Maldije
otra vez. ¿Quién diablos era a esta hora? ¿Por qué Monica no se ocupaba esta
vez? El sonido volvió a aparecer. Y otra vez, y de nuevo. Maldición.
Me
incorporé y salí de mi habitación, con cuidado de no caer de bruces contra el
suelo por la escasa vista que tenía por esa oscuridad. El sonido se volvió diez
veces más insistente y corrí cabreada a atender. El suelo perdió sentido bajo
mis pies, y fue precisamente el café de sus ojos lo que me arrebató de una el
sueño. “¿Michael?” le llamé, pero mi voz
no hacía presencia alguna. No podía creerlo, no podía ser la realidad, no era
posible que él estuviese varado en mi puerta en este preciso momento; pero
fuese cual fuese la razón, no quería que se esfumara. Volví a llamarle, pero
ahora con deseo de que por fin terminara de acercarse hacia mí. Me miró, y de
repente podía encontrar calma en sus ojos, podía sentirme liviana, podía
olvidarme de cada error, de los retazos e inapetencias, sus ojos eran mi abrigo
para esta soledad. Se fue acercando poco a poco hasta que nuestras pieles se
tocaron, nos miramos a los ojos, y sin darme cuenta sentí su mano invadiendo mi
nuca, y su mirada descender a la altura de mis labios. Y ni por poco, me iba a
atrever a detenerle.
Abrí
los ojos, y mi sueño se desvaneció con la mañana.
Perfecto,
una cosa más que agregar a mi –enorme– lista de problemas. Había visto –sin
quererlo, la mayoría de las veces–, ese sueño una y otra y otra y otra y otra
vez. Quizá incluso más veces. La verdad, tuve que dejar de contar luego de la
tercer noche seguida en la que se había proyectado en mi mente. Y si aquello
parecía ya bastante problemático, después aparecía otro par de ojos en mi
mente. Inmediatamente después de haber repasado aquel sueño, los enfurruñados,
molestos e inseguros ojos de Ross invadían mis pensamientos. Se levantaba el
telón y aparecía entonces la culpa.
Todo
era un desastre dentro de mí.
Esta
mañana había sucedido de nuevo; Michael, Ross en mi mente, y un pequeño detalle
–insignificante, en realidad–, que me recordó que tenía que trabajar. Y la idea
de dejar la calidez de aquella cama y dirigirme a Central Perk para “trabajar”,
no me resultaba en absoluto atractiva. Pero, en fin. Quizá, si alguien en el
Cielo se compadecía de mí, un meteorito gigante destruiría Central Perk en su
totalidad… pero tampoco tenía tanta suerte.
Circulé
por enésima vez el lugar, sosteniendo una jarra cafetera entre mis manos y
buscando por personas que deseaban tomar más café, pero lo único que llamaba mi
atención eran mis amigos cotilleando y dejando escapar carcajadas que resonaban
por todo el lugar, sentados por supuesto en el mismo sofá viejo de siempre.
—...Oh, pero la parte más genial ha
sido cuando él y yo...
—¡Oh,
Phoebe...!—en coro interrumpieron a Phoebe con su discurso y el gesto pícaro
que llevaba en la cara—. Ya fue demasiado.
Me
acerqué a la barra de servicio para ajustar mi delantal. ¿De qué estaban
hablando?
—Bien, creo que ahora me toca a...
—¡Sigues,
Monica!—Phoebe vociferó luego de reír. Chandler le fulminó con la mirada por no
dejarlo terminar de hablar.
Reí,
mirándolos por encima de mi hombro.
—¡Es
que no hay nada que contar, chicos! Sólo es un chico del trabajo y nada más. Pero
lo raro es que anoche soñé con él y no termino de entender por qué.
—Bonita
historia, Monica—Chandler se incorporó sobre su asiento para dejar su taza
llena de café en la mesita del centro—. ¿Puedo contar mi sueño ahora?
Monica
y Phoebe asintieron de mala gana.
