Seguro Rachel
ya sabe que has tratado de comunicarte.
—Sé
que Ross es una buena persona, pero ojalá tengas razón en ello... Lo he notado
algo raro luego de que supo que trataba de hablar con... ella.
Me estremecí y cerré los ojos con fuerza. Su voz rígida a través del auricular
continuaba reproduciéndose dentro de mi cabeza.
—¿En serio?—espetó—. Bueno, yo también me pondría así de saber que alguien
quiere charlar con mi novia... Tan sólo descuida, Michael.
Me obsequió una sonrisa entonces. ¿Es que se había vuelto una costumbre
recordarme la palabra 'novia'?
—Gracias, Frank...—traté de reponer—. De cualquier modo, creo que ya es hora de
irnos de aquí.
—Está bien—comenzó a alejarse—,
avisaré que estamos listos para salir.
Le seguí sin hacerle esperar.
—Tengo que descansar, además. Si es que pretendo estar concentrado para mañana
que vuelva a venir al estudio.
—Lo tienes, Mike.
Asintió ya adelantándose delante de mí. Al atravesar el umbral, varios hombres
ya aguardaban. Frank volvió a acercarse a mí y los mismos hombres le siguieron
detrás, me interceptaron y nos escoltaron juntos para salir del lugar.
Me aguardaba otra tarde vacía dentro de mi habitación de hotel, supongo. Con
suerte, Karen estaría allí, con suerte charlaríamos hasta el cansancio,
miraríamos alguna película o se reiría de alguna broma que me apeteciera
jugarle a Bill o a Frank, y entonces me haría olvidar lo obvio por unos
momentos. O quizá, si me era digno creerme un poco dichoso, si ella estaba ahí no
tendría que confesarle sólo a mi reflejo en un espejo el hecho de que
irremediablemente, aún no había logrado sacarme a Rachel de la cabeza.
Y
no quería hacerlo.
********
Ross
comenzaba a darme en qué pensar.
Phoebe, también... aunque en mucho menor medida. Y ahora, las dudas habían
vuelto a supurar.
El teléfono sonaba. Nada fuera de lo común. Y volvía a sonar. De nuevo, y de
nuevo… y de nuevo. En cualquier caso, aquello aún entraba en el rango de lo
“común”. Pero que Ross estuviera permanentemente preocupado en contestar cada
llamada, no era precisamente “común”. Y aunque se encontrase a una distancia
considerable del teléfono, parecía dispuesto a correr un maratón para llegar a
él antes que yo. Y lo hacía a una velocidad impresionante, debo decir. Era
capaz de cruzar el departamento en un tiempo récord, poniendo su amabilidad de
pretexto para ello.
Sí. Aquello definitivamente comenzaba a darme en qué pensar. A menudo miles de
preguntas que comenzaban con la frase: “¿Y si…” venían a mi mente… y normalmente
iban seguidas de algo como: “…es Michael?”
“Curiosidad”
y “Rachel Green” no son palabras que hagan juego en la misma frase, ni mucho
menos en momentos en que mi mente parecía no ocuparse en otra cosa qué pensar.
Un par de ojos marrones inundaban la nube de mis pensamientos mientras tenía
que concentrarme más que nada en trabajar, y Central Perk se había vuelto en un
martirio de quejas, regaños y órdenes mal atendidas.
Sólo por lamentarme de nuevo, por pensar en lo vaga que es la posibilidad. Por
más ridículo que pudiese parecer.
Pero… ¿Y si…?
Al final, checar mi horario de salida esta tarde me supo a gloria
indiscutiblemente. Y fue más celestial, toparme con los bonitos ojos
atolondrados de Phoebe al pie de la puerta de mi edificio. Era perfecto, más
aún porque no me apetecía recluirme en la oscuridad de mi habitación todavía.
Al menos ella me ayudaría a distraerme un poco.
Sus ojos encontraron los míos. Sonreí, pero la reacción que recibí dejó mucho
qué desear.
—¿Phoebe?—me
acerqué cada paso más, y conforme lo hacía, su semblante se tornaba más
preocupado—. ¡Phoebe, hola!
