lunes, 1 de diciembre de 2014

Capítulo 18: "Neverland"

           —…Mañana.
           —No lo creo, no—murmuré.
           —Entonces el día siguiente.
           —No, imposible… lo siento.
—No lo entiendo, Ross. Dijiste que podría hablar con ella. Creí que estabas de acuerdo en que lo hiciera.

Ella me observó con la mirada más fría que me había dedicado jamás. Entreabrió la comisura de sus labios con intenciones de hablar, pero no dijo nada. Sólo continuó mirándome.

Emily tramaba reprocharme algo, lo sabía. Y la entendía completamente. Yo mismo le había prometido a ella que pronto hablaría con Rachel de lo nuestro. Y yo no había hecho más que aplazar y aplazar las cosas. La forma más fácil.

—…Lo sé, lo sé, Emily. Sé lo que dije. Y lo lamento en verdad. Es sólo que no he sido capaz de encontrar el momento más adecuado para que tú converses con ella.
            —No lo has encontrado.

Ella se separó considerablemente de mí y dejó de mirarme por completo. Había bajado la mirada para no observarme, y luego cruzó sus brazos de manera sutil pero desafiante.

            —…¿Entonces cuándo será, Ross? Dime.
            —Será pronto. Lo prometo.
            —¿Igual que lo prometiste las primeras veces?
            —…No. No será como las otras veces porque esta vez tengo justificación.
            —No logro entenderte…

Emily volvió a mirarme y se acercó aún más a mí de lo que antes se encontraba. Me estremecí un poco. Y su mano que ahora se encontraba rozando mi mejilla no ayudaba en absoluto. Tuve que entrecerrar mis ojos por un momento para tranquilizarme.

—…¿Quieres que esta relación esté siempre escondida? ¿Es eso?—entonces musitó. No supe cómo responder—. ¿Quieres seguir con esto a espaldas de Rachel, Ross?
—…Claro que no. Emily, yo quiero que ella sepa sobre todo esto. Nada me mantendría más tranquilo que eso. Saber que ella está al tanto, y de acuerdo con esto. Yo nunca desearía tener una relación que…
—…¿Entonces qué es? ¿Por qué no he podido ir a hablar con ella? ¿Por qué siempre hay algo que evita que lo haga?
            —…Muy bien, debo confesarte algo.

El que yo dijera eso hizo que ella me mirara aún con mayor intensidad. Y dejándome sin fuerzas para soportar sus enormes ojos marrones sobre mí. Así que me vi obligado en romper todo contacto visual que había entre ambos y tomé la mano que posaba sobre mi rostro, para acunarla entre mis manos. Quería darle un gesto de comodidad.

           —…Adelante.
—De acuerdo, las primeras veces que te dije que no podrías hablar con ella… las razones por las que te dije que era imposible. Eran completamente falsas.
           —…Muy bien.
—…Pero no por evitar que hablaras con ella, Emily. Debes comprenderme. Había terminado apenas mi relación con ella y yo ya me encontraba tan entusiasmado contigo, con lo que ocurría entre nosotros que no quise estropearlo. Me encontraba increíblemente nervioso, me aterraba sólo imaginar la manera en la que ella podría reaccionar ante todo esto.
—Sí, sí soy capaz de comprenderte. Y no te juzgo por eso. Pero sí que te juzgo por seguir escondiéndome de ella. ¿Qué pasa si se entera por alguien más que no sea tú o yo? ¿Qué va a pasar si se entera por otra persona? Como en la primera vez… Ross, tu espera no hace más que perjudicarla tanto a ella como a mí.
           —Linda…
—…Y sea cual sea la razón por la que esta vez no pueda hablar con ella, entonces…
—…No, Emily. Lo sé, todo lo que acabas de decir. Estoy al tanto de ello. Sólo estoy tomando más tiempo que no tengo para tratar de detener lo inevitable, pero ya no más… Es esto de lo que quería hablarte, la razón por la que esta vez no puedes hablar con Rachel es porque ella no se encuentra en Nueva York ahora. De hecho, ni ella, ni Monica, ni los chicos.
           —¿Qué? A dónde… ¿A dónde fueron?
—Ellos están en Los Angeles. Es una larga historia. Fue parte de un regalo de cumpleaños para ella.
            —…No me lo digas. Tiene algo que ver con Michael.