—Bien, anoche soñé que estaba de pie
aquí en la cafetería, cuando…
—...Ey,
chicos ¿Qué hacen?—opté por intervenir de una vez a su conversación. Me senté
en el descansabrazos del sofá en el que se encontraban, y apenas puedo
reaccionar, me percato de que Chandler se ocupa de fulminarme con la mirada.
—Estamos hablando sobre los sueños—Phoebe
replicó mostrándome una sonrisa.
—Sí,
Rach. ¿Por qué?—Chandler se cruzó de brazos—. ¿Has tenido algún mal sueño?
Se
me cortó la respiración.
—¿Quién? ¿Yo? No, no, no, yo de
hecho... nunca sueño.
Intenté
sonreírles mientras sopesaba la enorme mentira que acabé de soltar. Iba a
aumentar una excusa mejor para acompañar el comentario cuando un cliente del
lugar me llamó por detrás:
—Ah... ¿Señorita?
—¿Sí?
Viré
para encontrarme con él. Un hombre de edad avanzada, pulcro y de semblante poco
amable, pero al menos, me había evitado tener que continuar con mi explicación.
—Usted
me acaba de traer un té—murmuró, tendiendo su taza llena de líquido frente a
mí—, y yo le pedí un descafeinado.
—Oh,
lo siento tanto, señor. Puedo regresar y...—traté de ubicar con la mirada la
jarra cafetera que cargaba conmigo hace unos minutos. ¿Dónde diablos la había
dejado?
—No,
¿sabe qué?—me cortó—. Al parecer no puedo obtener un buen servicio aquí, así
que...
—¡Espere!—intenté evitar que él se
pusiese de pie—. ¡Puedo traerle su...!
—...Olvídelo—sentenció.
—B-bien...
Y
me quedé pasmada, observándolo salir del lugar. Ahí iba mi propina, ahí llegaba
la regañiza que me aguardaba por haber dejado que se marchara... ahí iban mis
escasas ganas de trabajar.
—Rachel, ¿Estás bien?
Me
giré siguiendo la voz preocupada de Monica a mis espaldas. Tendió una mano
hacia mí y me aproximé a acercarme sin pensármelo dos veces. Si había algo que
mantenía el tiempo fuera de la fina línea hacia la miseria, eran ellos, y la
forma en que siempre se preocuparían por mí.
—Sí,
es sólo que...—titubeé, y volví a la posición de antes sobre el mismo
descansabrazo—. He estado algo distraída. No puedo... dejar de pensar en todo
este asunto.
—¿En lo de Mich-...?
—Sí, Phoebe. En ese—mis ojos
fulminantes la hicieron callar.
Sentí
cada par de aquellos ojos pasmados sobre mí, mirándome compasivos, aguardando
por la explicación que aún les debía a todos.
—Un
momento...—Joey me miró de forma diferente, entrecerrando sus ojos y sin
observar nada más que no fuera yo, como tratando de leer mis propios
pensamientos, o como si estuviera a punto de descubrir uno de mis más grandes
secretos. Reprimí su mirada, ¿Qué se traía?—. ¡¡Soñaste con él!!
Sentí
el agujero en mi pecho agrandar su tamaño.
—¿¡Qué...!?—reí, mascullé y negué
con cabeza y brazos—. Yo no he...
Él
acentuó la intensidad de su mirada, y lo peor, era que el resto se había unido
a si causa. Había despertado al león, y no podía engañarme siquiera a mí misma.
¡Era pésima mintiendo!
—¡De acuerdo, sí!—vociferé sin poder
mirarlos—. Sí lo... hice.
¡Dios!
¡Acabo de condenarme!
—¿¡Y
por qué demonios yo no soñé con él!?—Monica bramó tan pronto como yo terminé de
hablar.
Suspiré
agotada, quise mirarlos de nuevo y con el corazón tendiendo de mi mano supe que
si había comenzado, tenía que continuar.
—...Soñé
que... aún estábamos dormidas en el departamento, y por alguna extraña razón...