Conforme me acercaba, su rostro dejaba ver más ese aire de preocupación. ¿Algo
pasaba?
—¿Rachel?—se sobresaltó—. ¿Qué… qué estás haciendo aquí?
—Acabo de terminar mi turno, estoy
como no tienes idea...
—...Mucho trabajo ¿no?
El comentario no sonó muy dulce que digamos.
—Sí...—aguardé a que se tranquilizara, y al mismo tiempo me ocupé de soltar mi
cabello de la coleta que lo sostenía. Sentí alivio inmediatamente—. ¿A dónde
ibas?
—Voy a… a… voy al cine.
—Oh... ¿Puedo…?
—...Sola—bramó.
Sí, definitivamente traía algo.
—¿Segura?—inferí. Algo no terminaba de creerme.
—Me gusta mi soledad, Rachel.
—Bien, entonces...
—¡Oh,
mira!—se sobresaltó. Giramos al mismo tiempo y me di cuenta de lo ansiosa que
la ponía estar señalando a un taxi que se acercaba—. Un taxi llegó. Pero,
bueno... Es una lástima que no puedas acompañarme, Rachel—se encaminó, y sin
más abrió la puerta del vehículo. ¿En verdad iba a dejarme aquí?—. ¡Adiós!
Ingresó, y me quedé con los labios entreabiertos, con media palabra colgando de
la punta de mi lengua. Eché un vistazo rápido al pórtico de mi edificio, y
suspiré con desgane. No, definitivamente no quería llegar a casa aún. Fuese por
lo que fuese, no iba a ser.
—Oh, tonterías—salí disparada en la misma dirección, ingresando al vehículo
luego de ella en el último segundo—. Yo iré contigo.
—E-está bien, pero...—suspiró con el
gesto ya más relajado—. Te lo advertí…
¿Qué?
—¿Me lo advertiste?—sentí el motor vibrando, y el coche emprendió la marcha.
—No, no... Olvídalo.
El vehículo serpenteó la ciudad. Veloz, a constante petición de Phoebe. No
tenía ni idea de qué iba su estado de ánimo. Toda esa ansiedad, esa
interminable sensación de que había algo más, algo que no me decía, y
tristemente, estaba segura de que debería saberlo. Ella no solía comportarse
así.
Decidí perder la vista a través de la ventanilla.
¿Será sobre Ross? ¿Sobre Monica? ¿Algún problema que no la deja en paz? Creo
que gruñí, con la impotencia de no tener siquiera el valor de preguntarle. O no
quise hacerlo, por distraerme mirando el recorrido. Éste era por mucho, una
dirección lejana al cine que solíamos frecuentar.
Inmediatamente identifiqué los alrededores.
—Espera, espera—musité. No, no podía ser—. ¡Phoebe! Esto no es el cine.
¿Qué...?
—¿Qué? ¡Oh, demonios! T-tienes
razón...—llevó ambas manos a la altura de sus labios fingiendo preocupación—.
Vaya que el taxista es estúpido ¿Ha?…
Miré
de reojo una vez más hacia el exterior. Algunas construcciones lujosas se
disipaban delante. No pude evitar recordar la vívida descripción que Phoebe nos
dio cuando nos platicaba alegre sobre la ocasión en que se encontró con
Frank... en unos estudios de grabación.
Oh,
por Dios.
—Phoebe... ¿¡Qué demonios estamos
haciendo aquí!?
—¡Tranquilízate! Sólo
he vuelto aquí para recoger algo que se me olvidó la última vez que vine aquí.
—Phoebe,
hace una semana no vienes a este sitio, ¿Qué pudo haberse quedado aquí?—me le
quedé viendo. ¿Me estaba diciendo la verdad?
Advertí
la manera en que el coche detenía la marcha. Phoebe pagó por el viaje en
silencio y más que ponerle atención y aguardar por su respuesta, no pude sino
perderme ante el enorme pórtico de cristal al que habíamos llegado. Era un
edificio lujoso, bastante. Y sentí como si yo no tuviera razón alguna por estar
ahí. Miedo, preocupación. Por un segundo pensé en que quizá hubiese sido una
idea mejor haber vuelto a mi departamento.
