sábado, 4 de abril de 2015

Capítulo 22: "Con Promesas y Lágrimas"

Cerré mis ojos y traté de procesar lo que Karen terminó de decir.

Dejé ir sus manos, sólo para apoyar las mías cerca de mi pecho, toqué mi frente un momento y los nervios que comenzaban a aparecer pesaban cada vez más. Fue un momento en el que miles de preguntas comenzaron a bombardear mi mente, una tras otra.

¿Michael le había dicho eso a ella?

            —¿Ocurre algo?—Karen preguntó alarmada.
            —Karen, nosotros… nosotros no…—Michael titubeó.
            —Michael, ¿Le has dicho a ella que...?—Murmuré.
            —¡No! ¡Por supuesto que no! Yo no…
            —Tal vez—Phoebe aclaró su garganta—, tal vez deberíamos irnos.

Phoebe tomó a Joey de las manos, se pusieron de pié y comenzaron a desaparecer de la habitación. Monica y Chandler les siguieron sin decir nada más.

            —Lo lamento tanto, yo no entiendo qué…—Karen decía.
            —…No—le interrumpí—. Yo lo siento, en verdad… Pero…
            —…Karen, Rachel y yo no somos pareja.

El silencio nos invadió por varios segundos tras el tono serio que Michael usó en su oración.

—¿No lo son?—Karen cubrió enteramente su rostro—. Dios mío… es sólo que he creído que…
            —…No te preocupes—Dije.

Observé el rostro de Michael, asesinándome con la misma pregunta que antes. ¿Había sido él quien le dijo eso? No, por supuesto que no. Nunca creería que Michael haría algo así. Quiero creer, necesito creer, que Karen ha dicho aquello por mera equivocación.

—No puedo creer que haya hecho esto—Karen cubrió sus ojos—, es sólo que los he visto tan… yo…
           —…Tranquila—Michael forzó una sonrisa hacia ella.

Comencé a sentir punzante la mirada de Michael sobre mí, le miré de vuelta, y pude comprender que no me miraba como antes, sentí miedo en su mirada, como si sintiera vergüenza al mirarme. Desde que le había conocido, jamás, él me había dirigido una mirada como aquella.

Me aterré por completo, y comencé a formular miles de maneras de decirle que todo estaba bien, pero entonces su voz me detuvo.

            —…Tal vez debamos salir a tomar un poco de aire fresco.
            —Claro—Dije, sonriendo hacia él, pero no me correspondió.
            —De acuerdo, vayamos—Dijo Karen.
            —…Tú no irás a ninguna parte, Michael.

Aquella nueva voz hizo que los tres giráramos al mismo tiempo, aunque no hacía falta en realidad. Aquella voz profunda era inconfundible. Frank nos miraba, como siempre, con un puro entre sus dedos.

            —Sabes que no me gusta que fumes dentro de la casa, Frank.

Frank apartó su puro unos segundos, escondiéndolo detrás de él.

—Ha llegado una carta de Pepsi, Michael. Quieren que conozcas el nuevo itinerario de la gira.

Michael se giró hacia Karen y hacia mí, dedicándonos una mirada cargada de compasión.

           —Yo… lo siento tanto. ¿Las veo luego?
—Claro, adelante—Le dije, cediéndole lugar hacia donde se encontraba Frank.
           —…Adiós.

Observamos a los dos por un segundo, mientras desaparecieron por completo frente a nosotras. Dediqué una mirada cómplice a Karen y comenzamos a caminar hacia el jardín principal.

            —Adelante, vamos.

****

Me encontraba en mi habitación, comenzando a sacar algunas prendas de ropa del que había sido mi tocador por la última semana. Me dispuse a doblar algunas de ellas, y comencé a acomodarlas sobre la cama.

En un segundo, el ruido de alguien abriendo la puerta de muy mala gana, me había sacado de quicio, asustándome completamente. Era Chandler, un sentimiento de completo enojo comenzó a aflorar.