—Espera...—Monica me interrumpió—.
En tu sueño, ¿Michael va a mi casa?
—Pues... no lo sabrás si no me dejas
hablar.
Monica
asintió tranquila, y una sonrisa apareció.
—Entonces,
comienzo a escuchar que alguien llama a la puerta con bastante desesperación, y
como no había alguien más, yo he tenido que atender. En fin, cuando lo
hice, él estaba del otro lado y... entonces intentaba... Intentaba
besarme.
El
gesto que todos me obsequiaron me desconcentró inmediatamente, y por un
segundo, me pareció percibir que deseaban saber incluso más. Y mientras tanto,
yo luchaba por no pensar en esa sonrisa de nuevo, en los ojos marrones que me
habían enloquecido más de una vez... no en su nombre siquiera. Si era posible,
luché por que mi mente pasara lo menos posible por el recuerdo de esa misma
situación. Había durado ya tanto tiempo en el abismo, que comenzó a gustarme
sin darme cuenta. De pronto ya no quería salir, ya no quería que mi mente fuera
ocupada por otro rostro, y bien sabía lo perdida que estaba por ello.
"Ridículo" volví
a repetirme, "Nunca más lo vas a volver a ver".
—Pero,
¿Estás segura de esto?—la voz preocupada de Monica me devolvió a la realidad.
—Monica, te lo estoy diciendo... con
la verdad.
Suspiré
de nueva gana. Y observé cómo los ojos de Phoebe parecían brillar.
—Eso sí que es...
—¿Raro?—Chandler añadió.
—¿Cursi...?
—...Romántico—Monica
y Phoebe repusieron al mismo tiempo, y no pude sino gritar en el interior.
Tenía
que cortarles las alas en este instante, dolorosamente era preciso hacerlo.
—No,
no lo es ¿Bien?—me incorporé para mirarlas mejor—. Y estaba inventándome todo
un discurso para hablar y aclarar todo con Ross. Pero después de esto, no creo
que logre abrir mi estúpida boca en frente de él...
—Oh,
¿Enserio?—Joey se burló—. Puede ayudarte el que no pienses en que... ¡Casi
engañaste a mi mejor amigo en tu sueño!
Chandler
se bufó como si estuviese harto.
—Creí que yo era tu mejor amigo.
—Oh,
no, no, verás a veces tú eres mi mejor amigo, y a veces Ross lo es—Joey se
excusó, lanzando una risita nerviosa al aire.
—Demonios, me siento mucho mejor.
—Cuando quieras... mejor amigo.
Tenía
que admitir que por poco su pequeña conversación me hacía reír. Pero luego
pensar en que una risita momentánea no arreglaría ningún problema me impidió
siquiera sonreír. Teníamos que volver a mí ahora. Retomar el asunto.
—¿Qué ninguno de ustedes tiene que
ir a trabajar?—inquirí.
Y
casi como si alguien tuviera intenciones de conceder mi deseo urgente, ellos se
dirigieron un par de miradas alarmantes, y luego de que Chandler diera un
vistazo rápido al reloj de su muñeca ambos desaparecieron del lugar sin decir
una sola palabra, y dejando lugar a muchos suspiros que por seguro, aparecerían
después.
Monica
y Phoebe me abrazaron con la mirada.
—Entonces,
esto sí que es genial...—espeté volviendo a tomar asiento, aproximándome a
ambas—. Primero, Ross me deja sin ninguna razón en el departamento. Después, me
viene este estúpido sueño a la cabeza del que no puedo dejar de pensar... Ross
no tarda en venir y no tengo nada preparado para decirle. ¡Nada!
—Escucha,
Rach—Monica se incorporó sobre el sofá—. No tienes por qué preocuparte. Si Ross
te quiere, y yo sé que sí... el entenderá cualquier explicación que le des.
Además, él es el que debería disculparse en primer lugar. Tú no has hecho nada
malo.
—Pero sí que lo soñó.
Phoebe
rió, y por un instante deseé ver mi cerebro embarrado en el suelo.