—...Está
bien, de acuerdo—suspiró. El taxi ya había desaparecido—. No te mentiré más
Rachel, eres mi amiga. Y sí, dejé un número registrado en este lugar.
—¿¡Qué!?
—¡Pero no dejé el mío! De hecho...
dejé el de... he dejado el de Monica.
Pero,
¿¡Qué!? ¡Dejó el nuestro!
—¡Phoebe! ¿¡Sabes lo que significa!?
—Sí—bramó—. Que estamos perdiendo el
tiempo aquí paradas.
—Mira, olvídalo... Entremos ya. Pero,
tan sólo respóndeme algo.
—Adelante.
Hice
el intento por tranquilizarme. Tenía que ser así, y bien, aquí voy...
—¿Michael ya ha llamado al
departamento?
—No.
—Phoebe, escúchame. Necesito que me
digas la verdad ¿De acuerdo?—por alguna razón, aún no podía creerle. La sangre
y la adrenalina hirvieron dentro de mí.
—¡Rachel! Te lo digo con toda la
verdad que puedas imaginar, ¿Okay? Michael
Jackson no ha llamado nunca.
Pestañeé
un tanto aturdida. Las palabras me parecieron más pesadas y crudas de lo que
jamás creí. Pero, era lo que quería escuchar. ¿No...?
—De acuerdo—musité.
—¿Podemos entrar ahora?
—Claro, pero...
—¿Sí?
—No tardarás mucho ¿Cierto?
—Rachel—entornó
sus ojos—. ¿Quieres tranquilizarte de una vez? ¿Por quién estás nerviosa? ¿Por
Michael?
Tragué
saliva, intentando que no volviera todo ese vómito verbal. Me sentí más
vulnerable y estúpida que nunca.
—...No.
—Entonces, entremos, ¿Quieres? Ten un
poco de autocontrol. Que veas de nuevo a Michael no quiere decir que vuelvas a
sentirte flechada hacia él, de cualquier manera.
¿Era
una broma? ¿Se supone que debía reír?
—N-no me sentí... flechada, Phoebe.
—Como quieras llamarle, Rachel.
Anda, entremos.
—Está bien.
Así
que, ahí estaba.
Mientras
ingresábamos y atravesamos esa bonita recepción, nuevamente, miles de preguntas
que empezaban con: “¿Y si…?” me embargaron. Y odiaba esa sensación de
impotencia que causaba el no saber qué seguía después.
Caminé
–en realidad, casi me arrastré– por el largo pasillo que tenía cientos de
puertas diferentes, mientras me sentía en alguna extraña versión de “Alicia en
el País de las Maravillas”, hasta que Phoebe se separó de mí para recuperar la
principal razón de mis mayores males: aquel endemoniado teléfono.
Y
me pareció que permanecí un siglo entero sentada en aquel cómodo sillón de
piel. Me pareció que las manecillas del reloj se negaban a correr... E incluso,
me pareció que Phoebe se demoraba a propósito, sólo para ver cómo enloquecía. Esperé,
esperé y esperé. Y nada. Ninguna puerta se abría. No había pasos recorriendo el
pasillo. Y sobre todo, no se oía ninguna voz. Me crucé de brazos, casi molesta,
y comencé a contar el número de azulejos en el suelo. Justo cuando iba por el
azulejo número 2785… perdí la cuenta.
Escuché
una voz. Y no cualquier voz. Una voz que había repetido una y otra vez en mi
mente, muy a mi pesar. Una voz que yo misma había convertido en algo prohibido.
Una voz que hubiera reconocido entre una gran multitud a pesar de haberla
escuchado sólo una vez.
SU
voz.
—Rachel...—musitó. Pero como me fue
posible reaccionar, percibí la lucha que él conllevó al haber pronunciado mi
nombre.
Y,
maldita sea... Había recordado mi nombre.
—¿M-michael...?—sonreí, o traté de
hacerlo.