Por todo.

           —…Eso fue algo grosero—Dije.
           —Lo lamento, mamá. La siguiente vez pediré permiso.
—No—me posicioné frente a él—. Me refiero a esto, a todo cuanto pasó desde que Karen llegó aquí.
           —No sé de qué hablas—Titubeó.
—¿No pensabas presentarme, Chandler? ¿Me chocas el brazo? ¿Me insultaste frente a todos?
            —…¿Y tu novio Richard, Monica? —Me interrumpió.

Le miré, y comencé a ponerme nerviosa.

            —No sé de qué estás hablando.

Sí, sí que lo sabía.

—Es increíble que se te haya olvidado tan rápido todo cuanto te dije. No puedo creer que lo hayas pasado por alto… Sobre todas las oportunidades que te he pedido de que… me veas más que a un amigo, Monica.
—Chandler—suspiré—, no comprendo el por qué de tu actitud… Tú y yo sólo estábamos jugando, hiciste diferentes bromas sobre aquello, sobre tú y yo, y yo sólo las he seguido…
—Sí, bueno—él acortó la distancia entre nosotros—, todo lo que hice allá afuera no ha sido más que una broma también.

Me dirigió la mirada más fría posible, antes de que le viera caminar hacia la salida.

            —Chandler, tú…
            —…Olvídalo, Monica.

Y observé la puerta azotarse justo detrás de él.
****

Karen y yo comenzábamos a caminar varios metros más allá de la mansión hacia el exterior.

—Rachel—comenzó—, siento que mi disculpa no ha llegado a ser ni suficiente…

Fruncí el ceño y la miré confundida.

—…Jamás, escúchame, jamás me hubiera apetecido hacerles pasar un momento tan incómodo como el que les he hecho pasar, si tan sólo…
—Karen—le interrumpí—... en verdad, pierde cuidado. ¿De acuerdo? Nada malo ha ocurrido, no quiero que te preocupes…

Sonreí, quise inspirarle la mayor tranquilidad posible en ese momento.

—Está bien—Suspiró—. Lo que ocurrió, Rachel, fue que no pude evitar pensar aquello… al menos no después de perderme en la manera en que llegaron ambos, juntos, tomados de la mano…

Comencé a creer, que quizás Karen había tenido razón. Ahora no la culpaba de nada. Después de todo, Michael y yo habíamos llegado al lugar tomados de la mano. Quise convencerme de que era razón suficiente para llegar a creer que él y yo éramos pareja.

            —…Y tan sólo—continuó—, en la mirada que se dan el uno al otro, es...

Negó, como si no encontrara palabras, luego comenzó a mirarme de nuevo.


           —Linda, sólo hay algo que quiero decirte—Dijo.
           —Dime.
—Quiero que sepas, que lo que ocurrió no ha sido más que una equivocación mía. Necesito, pretendo que me creas cuando te digo que Michael no me ha dicho que ustedes eran pareja... Si es que ese pensamiento ha llegado a tu cabeza.
—No te mentiré, Karen. Por un segundo, creí al menos, que pensaba así... Pero luego me aseguré de que no podía tratarse de eso. He conocido a Michael desde hace más de un mes y lo he conocido mucho más estos últimos días… Estoy segura de que él no ha dicho tal cosa. Puedes estar tranquila.

Le aseguré, mientras me ocupé en sonreír.

            —Gracias, pero—comenzó a fruncir su ceño—. ¿Puedo preguntarte algo?
            —Por supuesto.
            —¿Por qué no lo son, Rachel? ¿Por qué ser sólo amigos?

Esa pregunta taladraba en cada uno de mis sentidos. Y yo misma me ocupaba de causar ese dolor; cada vez que miraba a Michael, cada vez que mis manos tocaban las suyas, cada vez que su mirada estaba sobre mí, cada vez que escuchaba su voz… cada vez que yo miraba sus labios.