—Bien, Phoebe... Gracias—le reproché.
—Escucha,
te daré un consejo. Lo que tienes que hacer es...
Monica
musitó, pero las palabras de pronto dejaron de aterrizar en mi cabeza. Un par
de ojos serios me contempló desde el umbral. Tranquilo, en calma, y con un
atisbo de felicidad, Ross se aproximó hacia nosotras. Entonces quise olvidarme
de todo, del tema en especial. Y deseé, muy adentro, que mis amigas lo
pretendieran así al menos.
—Hola, chicas—su sonrisa crecía con
cada paso que lo acercaba.
—Hola, Ross—susurré lo
suficientemente bajo para que sólo él pudiese escuchar.
Él
se inclino hacia mí, pero yo no pude corresponder el gesto. No es que me hayan
quedado muchas ganas, luego de recordar la escena incómoda que ocurrió en el
departamento días antes.
—Rachel,
¿Podemos hablar?—su tono se entristeció. Como si se hubiera dado cuenta de
todo.
—Claro—asentí con fuerza—.
Siéntate...
—...Bien.
Tomó
asiento a mi lado. Las comisuras de sus labios se extendieron anunciando que había
algo para decir, pero sus ojos se topan con las miradas ansiosas de Phoebe y
Monica, y aparenta abandonar toda intención de hacerlo. Traté de advertirles
sólo con la mirada.
—¡Oh,
Phoebe!—Monica, para variar, pareció reaccionar—. ¿Has visto ya los nuevos
secadores de manos en el baño?
—Ya
voy, ya voy...—Phoebe resopló, y entornando los ojos se puso de pie para seguir
a Monica, que ya se encontraba andando hacia el cuarto de baño. Reí para mí
misma, sabía que tarde o temprano ambas me exigirían que les platicase todo, a
lujo de detalle.
Suspiré
un poco más aliviada, una sonrisa recobró presencia en sus labios.
—Entonces...—titubeé.
¿Desde cuándo se había vuelto tan difícil dirigirle la palabra?
—Oh... claro, ehm…—aclaró su
garganta.
Aguardé
lo suficiente, hasta que las palabras tuvieran su lugar. Pero no aparecían.
Quizá yo tenía que comenzar, tal vez la primer palabra estaba en mi disposición
y de ahí partiría la conversación que arreglaría todo entre nosotros.
Ross
volvió a bajar su mirada, y no lo pude contener.
—...Lo siento.
Vociferamos,
para mi sorpresa, al mismo tiempo.
—Oh, lo siento—se repuso casi
inmediatamente—, habla tu primero.
—¡No!
no, ¿Qué decías?—insistí, y su mirada se dulcificó al volver a encontrarse con
la mía.
—Que
lo siento...—al final, habló—. Creo que he actuado como un estúpido desde hace
unos días. No debí dejarte ahí con mi frenética hermana y... bueno, pensarás
que se trata de un asunto que no viene ni va, pero... Cuando estábamos en el
concierto, y Phoebe te ha presentado con Michael… no sé por qué, pero... La
forma en que te vio, el cómo se vieron. El punto aquí es que… he sentido...
celos.
—¿Celos?
—...S-sí.
—¿De…
Michael?—traté por mucho de sonar lo más convencida posible, y de que como él
ya tenía la idea, pareciera que aquél era de hecho un asunto sin importancia.
Así estuviera ardiendo y gritando por dentro.
—No lo haces fácil, Rachel—me
reprendió, y mis mejillas punzaron.
—Lo
siento, pero ¡Ross! No hay razón para sentir celos. ¡Y mucho menos de Michael Jackson!—me
giré un momento a mis espaldas para percatarme de que mi superior no estuviera
merodeando por ahí, que luego del cliente llorón y de todo este tiempo que no
he atendido ni una sola orden, seguro me aguardaba el castigo de mi vida. Me
giré a mirar a Ross de nuevo, más relajada, pero de su mirada vi supurar todo
lo contrario—. Él es una celebridad. Millones de personas lo conocen, y además,
lo más probable es que nunca en la vida lo volvamos a ver ¿Sabes? Si queremos
que nuestra relación sea buena, debemos aprender a confiar en nosotros, cielo.