Medité mis pensamientos por un segundo. Sentí que mi orgullo me había abandonado completamente, incluso frente a Emily. Escuchar el nombre de Michael no iba a terminar de hacerme sentir nervioso nunca. Abandoné la mano de Emily para llevar ambas manos a mi frente, y tener la fuerza para enfrentarla.

            —…Sí.

Ella soltó una leve carcajada, y acompañada de una sonrisa empapada de incredulidad, movía su rostro de un lado a otro, negando. Ella negaba como si no creyera lo que acababa de decirle. Como si le hubiere terminado de contar un chiste.

            —¿Qué, Emily?
            —…Es que no puedo creerlo.
            —¿El qué?
—Que justo unas semanas después de que te distanciaste terriblemente de ellos, por todo lo que sucedió entre ustedes, ellos te abandonen de esa manera. Irse al otro lado del país para visitar a Michael, y dejarte aquí sólo es…
            —…Fui yo quien decidió no ir, no fue decisión de ellos.
            —…¿Qué? ¿Por qué?
            —Emily, se trataba del cumpleaños de Rachel. No quería incomodarla.
            —…Pero tú si te incomodas quedándote sólo.
            —Pero no lo estoy, ¿no estoy contigo?

Volvió a mirarme con el único rostro que yo conocía en ella. El rostro que yo atesoraba en mi mente, por ese brillo y ternura que brotaba de él. El rostro que siempre manifestaba después de que yo dijera algo que sé que le había gustado. Ella volvió a acercarse más y más a mí, disminuyendo la distancia que se encontraba entre los dos, y presionó sus labios sobre los míos.

           —…Te propongo algo, Ross.
           —…Muy bien, dime.
           —Pero antes… ¿Cuándo es que regresan los chicos?
           —Si no han cambiado sus planes, el domingo.
           —Perfecto. Vayámonos entonces.
           —¿Qué?... ¿A dónde?
—No lo sé, a donde sea. Salgamos de Nueva York por unos días. No vine desde Londres sólo para visitar esta ciudad.
           —Emily, no lo sé, yo…
—…Decidiste quedarte por una razón, ¿no? Haz que valga la pena, al menos. Hagamos que lo valga.

Nada más que la tentadora propuesta de Emily retumbaba en mi mente. Ni siquiera mi trabajo, mi familia, mi hermana, los chicos… ni siquiera Rachel. No podía creer que realmente estaba considerando lo que Emily me proponía. Y cómo no hacerlo, con la mirada más dulce que encontré frente a mí.

Sonreí, y ella supo al instante lo que estaba por decir.

            —…Está bien.
            —¿Sí?
            —Sí.

Describir el momento en el que ella se lanzó a mis brazos por mi respuesta, sería inútil. No podría encontrar las palabras para hacerlo. Pero cuando ella volvió a besarme, y a sonreír como ella sabía hacerlo, me dio la seguridad que yo necesitaba en ese momento.

           —Haré que no te arrepientas de esto.
           —Yo sé que sí, Emily.
           —Y tú también, harás que yo no lo haga.
           —¿Qué? ¿Cómo?
—…Supongo que después del viaje, Rachel estará feliz. Ella y los chicos lo estarán, pero sobretodo ella, ¿cierto?
           —…Supongo que sí.
—Entonces debes prometerme, asegurarme, que la próxima semana podré hablar con ella. Y nada de excusas esta vez, Ross. […] Además, sé que si ella tuviera algo con Michael, desearías que ella te lo dijera. No que te enteraras por otra persona. ¿No es así?

Imposible pero cierto, la imagen de Rachel y Michael juntos había arruinado el momento que estaba viviendo, infestando mi mente de celos, inconfundibles. No había pensado ni por error en lo que Emily me decía. ¿Qué iba a pasar si Rachel llegaba de Los Angeles con la noticia de que Michael y ella ahora estaban juntos?