Cada vez que había pensado en besarle.

Pierdo la vista de Karen por un momento, mientras llevaba una mano a mi frente, tratando de averiguar qué decir. Quería ser lo más precisa con ella.

            —...Sería bastante complicado—Suspiré.
            —¿Pero, por qué?
            —Sólo te diré que... de ser así... yo cargaría con la tristeza de otra persona...

Ella se limitó a mirarme.

            —Estoy casi segura de que Michael te comentó alguna vez sobre...
            —¿Ross?—Me interrumpió.
            —...Claro.

Supe que ella lo había comprendido.

            —Lo lamento, Rachel…
            —No lo hagas—Dije, fingiendo una sonrisa.
            —Pues, sea lo que sea, linda... Quiero que estés segura de una sóla cosa...

Volví a observarle.

—…Michael te quiere—Continuó—. Te quiere en verdad. Tanto, que... quiero decir, jamás lo había visto así por otra persona... ¿Te lo ha dicho él antes?
           —No... —Aclaré mi garganta—. Él no lo ha… no lo ha hecho.
—Pues, puedes estar segura de que lo hará, y pronto—Dijo, guiñándome un ojo.

Sentí la sangre dirigiéndose veloz a mis mejillas, al instante en que sonreí de par en par.

Las horas al lado de ella pasaban en realidad disfrazadas de segundos. Ella y yo continuamos nuestro recorrido por el eterno jardín que se tendía frente a nosotras, caminando sin rumbo aparente, admirando una vez más, -quizá la última vez- la belleza de Neverland. Y qué mejor compañía que la de ella.

Luego de haber tocado cada tema que a ambas se nos ocurría, comencé a darme cuenta de que la luz ya no era la misma que caía sobre nosotras. El tiempo avanzó y la noche comenzaba a hacerse presente.

            —Comienza a oscurecer, será mejor que volvamos—Dije.
            —Oh, sí… tal vez deba irme ya.
            —Espera, ¿No te quedarás en Neverland, Karen?
—No esta noche… He venido a California a visitar a mis padres y me estoy quedando con ellos, pero seguro estaré aquí mañana por la mañana, linda—Comenzó a sonreír.
            —En verdad espero alcanzar a verte mañana—Murmuré.
            —¿De qué hablas?
            —Mañana regresamos a Nueva York.

Tuve que detener mi habla un momento, tan sólo pensar en la idea de que pronto me iría de aquí, me lastimaba demasiado.

            —Seguro te veré mañana... —Me dijo, incrustando sus ojos en los míos.

Tomamos camino de vuelta a la casa, pero transcurridos unos momentos de haber caminado, nos encontramos con la presencia de un hombre vestido de traje, que se acercaba hacia nosotras.

            —Karen, un auto está esperándote en la entrada.
            —Oh, gracias, ahora voy.

Me dirigió una mirada llena de compasión, y yo le correspondí. Abrió sus brazos un momento, y me tomó entre ellos en un pequeño abrazo.

            —Te veré mañana, Rachel. ¿Está bien?
            —Claro que sí.

Sonreímos, y luego de aquello, Karen se alejó de mí, siguiendo a aquél hombre que la había venido a buscar. Adelanté mi paso hacia la mansión, y tras unos minutos, por fin había entrado hacia la estancia principal.

Noto un tremendo silencio envolviendo cada esquina del lugar. Giré a todos lados tratando de localizar a alguien familiar, pero no fue sino hasta aproximarme a la sala, que vislumbré a lo lejos a Phoebe, sola, sentada en uno de los sofás, sosteniendo un libro sobre sus manos.