Nunca abusar de nuestra confianza, y tú sabes que últimamente nuestra relación
no ha ido del todo bien debido a eso... Ayúdame a no perderte o no apartarme de
ti.
Él
suspiró, dándome la idea de que mis palabras habían hecho el trabajo correcto.
—Tienes,
razón...—tomó mi mano. El tacto me tomó por sorpresa, pero definitivamente se
siente familiar—. ¿Sabes? Olvidemos todo esto… démonos una oportunidad más… y
esta vez… será bien.
—Por favor—admití, y una inmensa
sonrisa apareció en su rostro.
—Está bien, entonces... Desde ahora,
yo confío en ti… y tú confías en mí.
—Claro
que sí, Ross...—él se inclinó y dejó un pequeño beso en mi mejilla entumecida.
Para cuando volvió a incorporarse, me sentí más segura de mi misma, de mis
palabras, y que desde ese punto ya nada podría partir mal—. Además, te aseguro
que no he sido la única a la que Michael ha visto de esa manera.
Oh
no, ¿Pero qué demonios acabo de decir?
—Aguarda—susurró,
con su mirada oscureciéndose frente a la mía—, ¿Entonces tú también lo has
notado?
—¿Qué...?—traté de reponer, pero era
evidente, que ya no había marcha atrás.
—Rachel,
creo que es un buen momento para empezar con eso de “Confianza en nosotros” ¿No
lo crees?
Me
sentí como una niña a la que habían terminado de regañar. Él tenía toda la
razón.
—No recordaba la última vez que
había estado más de acuerdo contigo, Ross.
Ambos
sonreímos a la par, y parecía que las cosas saldrían bien al final. En
realidad, arreglar las cosas había sido bastante fácil. Sorprendentemente
fácil. Estaba feliz, pues todo volvía a la normalidad. Con Ross,
repentinamente, todo era fácil.
Y
podía olvidarme del millón de cosas que revoloteaban como oscuras mariposas por
mi mente, y ser simplemente…yo. No, mejor: yo… con Ross.
Pero,
las cosas iban bien… sólo si me concentraba en no mirar el lado oscuro de la
luna.
—¡Aw, chicos!—Monica volvió, y le
sonreí a ella y a Phoebe detrás—. Qué bueno que ya están bien.
Me
giré y miré a Ross de nuevo, que me contemplaba con su mirada centellando
alegría. Me atrevería a decir que ha ignorado que Monica haya vuelto con
nosotros.
—¿Quisieras salir en un rato a dar
un paseo?—musitó.
—Claro que sí, Ross.
—Perfecto,
entonces...—comenzó a alejarse, y anduvo despacio hacia la salida del lugar—. Sólo
paso por algo al trabajo y te veré en el departamento ¿Bien?
—De acuerdo—asentí—, falta poco para
que termine mi turno aquí... Adiós, Ross.
—Te veo en un rato, Rachel—fue lo
último que pudo anunciar antes de desaparecer tras la puerta.
Me
quedé en mi lugar, observándole alejándose entre las calles, y en el segundo en
que le miré más allá doblando la esquina, me apresuré a encontrarme con Phoebe
y Monica de nuevo. Una alarma desgarradora azotó en mi pecho y ellas lo tenían
que saber. Algo podía hacer para poner todo en orden con Ross de nuevo, y en mi
cabeza también, y no podía tomar ningún tipo de riesgo.
—...Escuchen,
díganme que están seguras de que Michael no tiene forma de contactarnos.
Phoebe
casi se atraganta con su bebida, y lanzó una risita nerviosa al aire.
—Oh, no, no, no...—vociferó, pero
evitó mirarme—. S-seguro no te llamará.
—De
acuerdo—admití por debajo—. Porque justo las cosas comienzan a pintar bien, y
no quiero tener que arruinarlo de nuevo.