La simple idea me destrozaba por dentro.

Asentí, con la sonrisa más falsa que podría darle a Emily y traté de amortiguar la situación besándola en la frente. Aunque yo me encontrara más perturbado que nunca.

            —…Te lo prometo, Emily.

***

El aire comenzó a sentirse diferente dentro de mis pulmones.

Luego de haber manejado por varios minutos a través de las puertas de roble que daban la bienvenida al Valle de Neverland, la atmósfera comenzaba a ser otra.

Observé la cara de los chicos, que igual compartían una gran expresión de asombro en sus rostros.

            —¿Pueden creer todo esto? —musité.

Michael entonces esbozó una pequeña risa.

No pude sino sonreír al principio, y luego, al abrir mis ojos, comenzó a derramarse una lágrima de felicidad. Y no me importó dejarla correr.

—…No puedo creerlo—oí decir a Rachel, mientras llevaba ambas manos a la altura de sus labios, nivelando tal sorpresa.

Es como si, como si la sangre de tu cuerpo corriera por todas tus venas hasta tu cabeza. Como si el amor corriera a mi corazón, desde los primeros segundos que cruzamos la entrada principal.

Así de gloriosa era la entrada de Neverland.

El auto continuaba su recorrido, y lo primero que capturó mi vista fueron dos hermosos arcángeles iluminados, colgando frente a lo que parecía una casa, mostrando sus trompetas con gran eminencia, dando la bienvenida al hogar de Michael.

Detuvimos nuestra marcha al fin, y una sensación de estar violando la intimidad de Michael brotó de mi mente, dejándome sin la fuerza suficiente para bajar del vehículo, Michael caminó hasta acercarse a donde yo me encontraba.

            —¿Ocurre algo?

Lo miré por algunos segundos. Y traté de secar las lágrimas que ya habían caído por mis mejillas.

            —¿Tienes idea del pedazo de sueño que me acabas de cumplir?

Michael rió dulcemente y tomó mi mano, rozando mi mejilla con sus dedos, para que sea él quien secara mi última lágrima.

            —…Bienvenida, linda—susurró.

Rachel se aproximó a mí, y con una hermosa sonrisa plasmada en su rostro tomó mi mano para ayudarme a bajar del gran vehículo. Y entonces pude sentir que no habíamos entrado al hogar de Michael.

No, habíamos entrado al mismo Michael.

Ni el sonido del agua fluyendo libremente, ni las aves cantando en el aire. Ni siquiera la música clásica apoderándose de cada espacio mientras caminábamos por el camino a la casa principal, me había quitado la idea de encima. Todos estos instrumentos de la naturaleza, todos eran reflejos del hombre que vive aquí. Todo era Michael.

            —Sean bienvenidos, chicos.

Había dicho Michael a todos nosotros, mientras era ya escasa la distancia que restaba a la entrada de la gran mansión. Y la sonrisa que emergía de su rostro era la perfecta comparación que había con toda la belleza de nuestro alrededor.

Observé una vez más el paisaje que nos rodeaba, y no dejaba de impresionarme el nivel de pureza que había en cada cosa. Todo lucía tan brillante, tan perfecto, tan nuevo. Y cómo no iba a ser así, si Michael sólo se había mudado apenas unos meses antes.

            —…Gracias—dijimos casi en coro.
            —Gracias, Michael.

Rachel musitó, en el momento en que avanzaba un par de pasos para poder tomar una vez más la mano de Michael. Y se perdieron en la mirada del otro por unos momentos.

Pero tal vez duró demasiado.

            —Oh…

Oímos decir a Phoebe, mientras varias gotas de lluvia comenzaban a caer sobre nosotros.

           —Espero que no vaya a empeorar—Chandler dijo.
—No se preocupen, es raro cuando llueve de este lado de California. Pasará pronto. Además, tenemos muchas cosas por hacer hoy.