           —¿Phoebe…?
           —Rach, hola—Dijo desde su asiento—Te has desaparecido toda la tarde.
—Sí, bueno… se me ha pasado el tiempo volando… ¿Has visto a Michael? Había quedado en encontrarnos a Karen y a mí afuera, pero nunca llegó…
           —Me parece que él ha estado en el estudio todo el día con Frank.
           —Oh—Asentí—, ¿Y qué hay con los demás? ¿Dónde están?
—Pues… Monica ha estado empacando toda la tarde, le pregunté si quería mi ayuda y me ha dicho que no… la noté algo molesta, no sé qué tiene, en realidad… A Chandler y Joey no los he visto desde esta tarde, linda.
—Bueno… quizá debería comenzar a empacar también. No he preparado nada aún.

Phoebe asintió, dedicándome una sonrisa.

—No tardes mucho en subir, Pheebs—Comencé a decir—.  Tienes que descansar.
           —Claro, ahora subo—Murmuró dulcemente.

Subí a mi habitación, y mientras crucé la puerta comenzaba a sentirme inquieta, recordando una vez más la mirada llena de miedo que Michael me había dado, en el momento en el que Karen supuso que él y yo éramos pareja.

Me alisté para irme a dormir, y una vez que había terminado, miré hacia la puerta cerrada de mi habitación, deseando infinitamente que Michael llamara a ella, como lo había hecho hace algunas noches. Sólo para poder decirle que todo estaría bien, o bien, para sentirle sólo para mí, en ésta última noche que nos quedaba en este lugar.

Ya recostada, me hundí entre esas sábanas, sin haber apagado mi pequeña lámpara de noche, pero ni la tenue luz de mi lámpara a través de mi puerta, haría que Michael apareciera junto a mí esta vez.
 
Las horas pasaban una tras otra, y a lo mucho, en toda la noche sólo habría cerrado los ojos unos treinta minutos, maldije en mi fuero interno cuando me percaté de que los rayos de sol comenzaban a descansar sobre mis párpados cerrados. Miré el reloj de nuevo; 10 de la mañana.

 
Demonios, demonios, demonios, tenía tan sólo dos horas antes de que tuviéramos que estar en el aeropuerto, y aún me faltaban millones de cosas por hacer en aquél lugar; empacar, alistarme, encontrar a todos, hablar con Michael.


Corrí hacia el baño y tomé una ducha a velocidad récord, salí y tomé lo primero que encontré sobre el desastre de ropa que había dejado fuera de la maleta la noche anterior. Cepillé mi cabello y me digné en rizar y maquillar mis pestañas al menos, ya que el día anterior no había usado una gota de maquillaje sobre mi rostro. Como pude, terminé de empacar de una vez por todas y en menos de un momento me dirigí casi corriendo hacia el comedor.


Los chicos se encontraban ahí, desayunando.

           —Buenos días—Monica dijo, apenas me vio.
           —Hola—Dije, mirando fugazmente a todos.
           —Espero que ya hayas terminado de empacar, Rach…
           —Lo he hecho, descuida.
           —Te desapareciste ayer, Rach. ¿Pasó algo? —Joey preguntó.
—No, no ha pasado nada, descuida. Estuve con Karen solamente—Aclaré mi garganta—. ¿Han visto… han visto a Michael, chicos?
—Am, él estaba justo desayunando con nosotros—Monica dijo, mientras señalaba un plato con comida sólo, sobre la mesa—…De hecho él te estaba buscando esta mañana, sólo que Frank…
           —¿En dónde? ¿Dónde me estaba buscando? —Le interrumpí, alarmada.
—Tranquila, linda—Monica continuó—. Él ha ido a tu habitación, pero te ha visto durmiendo aún y no quiso molestar, eso fue lo que nos dijo.
           —Maldición… tengo que encontrarlo.

Me giré y comencé a tomar el paso, alejándome de ellos.