—¡Pero claro! Que hasta parece que
te has olvidado por completo de tu sueño íntimo con Michael.
Resoplé
de mala gana, e hice el vago intento por ignorarle. Por pretender al menos por
el tiempo restante en Central Perk, que me había olvidado de eso de verdad.
*****
—De acuerdo, Michael... Ahora
podemos irnos.
Frank
tomó su chaqueta y guiñó su ojo hacia mí. Creí que aún, luego de un pesado día
en el estudio de grabación, ambos continuábamos en la misma sintonía, pero
verle dirigirse hacia el corredor que llevaba a la salida me hizo saber que no
era así.
Salté
de mi asiento y corrí a alcanzarle.
—No,
no, Frank, espera—justo pude detener su paso antes de salir—. Has dicho que
podríamos revisar los registros para conseguir el número de Phoebe. ¿Lo
recuerdas?
—¡Oh, claro!—echó su cabeza hacia
atrás y resopló—. No se te escapa una ¿Eh, Mike?
—No se me escapa nada que me
importe.
Admití,
y sin importarme qué tanto se demoraba en seguirme el paso me dirigí a la
oficina principal. Me aproximé a ese desordenado escritorio, y tomé ansioso la
carpeta que contenía la información sobre las últimas admisiones. Lo abrí con
afán de hojearlo, pero Frank se adelantó y me arrebató el enorme libro de mis
manos. Le fulminé con la mirada apenas tuve la oportunidad.
—De acuerdo... ella se llama...—hurgó
mientras pasaba y analizaba cada una de las páginas.
—...Phoebe Buffay.
—Okay,
entonces... ella estuvo aquí hace...
—Cinco días, Frank.
Estaba
comenzando a desesperarme. No podía concebir lo ansioso que me encontraba por
ello.
—Bien...—una sonrisa satisfactoria
apareció—. Efectivamente, aquí está.
—Claro, lo que haré será hablar con
Phoebe... y después preguntar por Rachel, supongo.
—Pero,
Mike, como amigo tuyo. Sólo te pido que no tomes mucha importancia a esto...
¿Está bien? Algo podría... no salir como lo deseas.
Me
estremecí, y comprendí que tenía toda la razón. Por un momento, deseé que sus
ojos no fueran tan importantes para mí, que el hecho de que entré a aquél lugar
tras bambalinas y la vi a ella primero que a alguna otra persona no se
reviviera a cada cinco minutos en mi interior.
Estaba
perdido desde aquél día, pero no quise que fuese de otra forma.
—Lo sé, Frank.
Suspiré
una vez más, antes de tomar un bolígrafo para anotar el número.
*****
—Ya estoy aquí, Ross.
Cerré
la puerta del departamento detrás de mí, y en el pequeño perchero próximo tendí
mi bolso y mi chaqueta. Ross abandonó el sofá y anduvo con una sonrisa hasta
encontrarse conmigo.
—Hola...—me saludó, e inclinándose
depositó un beso en mi mejilla—. ¿Estás lista?
—Casi, sólo déjame cambiarme de ropa
en un minuto.
—Está bien.
Me
cedió camino y comencé a andar. Mis pasos apresurados no se detendrían por
nada, luego del fastidio del horario laboral. Ni siquiera por escuchar el
teléfono sonando de pronto. Miré a Ross con desgane desde el umbral de mi
puerta.
—¿Podrías tomar la llamada?—inquirí,
y sin darle el tiempo de responder cerré la puerta.
El
sonido no se demoró más de dos segundos en desaparecer, y más tranquila, busqué
de mi closet una falda corta y una blusa negra de chándal a juego para usar.
Algo casual, pero diferente y no ordinario, algo acorde con la ocasión. Me
detuve un instante a mirarme en el espejo y deshice la coleta que amarraba mi
cabello, esparcí un poco de fragancia en mi cuello, y me sentí lista para
volver a la estancia.
—...Listo—volví
a encontrarme con Ross—. ¿Nos vamos?