Ni
siquiera sentí la urgencia de lanzarme hacia él para abrazarlo con las fuerzas
que me fueran posibles. No sentí la necesidad de gritar, de llorar o tumbarme
al suelo por no creer que estuviera, de todos los sitios, varada en frente de
él. De nuevo. Y no quise aventurarme siquiera a acercarme a él... ¿Me dolía?
Sí. Pero vagamente, pensé que hacía lo correcto.
Aunque
deseara por un momento, tan sólo uno, en el que me fuese capaz de olvidar la
razón por la que Phoebe y yo habíamos aparecido aquí en primer lugar. Olvidarme
de que he venido buscando terminarlo todo, de que me urgía una manera de
asegurarme que no volvería a saber nada más de él.
Sus
mejillas se encendieron y me vi reflejada en sus ojos. En esos benditos ojos
cafés que no paraban de atormentarme. Inspiró, y yo me sentí perdida. El suelo
tembló bajo mis pies.
Me
estremecí recordando mi sueño. No debía mirar sus labios... No podía creer que pretenda
olvidarme de su rostro.
—Es una... sorpresa tenerte por
aquí.
—Sí... b-bueno, yo he venido
porque...—titubeé y titubeé. No podía dejar de mirar su rostro perfecto.
Una
risita salió de sus labios, y me olvidé de continuar. ¿Qué era tan gracioso?
—Supongo que recibiste mis mensajes
entonces.
¿Mensajes?
—¿Cierto?—insistió.
Su sonrisa se borró un poco, pero no paró de arrastrar mi mirada hacia él. ¿Lo
recordaba así de atractivo?
—¿Disculpa?
—¿N-no... sabías de ellos?—palideció.
—¿Tú me has estado... dejando
mensajes?
¿¡Me
había estado dejando mensajes!? ¡Entonces sí ha llamado!
—De
hecho, sí—musitó con un poco más de seguridad—, y no pocos. Dios, ¿En serio no
tenías idea? Cada que hablaba, Ross decía que...
—...Aguarda, Michael—le corté—. ¿Has
dicho... Ross?
Me
atemoricé inmediatamente. No, no podía ser. Imposible.
—Sí—asintió—,
cada que trataba de comunicarme... él contestaba. Y me decía que él te haría llegar
el mensaje... ¿Por qué?
—Ross no me dio... hmm... ningún
mensaje.
—¿De
verdad? Es raro... él me decía que tu ya sabías de los mensajes... y yo suponía
que estabas ocupada con el trabajo ¿Sabes?
Cada
palabra que pronunció, cada explicación o frase, se deslizó titubeante y
siseando desde sus labios y llegaron como acuchilladas directo a mis oídos.
Lucía nervioso, un tanto ofuscado también. Sentí mi pecho punzarse en una
sensación de ternura hacia él. Se estaba excusando sin razón alguna, sin culpa.
Y yo, no podía contener una nueva rabia naciendo dentro, ardiendo en mi
garganta.
Frunció
el ceño y me cegué con esa perfecta expresión de preocupación. Su presencia era
mucho más de lo que podía soportar.
—¿Me
hablas de algo raro?—me bufé. De mi misma, quizá. De lo estúpida que no
terminaba de ser—. Ross y yo acabamos de prometernos más confianza. Y no me parece
el cómo maneja todo esto... Quiero decir; justo acabamos de hablar sobre esto.
—Espera...
¿Acabas de hablar con él sobre esto?—sus manos negaron frente a él. Pestañeó y
finalmente llevó una mano a su nuca, ansioso—. Escucha, Rachel, lo que menos
quiero causar es problemas en tu relación con Ross. ¿De acuerdo? No quería
hablar contigo por razones que él o tú...
—...Lo sé—le interrumpí.
Tentativamente, sentí que tenía que hacerlo—. Michael, lo siento.
No
pude mirarlo más. Aprisioné mi vista hacia mis pies tambaleando en el suelo y
al sentir sólo una punzada de valentía, la alcé de nuevo, y entonces me topé
con sus manos relajadas. Sus dedos se anudaban unos a otros frente a mí,
luciéndose, expectantes. ¿Podría... tomar su mano? ¿Sería inapropiado?