—¡Rachel, espera!—Monica caminó detrás de mí, hasta alcanzar a tomarme del brazo.
           —¿Qué? ¿Qué ocurre, Monica?
—Es lo que he tratado de decirte… Michael estaba aquí, pero Frank ha venido por él. Dijo que había venido gente a verle, y necesitaba hablar con ellos. Él y Frank están ahora allá, en una de las oficinas… la verdad es que no creo que te dejen entrar.
           —Oh, no—Musité.
—Él incluso—titubeó—, él incluso se despidió de nosotros… Lo lamento tanto, cariño.
           —No, no… descuida.

Ella me miró dulcemente, y acarició mi mejilla.

            —Ven, deberías desayunar antes, recuerda que falta poco para…
            —…Sí, lo sé.
            —Muy bien, entonces, ven…

Comenzamos a volver al comedor.

           —Espera, ¿Qué hay de Karen? ¿La han visto?
—Ella ha llamado diciendo que se le ha hecho un poco tarde, pero con suerte nos verá aún… Descuida.
           —Está bien.

Volvimos con los demás, y tomé asiento con ellos, Monica no lo hizo hasta haberme servido un poco de comida en un plato. Comida que apenas toqué, pues no me encontraba con el más mínimo apetito.

Simplemente no me sentía bien, en ningún sentido.

Ellos, como de costumbre, comenzaron a notarlo. Chandler y Joey trataban de sacar una sonrisa en mí, Phoebe me hablaba, tratando de que tuviera algo de lo que pudiera platicar con ella. Y Monica, ella sólo me reconfortaba con la mirada. Ella, más que nadie, debió comprender cómo es que me sentía en aquél momento. Después de todo, por algo ella era mi mejor amiga.

Me hubiera encantado agradecerle, agradecerles a todos por lo que hacían por mí, pero me encontraba aún más ocupada, mirando el caminar de las manecillas del reloj. El tiempo pesaba cada segundo más, y Michael continuaba sin aparecer. Un sentimiento de impotencia amenazó con aparecer.

           —Oh, Dios… los he alcanzado aún.

Una voz murmuró dulcemente detrás de todos nosotros, apareciendo del silencio que nos rodeaba, una voz que ya habíamos conocido hace no mucho.

            —Karen…

Suspiré, con un alivio enorme, me puse de pie y caminé hacia ella, tomándola fugazmente entre mis brazos. Y antes de que me diera cuenta, observé que mis amigos se habían acercado a ella también.

—Creímos que no llegarías—Phoebe sonrió—. Me alegra que lo hayas logrado.
—…Lo sé, lo sé. He tenido un par de problemas, pero he hecho lo posible por llegar. Igual creí que no alcanzaría a verlos… Me siento tan aliviada ahora—Dijo, lanzando un suspiro al aire.
           —Pero lo importante es que has llegado—Dije, sonriendo.
—Tenía qué, Rachel. No iban a irse sin verme de nuevo—Nos dedicó un guiño a todos—. Además, no iba a permitir que sólo Michael tuviera el gusto de despedirse de ustedes.

Todos guardamos silencio entonces, lanzándonos miradas unos a otros.

           —¿Qué? ¿Qué pasa?
           —No es nada—Monica respondió.
           —¿Dónde está Michael? —Karen enarcó sus cejas.
—Ese es el problema—dije—, ha estado ocupado toda la mañana con personas que vinieron a verle… No sé si… no sé si él pueda desocuparse a tiempo… para despedirse.
—Oh, chicos, no… no se preocupen. Debe tratarse sólo de firmar contratos y llenar formas, esto ocurre cada cierto tiempo, no debe tardar mucho, se los aseguro.

Las palabras de Karen pretendían alegrarme un poco, y casi me convencí de que lo habían logrado. Ellas, en conjunto con la mano de Phoebe apoyada sobre mi hombro habían hecho la perfecta combinación para sentirme un poco más tranquila de lo que estaba antes.

            —Gracias—Murmuré.
            —…Podrás despedirte de él, linda. Te lo prometo.