Sonreímos con la respuesta de Michael, y seguimos nuestra marcha hacia la mansión. Pero en un lapso de cinco segundos, el agua que caía sobre nosotros comenzaba a ganar intensidad. Adelantamos nuestro paso hasta al fin llegar. No sin terminar completamente empapados por los metros que recorrimos bajo la lluvia. Como pudimos, tratábamos de sacudir la mayor cantidad posible de agua antes de entrar. Y al fijar mi vista en el rostro de Michael una vez más, pude notar que estaba disgustado, cuando nos observó agitados después de haber corrido.

            —…Es que planeaba mostrarles el lugar con más calma.
            —No tienes de qué preocuparte, hasta ahora ha ido perfecto.

Phoebe le contestó de inmediato, dedicándole una sonrisa.

            —…Más que perfecto, Michael—dije.

Y vaya que lo era.

Pero aquello no iba a terminar, o al menos no terminaría por el resto del día.

****

            —…Es Mayo, y sigue lloviendo.

Phoebe murmuró de repente, antes de resoplar de una manera bastante obvia, haciendo volar un mechón de cabello que caía sobre su frente. Sin despegar la vista de aquél gran ventanal que acaparaba la vista de todos nosotros.

            —…No puedo creer que no haya parado de llover.

Joey decía a unos metros de mí, inexpresivo, mientras se encontraba sentado en el suelo, acompañando a Chandler armando una pequeña torre hecha con cartas de una baraja que habían encontrado husmeando por ahí.

Eché un último vistazo a mi alrededor para asegurar mi idea de que todos en la habitación teníamos la misma expresión en nuestro rostro. Todos, menos Rachel que se encontraba tan entretenida pintando las uñas de mis pies. Sonreí por un segundo, antes de notar que una mirada más se encontraba fija en Rachel además de la mía.

Michael… Él se encontraba mirándola a ella, y entonces mi sonrisa se había vuelto diez veces más grande. De tan sólo imaginar lo que sucedía en la cabeza de Michael cada vez que miraba a Rachel de esa manera que sólo él sabía hacer, mis emociones y mi mente me llevaban a plantear situaciones que me encantaría ver realizadas; tal vez no en el momento, pero lo cierto es que nadie puede asegurar lo que ocurra en un futuro. Ni siquiera ellos mismos.

Me encargué de que todo se tornara incómodo cuando noté que Michael se había dado cuenta de que yo lo miraba observar a Rachel de esa manera. Sus mejillas se enrojecieron y volteó su mirada.

—¿Qué ocurre, Michael?—le cuestioné mientras trataba de mostrarle una de mis mejores sonrisas, tratando de tranquilizarle.

Pero para mi mala suerte, mi pregunta hizo que todos en el lugar, incluida Rachel, le estuvieran mirando ahora.

           —…Sólo… me entristece todo esto.
           —¿El qué?
—…Esto. Quiero decir, hay millones de cosas allí afuera que quería mostrarles. Y hasta ahora lo que hemos logrado no es más que un día perdido.

Las palabras de Michael nos decían que él se estaba culpando a sí mismo, y en menos de un segundo, Rachel abandonó toda atención que tenía puesta en mí, y se giró para poder observar a Michael, y entonces ella comenzó a hablar:

—Esto no ha sido sólo un día perdido, Michael… Estuvimos prácticamente toda la tarde conociendo tu hogar, cada rincón de él, los pequeños detalles, las habitaciones, la decoración… y la verdad es que nos ha encantado… me ha encantado.

Ambos sonrieron, y me derretí al percatarme del color rojo que habían tomado las mejillas de Michael, después de escuchar lo que Rachel le había dicho. Pero ambos terminaron ése contacto visual al darse cuenta de que todas nuestras miradas se encontraban puestas sobre ellos.

Michael desvió la mirada hacia otro punto, pero no sin avivar varios tonos el color que tomaban sus mejillas. Y entonces observé como Rachel, con el mismo color rojo en sus mejillas, regresaba a su posición, observándome, mientras ya faltaba poco para que terminara de pintar mis uñas. Phoebe entonces nos hizo un favor a todos, comenzando a hablar.