No
me era posible desearlo más.
—En verdad lo siento—susurré,
desechando mi idea inmediatamente—, si tan sólo hubiera sabido...
—Rachel,
descuida. De todas formas, ahora estoy viéndote y… bueno, a fin de cuentas… era
lo que quería desde un principio.
Me
limité a sonreír. Aunque ya sintiera la intensidad con la que mis mejillas se
encendían. Su expresión se dulcificó y sólo entonces tuve que controlar mi
reacción. Podía salir implicada si me distraía con su rostro hermoso, lívido,
perfecto por mucho.
—¿Crees que sería mala idea salir
algún día? Sólo a platicar.
Las
palabras sonaron como mágicas, como la única posibilidad. Y ni pensando en
Ross, o en su increíble e inmadura maniobra para evitar que yo volviera a saber
de Michael, podía negarme sin más.
No
sé qué diablos pasó conmigo, pero... se sentía bien.
—¿Sabes qué? Sería una buena idea.
—G-genial...—balbuceó
junto con un par de risitas acompañándole—. Uhm, ahora mismo no puedo decidir
un día, pero... tal vez mañana te hable para ponernos de acuerdo ¿Te parece?
—Me parece bien—asentí marcando mi
sonrisa.
—Sólo te pido algo.
—Dime.
Se
acercó hacia mí. Peligrosamente hacia mí.
—Procura ser tú quien conteste el
teléfono esta vez.
—Así será—admití con voz queda.
Aunque no pareció que haya sido yo.
Hubo
un instante en el que por fin, luego de tanto, agradecía mi suerte. Pero, como
todo lo que fácil viene fácil se va, la mísera privacidad que había concebido
con Michael hasta este momento me habría abandonado inmediatamente, en el
momento en que Phoebe apareció detrás de mí. Ambos nos giramos, sobresaltados,
como si nos hubiesen atrapado haciendo alguna maldad.
Que
bien, quizá eso era lo que yo estaba haciendo.
—Bien, Rachel, nos largamos de
aquí... ¡¿Michael?!—cuando le miró, sus bonitos ojos casi se desbordan de su
órbita. No había duda de lo mucho que se había sorprendido de mirarle ahí.
—Hola, Phoebe—Michael le saludó con
una entusiasta sonrisa.
Me
sorprendió la naturalidad con la que aparecieron sus palabras. Si no conociera
la situación, diría que son amigos de toda la vida.
—H-hola...—la estudié con el ceño
fruncido mientras trataba de reaccionar. ¿Cómo es que a mí no me ocurría eso? —.
¿Qué… qué haces aquí? Creí que…
—Phoebe, descuida—intervine
vacilante—. Nos hemos encontrado por casualidad solamente. Michael me estaba
diciendo y me ha... aclarado algunas cosas.
Sí,
más que abrirme los ojos, esa era la palabra correcta. Tuve que contener el
enfado de nuevo.
—Oh, de acuerdo—Phoebe asintió, y un
segundo después, se aproximó aún más hacia mí—. Bien, ya me ocupé del número
telefónico. Cuando quieras, podremos...
—Aguarda...—Michael
sonó alarmado—. ¿Han venido a borrar el número telefónico que dejaste aquí?
No
evité bajar la vista, y mis oídos comenzaron a arder. Sentí destructora la
forma en que su bonita sonrisa se desvaneció como si nada frente a nosotras.
—Bien
Rachel, te lo vuelvo a decir—repuso, ansioso—. Si puedo ocasionarte problemas, creo
que lo más maduro en esta situación sería... cancelarlo todo ¿Sabes? No creí
que mi pequeña intervención cambiaría las cosas de esta manera. Así que...
supongo que será mejor que me...
La
cabeza me dio vueltas mirándolo decidido a dar media vuelta. No, teníamos que
hablar, tenía que detenerle.