Asentí, y tomé su mano entre las mías, agradeciéndole. Continué observándola, pero la figura de un hombre, el mismo hombre que había aparecido la noche anterior en el jardín avisándole a Karen que alguien la esperaba, me había distraído.

            —…Lamento tanto interrumpir, chicos.
            —¿Ocurre algo?—Karen dijo, observándolo.
            —Es del aeropuerto—Dijo.
            —¿Qué?
            —El coche que los llevará al aeropuerto acaba de llegar.

Sentí todo destruyéndose dentro de mí.

Detrás de aquél hombre, otro par de personas comenzaron a aparecer, y sin decir nada, comenzaron a caminar hacia el segundo piso. Luego de unos minutos, aún sin decir nada, observé a esas mismas personas, descendiendo, pero consigo traían cada una de las valijas de nuestro equipaje. Aquél hombre bien vestido asintió, y tendió su brazo hacia la salida, para que esas personas salieran de ahí con todas nuestras cosas.

            —Cuando quieran, chicos… Esperaremos afuera.

Le oímos decir, antes de girar y salir por donde había entrado minutos antes.

            —No puedo creerlo—Llevé una mano a mi frente.
            —Cariño…

Monica me dijo, con un tono de voz repleto de lástima y compasión, acunando mi rostro entre sus manos. Supe que ella lo había comprendido todo, todos lo entendieron; nosotros tendríamos que irnos, y yo no iba a tener oportunidad de despedirme de Michael.

Instantáneamente, mi mirada buscó consuelo en los dulces ojos de Karen, traté de encontrar desesperadamente una respuesta, una solución en ella, algo que me dijera que podría ver a Michael una última vez más.

            —No sé qué decirte, Rach, yo…

Sentí un nudo en mi garganta aflorando dentro.

            —Lo lamento muchísimo—Murmuró.
            —No, no, no—comencé a decir.
            —Chicos, debemos irnos, tenemos qué—Chandler dijo.

Ellos comenzaron a caminar en la misma dirección en la que se habían ido las personas con nuestro equipaje. Y yo, aún sin haber hecho un movimiento, aferré las manos de Karen a las mías.

Simplemente no podía creer que esto me estuviera ocurriendo a mí.

Segundos luego de haber perdido de vista a mis amigos, advertí la figura de Chandler volviendo a donde yo me encontraba, clavó su mirada compasiva en mí, y yo comencé a mirarlo también. Suspiró audiblemente.

            —Podríamos perder el avión, linda…

Karen tomó firmemente mi mano, y ambas comenzamos a caminar, siguiendo los pasos de Chandler, que ya se había adelantado unos metros delante de nosotras hacia la salida. Nos encontrábamos un par de metros antes de al fin cruzar el gran umbral de aquella puerta y quise mirar a Karen una última vez, mientras mi vista comenzaba a tornarse nublada.

           —Karen—Mi voz se quebró.
—…Le diré todo cuanto me pidas que le diga, Rachel… Sólo dímelo, y lo primero que haré será decírselo. Lo que sea.
           —Yo sólo…

Mi voz se esfumó por un momento, y me ocupé en apoyar una de mis manos sobre mi pecho, tratando de tranquilizarme a mí misma. Suspiré, y Karen continuaba prestándome total atención.

            —...Quería que supiera cuánto lo quiero. Cuánto lo voy a extrañar.

Ella sonrió, y sin darle el tiempo para responder, preferí tomarle entre mis brazos una última vez. Quise asegurarme de que Karen supiera lo agradecida que estaba con ella, por haberme dado la oportunidad de abrir los ojos, por hacer que me diera cuenta de cuánto quería a Michael. Por todo.

Observé que los demás esperaban por mí del otro lado del umbral de la puerta, Karen y yo finalmente salimos al exterior, y apenas comenzaron a verla, todos se ocuparon de bombardearla de abrazos y besos fugaces. Escuché de sus labios cientos de ‘Gracias’ y millones de ‘Espero verte pronto’.