—…Además, Michael—Phoebe añadió—, aún podemos hacer muchas de las cosas que tenías planeadas para nosotros. ¿Sabes? Tenemos bastante tiempo, nos quedaremos en Los Angeles prácticamente por una semana, así que…
            —¿En serio?

Michael cuestionó a Phoebe. Y noté como Rachel se estremecía frente a mí. Cuando escuchamos que Phoebe tomaba aire para poder contestar a la pregunta de Michael, Rachel la interrumpió hablando en primer lugar.

            —Muy bien, Monica, he terminado con tus uñas.

Le agradecí, y me aislé en mis propios pensamientos, mientras resoplaba una y otra vez las uñas de mis pies, haciéndome ajena a la situación. Y parecía que Rachel trataba de hacer lo mismo, cuando ella comenzó a mirar a su alrededor, a cada uno de nosotros, sujetando el esmalte de uñas con una de sus manos, y el pequeño pincel con la otra, como si estuviera buscando a la siguiente persona para pintar sus uñas.

            —De acuerdo, ¿Quién sigue?

Ella observó a Phoebe en primer lugar, luego en un instante miró fugazmente a Chandler y Joey, para después detener su mirada en Michael, y entonces Rachel lo observó desafiante y decidida. Él comprendió lo que estaba a punto de suceder ahí, y abrió los ojos de golpe, suplicándole que ni se le ocurriera.

Carcajeé para mis adentros el sólo imaginármelo.

            —Oh, no, Rachel…
            —…¿Por favor?
            —…Ni hablar.
            —¡Vamos, Michael!
            —…Vaya, que si ese va a ser el plan de esta semana, pues…

Michael le bromeó, convencido de que Rachel no se atrevería. Pero los chicos y yo sabíamos que si Rachel le había lanzado esas miradas antes, es porque lo iba a hacer. Rachel le sonrió y comenzó a ponerse de pié para acercársele, provocando que Michael se exaltara y también comenzara a ponerse de pie.

            —…¡No!
            —¡Sí!
            —Rachel, por favor, ¡Quédate ahí!
            —¡Sólo una vez, Michael!
            —¡No te acerques!
            —¡Oh, sé un hombre, Michael!
            —…¡No, Rachel!

Ambos comenzaron a correr por todo el lugar. Y nadie parecía estar dando crédito a lo que Michael y Rachel estaban haciendo frente a nosotros. Por un segundo, pareció que Phoebe, Chandler, Joey y yo, no existíamos ahí, y pude asegurarme de ello cuando Michael corrió justo por encima de la pequeña torre que Chandler y Joey habían construido, y lo hizo sin siquiera percatarse de eso.

            —¡Abusones!

Chandler les gritó a ambos. Pero ninguno le había hecho caso, pues estaban más concentrados el uno al otro. Las fuertes carcajadas de Michael fueron un sonido que planeé no olvidar en mucho tiempo. Era tal la emoción que comencé a sentir por ambos, pero sólo quise permitirme limitarme a sonreír.

Pero aquello no duraría mucho. Todo parecía estar por terminar cuando Michael tropezó y cayó justo sobre el sillón en el que se encontraba sentado en primer lugar, y Rachel, intentando aún alcanzarlo, había caído justo encima de él.

            —¡Oh, no! ¡Rachel, no, no!

No encontraría las palabras para describir, cómo fue ver que comenzaran a pelear en plan juguetón, ni a imaginar lo que pasaba por la cabeza de ambos.

Michael aparentó tomar el control arrebatando de la mano de Rachel el pequeño pincel lleno de pintura, y comenzó a pintar el rostro de Rachel con él. Y ambos no hicieron más que carcajear aún más fuerte, pude notar incluso cómo pequeñas lágrimas se asomaban por los ojos de Rachel. Y en menos de un segundo, todo comenzaba a cambiar de curso.