Le
contemplé un semblante completamente transformado. Su sonrisa desapareció, y
sus ojos eran atolondrados y estaban perdidos observando el teléfono puesto
sobre su base y por ello, ni por poco se dignaron en encontrarse con los míos.
Enmudecí, pero preferí no tomarle importancia.
—Claro que sí...—titubeó, y tendió
su mano hacia mí.
—Bien.
De
la mano, nos condujo hacia la salida del lugar.
—Ehm,
¿Rach?—se detuvo en seco, mirando mis ojos de una vez—. Tengo un mensaje de...
—¿Sí?
—De... ¿Sabes?—al final, sonrió—.
Olvídalo, no es importante.
—De acuerdo... Entonces, vámonos.
me encanto estuvo mui chido este capitulo me encanto <3
ResponderEliminar*--------------------------* SIMPLEMENTE GENIAL!!!!! =33333333333333333
ResponderEliminarOMG!!! =o por qué tuvo que ser un sueño!!!! yo quiero que eso pase!! *-* me encanta lo atrevido XD ... ya lo se... soy muy pevertida cuando se trata de Mike XD cuando va a llamar Mike por teléfono??? que va a pasar??? quiero saberlo, no me dejes con la intriga =O
ResponderEliminarBesos ^^ Ah que casi se me olvida, mañana yo subo el cap 8 de mi nove :3 Nos vemos guapas!!!
P.D: mis comentarios son los mejores XD
Super genial!!!!!!!!!!!!!! No puedo entender como bajaron la cantidad de comentarios.
ResponderEliminarPor favor comenten faltan 7 comentarios más para llegar a los 10 sino no tendremos el capítulo 6.
Sigan adelante
O____________________________O CASI ME DA UN INFARTO!!!! DDD: CREÍ QUE HABÍA SIDO REAL Y VA SIENDO UN SUEÑO ¬¬
ResponderEliminarEsta genial como siempre :333 de verdad! ^^ aaahhh no me imagino lo que pasará en el siguiente capitulo *-*
Wuuu, recién puedo comentarte. ¡Me encanta la novela! Han juntado las dos cosas que más adoro x3. Yo ya me decía "Qué atrevido, por Dios D:" hasta que vi que era un sueño, y qué sueño xD.
ResponderEliminarQue estés bien, bendiciones ^^
Waaaaa!!! Me encanta!! Es super divertida me muero de risa siempre!!! :D
ResponderEliminarAmo la personalidad de Phoebe jajaja ^^ es adorable!!
Ya tenes 10 good friends... Asique capitulo nuevo ahora! ^^ jeje...
Bendiciones
woow cute :3
ResponderEliminarsoy la 9 e_e xD aaw jajaja muy bueno el capitulo :B Solo falta una, para que este el 6° Capitulo que ya lo quiero leer *--*
ResponderEliminarWoohoo! Soy la 10, proximo cap asegurado! Hahaha
ResponderEliminarAme el cap, recomendare la nove a mis amigas!
Que lindo que Rach lo haya aceptado *_*
En espera del siguiente!
Gaby.Colombia!!
¡NO HABÍA TENIDO LA OPORTUNIDAD DE LEER ESTO!... ¡¡ESTÁ BIEN BUENO Y ENTRETENIDO!! POR FAVOR DEBES SEGUIRLA, AUNQUE SEA UN CAPÍTULO POR SEMANITA... ASÍ TENDRÁS A TUS LECTORAS CONTENTAS Y MANTENDRAS VIVA LA LLAMA DEL INTERÉS... ¡FELICIDADES AMIGA!!♥♥
ResponderEliminarWooow!!! IinKreiBle tienes un Don de escriBir!!! Siguela No La Dejes...!
ResponderEliminarOoh Dios! Es INCREIBLE tu novela & me mata de risa! Jajajajjaja Siguela
ResponderEliminarAJAJJAJAJAJJAJJAAaaajaajaaajaa Phoebe es tannn graciosa XD
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