Sonreí al observar.

Uno por uno comenzaron a apartarse de ella, luego, Monica se acercó a mí y apoyando su mano en mi espalda, me había dado el valor de caminar junto a ella, hacia el coche que ya se encontraba encendido esperándonos a todos.

—Adiós—Murmuré hacia Karen, mientras nos encontrábamos ya alejándonos de ella.

Pero el verdadero dolor comenzó a hacerse presente, en el momento que dejé de mirarla. Me sentí mal, terriblemente mal.

No me había percatado de todo cuanto me estaba perdiendo, hasta que por fin estaba sucediendo; me iría sin despedirme de Michael, sin decirle todo lo que planeaba decirle al final, sin saber si en realidad podría verlo de nuevo, sin perderme una última vez en sus ojos. Sin nada.

Una lágrima comenzó a rodar por mi mejilla.

            —¡Rachel…!

Sentí el penetrar de aquella voz en cada centímetro de mi cuerpo.

Pensé que me había vuelto loca. Creí que lo había perdido completamente todo, cuando me giré y observé que Michael se encontraba a lo lejos, al lado de Karen, mirándome con la sonrisa más increíble que había visto dibujada en su rostro. Miré a Monica que se encontraba a mi lado, me observó con una hermosa mirada, y en menos de un segundo, yo ya me encontraba corriendo con todas mis fuerzas hacia donde él se encontraba.

Había sido tal el impacto con el que llegué a sus brazos ya abiertos, ciñéndome a él, que ocasioné que él retrocediera un par de pasos, y ambos perdiéramos el equilibrio.

            —No ibas a marcharte sin despedirte de mí, ¿O sí?

Michael susurró, mientras me tomaba aún con mayor fuerza que antes.

            —No, por supuesto que no—Balbuceé entre llantos.

Su mano acunó mi nuca completamente, haciendo que mi rostro estuviera hundido de lleno contra su pecho, y mis lágrimas cayeron directo a su camisa. Me estremecí, y corrientes eléctricas por toda mi piel me tomaban al sentir sus dedos jugando con mi cabello, y su brazo que rodeaba mi cintura con una armonía perfecta.

Deseé que aquello no terminara nunca.

            —Rachel...

Murmuró, y se incorporó, alejándose un poco de mí, para poder observarme mejor.

—…Quiero que sepas—continuó—, que lo que Karen ha dicho… no ha sido porque yo le haya dicho que…
            —…Lo sé—Sonreí.
            —¿Lo sabes?

Frunció el ceño, y aproximó su mano a mi rostro para secar una lágrima que descendía por mi mejilla.

—Te he conocido lo suficiente, Michael. Supe que no harías algo así. No me tomó ni dos segundos comprenderlo todo—Sollocé.

Michael me tomó de nuevo entre sus brazos, y pude sentir cómo la fuerza con la que yo le tomaba a él aumentaba tanto, que por un momento sentí como lastimaba nuestros cuerpos, pero no me importó. Le quería así, así de cerca le necesitaba.

            —…No me olvides, te lo suplico.

Rogó con un murmuro. Y antes de que yo pudiera contestarle, mis brazos lo dejaron ir un momento, sólo para poder introducir mi mano dentro del cuello de mi chaqueta, y dejar relucir la pequeña cadena de plata que rodeaba mi cuello. Esa cadena de la que había colgado el camafeo que Michael me había regalado en mi cumpleaños.

            —El camafeo…

Sus ojos comenzaron a tornarse vidriosos.

—¿Piensas que podría olvidarte? Te llevo conmigo a todos lados—Una risa se escapó de mis labios.

Las comisuras de sus labios se extendieron para dejar mostrar la más hermosa de las sonrisas, y llevó ambas manos a su cabeza.

            —¿Tampoco me olvidarás, Michael?