—Michael,
espera...—para mi suerte, se detuvo y volvió a mirarme. Pero luciendo más
angustiado que enfadado—. Esto sólo era para evitar malos tragos… pero… creo
que el que los está ocasionando aquí es Ross.
—Aguarda...—la
voz de Phoebe apareció. Ambos le miramos—. ¿Intervención? ¡¿Llamaste al
departamento!?
—Sí—Michael admitió en voz baja. El
corazón me creció al mirarle retomar ese atisbo de timidez—. Ross tomaba todas
mis llamadas.
—Demonios, Ross no nos ha dicho
nada… a nadie—ella terminó de decir.
Hice
una mueca de desagrado. Los ojos de Michael me interrogaron con confusión.
—Escucha,
Michael, esto no es culpa de nadie. Ni mucho menos, tuya. Phoebe y yo sólo nos hemos
preocupado, ¿De acuerdo? Aunque estoy segura, ahora, de que ha sido por nada.
—Aún así... creo que...—Michael se
sonrojó. Cerca estuve de morir de ternura.
—Sólo confía en mí—le aseguré.
Sin
dudar, volví a perderme en la profundidad de sus ojos marrones. Dios mío, tenía
que aprovechar la vista, tenía que mirarle con detenimiento para asegurarme de
que no los volvería a olvidar. Sus pestañas rizadas y tupidas, sus cejas
enmarcando su mirada, sus labios, su rostro y su piel. Pero sus ojos, sus ojos
sobre todo.
No,
era ridículo. Ni intentándolo, ni deseándolo los volvería a olvidar.
—Rachel, no es por nada pero...—Phoebe
susurró apenada—. Realmente tenemos que irnos. Si Monica se entera de que he
venido sin ella, entonces...
—...Claro, claro, bien—dije, tomé su
mano y sentí su tacto tranquilizarse—. Creo que esto es todo, entonces.
Sonreí,
inevitablemente estudiándolo a él.
—De
verdad ha sido una sorpresa verte, Rachel—su sonrisa se recuperó con la mía.
Había logrado mi cometido—. Cuídense, chicas... Oh, y envíen saludos a Monica y
los demás.
—Lo haremos—la mirada de Phoebe se
iluminó—. ¡Adiós!
Michael
asintió a manera de despedida, mientras yo me mordía el labio para reprimir el
dolor que me causaba saber que teníamos que marcharnos, aunque estuviese segura
de que aquél no sería una despedida. Estaba segura, de que lo vería de nuevo.
—...Estaré esperando tu llamada.
Le
susurré insinuante antes de salir, antes de enviarle un guiño sin llegar a
creer lo que he terminado de hacer. Y efectivamente, ni hasta que me vi varada
en la misma acera en la que aguardábamos antes de entrar, pude dejar de
embriagarme con su bendita mirada.
Como
efecto, tuve que soportar la fulminante mirada de Phoebe durante el recorrido
de vuelta a casa. La miraba de vez en vez y a cada momento comprobaba que ella
tendría miles y miles de preguntas que hacerme, para variar. Pensé en el karma,
y en cómo yo me encontraba exactamente de la misma manera que ella justo antes
de percatarme de que en efecto nos dirigíamos al estudio. Pero entonces, ¿Qué
hubiera pasado si hubiera decidido no venir?
Porque
ya no había sido como antes. Porque esta vez, los ojos de Michael me miraban
diferente, su sonrisa brillaba con más fuerza, sus palabras tuvieron un toque
especial partiendo del momento en el que había pronunciado mi nombre.
Maldición, tenía que saber qué es lo que me pasó ahí dentro. Qué diablos pasó
por mi mente cuando le tuve en frente de mí y no me quedó de otra que aceptar
su invitación, lo que le ocurría a mi corazón cuando lo oía hablar tan cerca, o
a mi estómago en cuanto lo vi aparecer. Oh, no... ¿Me estaba... gustando?
Me
estremecí de sólo pensarlo.
—Hola, Rachel.