Michael había dejó de pintar el rostro de Rachel, y ambos guardaron silencio. Y entonces lo supe; ellos se encontraban muy cerca. Demasiado.

Pude notar el respirar de Michael alcanzando los pequeños cabellos en la frente de Rachel, haciéndolos mover.

Y el que ambos estuvieran tumbados en aquél pequeño sillón no debió hacer las cosas más fáciles para ellos. Me sentí tan hipnotizada por la manera infinitamente penetrante en la que ambos se ocupaban de mirarse el uno al otro, y comencé a sonreír al ser testigo de todo aquello.

            —…Michael.

La voz estruendosa de Frank había irrumpido en la habitación, exaltándonos a todos ahí. Y lo único de lo que pude darme cuenta fue que Michael y Rachel ya se encontraban incorporándose, y poniéndose de pie. Todo en menos de un segundo.

            —¿Qué ocurre, Frank?

Frank calló un momento, mirando a Michael confundido, aclaró su garganta y continuó hablando.

—…Acaban de avisarme que la cena está lista. Será mejor que se acerquen pronto. Comienza a hacerse tarde.
            —Muy bien, gracias.

Frank salió de la habitación, y todos nos pusimos de pie para poder ir tras él. Especialmente Chandler y Joey, quienes parecían impacientes por salir de ahí.

            —Dios, no puedo esperar a probar esa comida.

Había dicho Joey, con una tremenda sonrisa en su rostro, seguido por Chandler y Phoebe, y traté de imitarles, pero cuando ya nos encontrábamos a pocos pasos de la puerta, Rachel nos llamó.

            —…Esperen.

Todos le observamos.

—…¿Comienza a ser tarde?—infirió. Algunos de sus cabellos estaban fuera del lugar luego de todo el alboroto—. ¿Qué… qué hora es?

Comenzamos a buscar un reloj en el lugar.

           —Falta poco para que sean las siete de la noche, ¿Por qué?—Chandler dijo.
           —…Monica, es muy tarde ya.
—¿Tarde?—le miré confundida—. No es así, Rach. Aún es una buena hora para cenar. Tranquila…

Traté de aliviar cual sea la razón que provocaba que Rachel me mirara de aquella manera. Con su rostro hundido en preocupación, sin conseguirlo.

—Me refiero a que… aún no hemos siquiera encontrado un hotel en el que podamos pasar la noche. No tenemos nada preparado.
—Sí, Monica, creo que… que tiene razón, no hemos resuelto nada sobre eso—Phoebe dijo, dando razón a Rachel.

Y ahora ambas se encontraban haciéndome dudar sobre lo buena idea que sería quedarnos a cenar, y perder aún más del tiempo que ya no teníamos.

            —Bueno, tal vez…
            —¿Qué?—Michael intervino de pronto—. ¿Están hablando en serio?

Todos comenzamos a mirarlo.

—…Lo siento, pero no puedo creer que estén preocupándose por conseguir un hotel a estas horas, justo en frente de mí. Chicos, ustedes no tienen que conseguir ningún hotel, ¿Está bien?
—¿Entonces, qué haremos, Michael? ¿Nos quedaremos aquí, en tu casa?—Phoebe le cuestionó.
            —Claro que sí.

Rachel no se ocupó de decir nada. Y mirándome, ella me preguntaba qué era lo que yo opinaba de todo esto.

           —…Bueno, quizá si nosotros…—musité.
—¿Qué? No, Monica—Rachel me cortó—. Por supuesto que no podemos quedarnos aquí.
           —¿Por qué no, Rachel?—le preguntó Michael. Ella en el momento palideció.
—Michael… nosotros no podemos sólo llegar y acaparar el lugar como si fuese nuestro… Aquí no somos más que unos extraños, y no me parece correcto irrumpir con tu privacidad aquí…
           —De eso nada, Rach.
           —Pero…
—¿Qué es lo que ocurre, chicos? Creí que sus planes desde un principio habían sido quedarse aquí a pasar la noche. De hecho, hace unas horas, yo había mandado a alistar algunas habitaciones… habitaciones en las que ustedes se quedarían... ¿De verdad quieren irse a otro lugar? Porque si es así, entonces…
            —…No—Phoebe le interrumpió.
            —Entonces, ¿Se quedarán aquí?