Mi pregunta hizo que él riera, como si no terminara de creer que yo le había preguntado aquello. Mordió su labio inferior un momento, y procedió a tomar mis dos manos con fuerza.

—Nunca... —aguardó un momento—. Escúchame bien, nunca, nunca, nunca… podría olvidarte, Rachel…. No podría, jamás.

Creí que ya me había tranquilizado lo suficiente. Pero oírle diciendo aquellas palabras, ocasionó que en menos de un segundo cientos de lágrimas más comenzaran a descender a lo largo de todo mi rostro.  No me importó en lo absoluto, que Michael me observara llorar.

            —Escucha…

Murmuró, con un hilo casi imperceptible de voz.

—Yo sé que… jamás he estado completamente seguro de todo cuanto sale de mis labios, pero… quiero decir que… antes de que te vayas quiero que sepas que…

Guardó silencio un momento, sin dejar de clavar su mirada en mí.

            —…Te quiero, Rachel. En verdad, en verdad te quiero…

Antes de que él pudiera continuar, tomé de sus hombros con ambas manos, fulminando la distancia que existía entre nosotros, y posicionando mis labios lo suficientemente cerca de su oído, me sentí con las fuerzas necesarias para susurrar;

            —Te quiero, Michael…

Observé la manera en que su piel se estremecía después, haciéndome sonrojar. Me alejé un poco, y clavé mis ojos en los suyos una última vez. Me fascinaba perderme en sus ojos, la manera en la que él me hacía perderme en ellos era tan adictiva, tan tóxica, que me aterraba tener que necesitar de ellos en este tiempo que venía para ambos.

Michael se acercó a mí de nuevo, e inclinándose hacia mí, eliminó la distancia que restaba entre nuestros rostros, rosando sus labios contra la fría piel de mi mejilla.

Mis rodillas temblaron, y cerré mis ojos con fuerza, ante aquél movimiento.

            —Te veré, apenas regrese al país, pequeña.
            —…Esperaré el tiempo que sea.

Y así sería.

7 comentarios:

  1. Dios mioooooooo! Me morí!!!! Estuvo simplemente hermosoooooo, fue todo tan inesperado, tan romántico las lágrimas casi se me salian al mismo tiempo que a Rach. Fue todo simplemente fenomenal! Muchísimas gracias por este hermoso capítulo Kat, como siempreee la espera siempre vale muchísimo mas que la pena. Esperare con ansias el proximo

    ResponderEliminar
  2. ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh¡ ufff,que suspiro que me acabo de mandar¡ es que fue muy tierno¡ ahh estoy muy triste por ellos,pobrecitos¡ D,: pero estuve a punto de dar un salto de felicidad cuando casi se besan ahhh¡ quería un beso¡ pero bueno,no se pudo.Salte e hice un baile de felicidad cuando vi que habias subido cap. ♥ ❤ love is in the air....

    ResponderEliminar
  3. Espero que Michael le proponga ya a Rachel ya de una vez el ser novios....está muy linda tu novela katy que inspiración....FELICIDADES... voy a seguir leyendo tu nove....

    ResponderEliminar
  4. uffs era el momento perfecto en que michael y rachel se dieran el beso de amor..............está increible tu novela Katty te felicito ............seguire leyendo y enloqueciendome más

    ResponderEliminar
  5. perfecto!!!!pero quisiera que metieran mas el papel, los sentimientos y emociones de rachel pues la principal y asi nos gustaria sentirnos,sumergirnos en aquella historia tan maravillosa

    ResponderEliminar
  6. perfecto!!!pero me gustaria que se hubiera metido mas el papel de Rachel pues es la principal en esta maravllosa historia y pues me gustaria que me hubiera hecho sentir mas como Rachel que como los otros personajes..pero todos es perfecto!!!

    ResponderEliminar

Just Good Friends (Novela inspirada en Michael Jackson) © , All Rights Reserved. BLOG DESIGN BY Sadaf F K.