Es
el rostro de Ross lo primero que pude ver al entrar al departamento. No pude
siquiera sonreír, pero sabía que tenía que intentar al menos. Lamenté el hecho
de que Phoebe se siguiera de largo en el taxi, y que ella ahora estuviese en
camino hacia su hogar. Su presencia me vendría de maravilla en este momento. La
de ella, o la de alguien más.
Miré
a Ross, y no pude evitar recordar todo lo que Michael me había dicho antes.
—¿En donde estuviste todo este
tiempo?—se puso de pie y caminó hacia mí con tranquilidad. Pareció darse cuenta
de mi falta de disposición para contestar—. Creí que ya habías terminado de
trabajar.
—Sí, terminé y fui a pasear con
Phoebe.
Una
sonrisa más relajada apareció, y volvió a su asiento en el comedor.
—Genial, ¿A dónde fueron?
—A... los estudios de grabación.
—¿E-enserio?—el estremecimiento
apareció. Supe que él lo había entendido.
Entonces,
era cierto.
—Sí… y… nos hemos encontrado con
Michael.
—¿Qué?—pestañeó aturdido.
—Sí. Estuvimos hablando con él, y
me... me aclaro bastantes cosas.
—¿Qué cosas?
Todo
ese tacto que había preparado para el momento, se esfumo, sin más.
—¿¡Por qué no me diste ningún
mensaje de Michael, Ross!?—le perseguí de forma agresiva, le incité a mirarme
pero ni por error logré que lo hiciera. Sabía que tenía que tranquilizarme—. ¿No
has sido tú el que dijo que practicáramos más confianza entre nosotros?
—Sí, pero…
—¿Pensabas
que gustaría de Michael después de unos minutos de haber estado con él y te
abandonaría después de todo el tiempo que llevamos juntos?
—Por supuesto que no. Sólo…
—¿¡Sólo qué, Ross!?
—¡Tenía miedo, Rachel!
Finalmente,
me miró. Y reflejó como, en efecto, había palidecido.
—¿Miedo? ¿Miedo de qué?
—De que él... intentara...
—¿Qué?—no quise dejarle continuar—. ¿Qué
se supone que significa eso? ¿No confías en mí? ¿Nunca lo has hecho?
—Claro
que sí, pero… es peligroso… todo esto. Con las llamadas insistentes, Michael
preguntando por ti y cosas así… me he preocupado.
La
puerta se abrió, y Chandler entró en confianza al lugar. Ni Ross ni yo le dimos
importancia. O tan sólo quise pretender que esta pequeña discusión, terminaría
pronto, y que luego Chandler aclimataría la situación con una de sus bromas infalibles.
—¿Ahora se supone que todo esto es
mi culpa, entonces?—espeté.
—Oh, genial, Rachel...—sorpresivamente,
Chandler intervino. Ross y yo viramos y su rostro reflejó nada más que
aprobación—. Al fin le has dicho de tu sueño con Michael.
¡Oh,
no! ¡No!
—¿¡Qué!?
Dios, no sé por qué pensé que Ross mandaría al, ehm, demonio a Michael xD. Por cierto, ¡Amo a Joey y a Phoebe! En la serie siempre fueron mis personajes preferidos, ahora en tu novela lo siguen siendo. Tienen una personalidad tan loca que es imposible no quererles.
ResponderEliminarUh, yo no tengo ningún problema con los capítulos largos. También he tenido la oportunidad de escribir fanfics -o webnovelas- y te entiendo, se debe buscar el punto perfecto donde cortarlo, una parte que genere intriga y ansias de leer el próximo capítulo.
La nueva decoración me encantó, es muy linda ^^. Los colores me resultan de algún modo atrayentes.
Muchísimas gracias por tu comentario :D. ¡Bendiciones!
Que malo es Ross D: le mintió a Mike!!! D: y él asiendose iluciones... AAAAHHHHH no puedo ver tanto mal rollo D: No me gusta Ross ¬¬
ResponderEliminarjajaja y el Joey esta con lo de los alemanes de... ¿su obra? XD
Esta super el nuevo diseño *-* es muy original :D
Ah Katii mi Facebook es Yaiza María Rodríguez Díaz :$ suelo estar mas en el tuenti pero si nos agregamos me conecto más seguido XD se te olvidó decirme el tuyo, pero bueno... WASAAAAAA XD
Besos y cuidense chicas!!! siguan con la nove que esta super intrigante!!!