Pude haber gritado que sí en ese instante, y sé que todos me apoyarían en ello, pero no podíamos ignorar que aún faltaba una última opinión de Rachel. Todos comenzamos a lanzarnos un puñado de miradas cómplice, y después de mirarnos por un instante, Rachel volvió hacia Michael.

            —¿Estás… seguro, Michael?
            —…Claro que sí.

Ambos comenzaban a ser inmersos de la mirada del otro, de nuevo, sin darse cuenta de ello, sin darse cuenta de que todos nosotros nos encontrábamos de pie justo alrededor de ellos. Y no dejaba de sorprenderme la manera en la que lo hacían.

            —Muy bien, entonces… ¡Vayamos a cenar!

Joey rompió aquel silencio, y se dirigía a la salida de la habitación. Phoebe y Chandler le siguieron, y cuando observé que Rachel planeaba hacer lo mismo, le detuve.

—Rachel, espera. Aún tienes pintura por todo el rostro. Ven, que te ayudo a quitarla...
—Oh, Dios… Rach, lo siento mucho, yo...—dijo Michael como reaccionando.
           —Descuida.

Rachel inspiró tranquilidad a Michael guiñándole un ojo, y dedicándole una de las sonrisas más lindas que jamás había visto, dejando fuera de lugar cualquier palabra, poniendo en claro que esa sonrisa era más que suficiente. Y lo había logrado, pues por milésima vez más, pude ver cómo Michael comenzaba a sonrojarse y salía de la habitación para seguir los demás, y agradecí en mis adentros que nos dejara a solas a mí y a Rachel.

—…Esperaba que Michael nos dejara solas—dije, intentando retirar algunas manchas de pintura de su rostro.
            —¿En serio? ¿Por qué?

Sonreí.

            —…Olvidaste a mi hermano bastante rápido, ¿no crees? 

5 comentarios:

  1. Katy! Estoy tan emocionada! Me encanta ver todo desde la perspectiva de Monica! Es genial! Ya quiero saber que trae entre manos Emily, eso no me suena muy bien... Dios mio quiero seguir leyendo! Jaja. Pero se que es imposible, y mientras tanto esperaré aquí, por el próximo capitulo! Muchisímas Gracias por tu hermosa manera de escribir Katy! Esperó encontrarnos acá, pronto, muy pronto otra vez. Dios te Bendiga :3

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  2. ¡Kate! No te decepciones, como tú me dijiste "hay que tener paciencia". Tus publicaciones son fantásticas, no dudes de eso, jamás me cansaré de decirte lo buenas que son. Ésta, como todas, me ha llenado bastante. Me hace sentir dentro de la historia.

    Besos.
    -Lucero-

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  3. ¡Hey! Tranquila, eres una excelente escritora *-* me encanta esta historia *-* ¡Es fantástica! Tú sabes cómo captar la atención con unas simples palabras y oraciones *-* me encanta. Esperaré con ansias el siguiente capítulo /u\
    Saludos y Bendiciones ^-^/

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  4. Hola, me llamo Deline, comencé a leer tu fanfic desde hace poco y realmente me ha cautivado, soy el tipo de lectora que disfruta la lectura en las noches de insomnio y la tuya es particularmente fascinante a mi criterio, espero el próximo capítulo.
    Saludos,
    Deline.

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  5. Hi, Katia! Siento no haber comentado antes, pero hey: ¡Aquí estoy! Lo adoré, estás mejorando mucho, puedo ver la diferencia y la calidad con la que estás escribiendo. Puedo meterme tanto en la novela que me asusta, esta vez pude ver el amor que nace entre Rachel y Michael desde la grande perspectiva de nuestra querida Monica. No se hizo monótono en ningún sentido, fue entretenido, gracioso, muy bien pensado... Creo que no hay palabras.

    Sigue así, querida.
    -Anna.

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