Uuuuuu que incomodo debió de haber sido el momento de la llamada e_e pobresito de Michael y Ross que no le dio el mensaje ¬¬ si bien que ya le había dicho que si lo haría >.<
ResponderEliminarY Michael fue mas rápido que todos y consiguió el numero!! :DDD No puedo esperar cuando hablen *--* No me imagino que pasara D: TIENES QUE SEGUIRLA!!!
Me avisas cuando subas!! ^^
Ross malo, esperaba que si era bueno & si le diera el recado, pero veo que no D':
ResponderEliminarPhoebe: Aww, Pheebs…
Rachel: Phoebe, ese es tu nombre -.-
Phoebe: ¿En serio? ¡Creí que así nos llamábamos todas! D:
Jajajajajaja eso me mató de la risa :B
Espero que se junten los 10 comentarios.. por que ya no aguanto leer el próximo capítulo D:
Dios las bendiga(:
Wooow! Aww pobre de Michael D:! Jaja
ResponderEliminarMe gustó mucho!
Muero por leer el próximo :D
Muchas Felicidades es buenisimo!
Atte: Paulina (;
OMG!!!!
ResponderEliminarBuenisisimo el capiii!!!!
Arg! ese Ross celoso... pero en parte tiene razón, aunque lo mas probable es que tenga problemas con Rach
ooh MJ! tan lindo & bello como siempre! *.*
saludos! ^^
Gracias mujer! millones de saludos! (:
Espero el otro capituló con ANSIAS D: bueno bye e.é
ResponderEliminarWaaaaa!!! Me mori de risa todo el tiempo jajaja... Lindo capi ^^, fea la actitud de Ross ¬¬
ResponderEliminarPero estoy segura que Mike se va a comunicar de alguna manera con Rachel :)
Felicitaciones por la nove...
Muchos besos...
Elisa
Aww! Buenisimo cap! ya recomede la nove a mis amigas, esta muuy chevere!! Y me encanta la actitud de Phoebe y me tiene intrigada que sucedera entre Rach y Mike! Ahhh!!
ResponderEliminarEspero ansiosa el cap 7!!
Ah! y no tengo problema con los caps largos es mejor , como ustedes suben cap cada 4 dias se puede leer de a partes y no todo de una, se disfruta bien!
Gaby.Colombia!!
AVER COSO! DE MIERDA CHOTO!¬¬! YO COMENTARE Y SEBNA LPM! ¬¬! VALE...Esto se llama Ira=D!.
ResponderEliminarAhora siD:! ROSS! D:! aaaaa no feo feo feo se muere no D:! como pero....el....tenia....pero ... no se..VALE D:!.Te juro que crei que ensima Ross lo hiba mandar a la china a michael o.o! pero no._.!. Todo bonito se arreglaron y yo se aaaww^^! ya esta todo bien ya no odio a Ross se quieren *-*! ROMANTISISMO y y luego esto ._.! osea me toman el pelo o que¬¬!que se creen que son D:!(?XD.
Phoebe: Aww, Pheebs…
Rachel: Phoebe, ese es tu nombre -.-
Phoebe: ¿En serio? ¡Creí que así nos llamábamos todas! D:
EL EGO EL EGO XD! AAAHHH ^^!Ya dije que Phoebeme hace acordar a mi:3! ok ya ya lo abre dicho pero es que D:! aaaa dejenme fantasiar tranquila u.u! .
WWIIIII MAS VALE QUE ESTE COSO ME DEJE COMKENTAR POR QUE SI LE ARE PIRAR COLORES!¬¬!.
*-*! CHICAS SIGAN A SI =D! SON G ENIALES TODAS Y ESCRIBEN MUYCOOL=DD!!wiii wiii e.e! capi capi xD!..
SAAYOONARAA e.e!
Owwwww ya lo extrañaba! Me encanto el capitulo amiga!
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