Cerré mis
ojos y traté de procesar lo que Karen terminó de decir.
Dejé ir
sus manos, sólo para apoyar las mías cerca de mi pecho, toqué mi frente un
momento y los nervios que comenzaban a aparecer pesaban cada vez más. Fue un
momento en el que miles de preguntas comenzaron a bombardear mi mente, una tras
otra.
¿Michael le había dicho eso a ella?
—¿Ocurre algo?—Karen preguntó
alarmada.
—Karen, nosotros… nosotros
no…—Michael titubeó.
—Michael, ¿Le has dicho a ella
que...?—Murmuré.
—¡No! ¡Por supuesto que no! Yo no…
—Tal vez—Phoebe aclaró su garganta—,
tal vez deberíamos irnos.
Phoebe
tomó a Joey de las manos, se pusieron de pié y comenzaron a desaparecer de la
habitación. Monica y Chandler les siguieron sin decir nada más.
—Lo lamento tanto, yo no entiendo
qué…—Karen decía.
—…No—le interrumpí—. Yo lo siento,
en verdad… Pero…
—…Karen, Rachel y yo no somos pareja.
El
silencio nos invadió por varios segundos tras el tono serio que Michael usó en
su oración.
—¿No lo
son?—Karen cubrió enteramente su rostro—. Dios mío… es sólo que he creído que…
—…No te preocupes—Dije.
Observé
el rostro de Michael, asesinándome con la misma pregunta que antes. ¿Había sido
él quien le dijo eso? No, por supuesto que no. Nunca creería que Michael haría
algo así. Quiero creer, necesito creer, que Karen ha dicho aquello por mera
equivocación.
—No puedo creer que haya hecho esto—Karen
cubrió sus ojos—, es sólo que los he visto tan… yo…
—…Tranquila—Michael forzó una
sonrisa hacia ella.
Comencé a
sentir punzante la mirada de Michael sobre mí, le miré de vuelta, y pude
comprender que no me miraba como antes, sentí miedo en su mirada, como si
sintiera vergüenza al mirarme. Desde que le había conocido, jamás, él me había
dirigido una mirada como aquella.
Me aterré
por completo, y comencé a formular miles de maneras de decirle que todo estaba
bien, pero entonces su voz me detuvo.
—…Tal vez debamos salir a tomar un
poco de aire fresco.
—Claro—Dije, sonriendo hacia él,
pero no me correspondió.
—De acuerdo, vayamos—Dijo Karen.
—…Tú
no irás a ninguna parte, Michael.
Aquella
nueva voz hizo que los tres giráramos al mismo tiempo, aunque no hacía falta en
realidad. Aquella voz profunda era inconfundible. Frank nos miraba, como
siempre, con un puro entre sus dedos.
—Sabes que no me gusta que fumes
dentro de la casa, Frank.
Frank
apartó su puro unos segundos, escondiéndolo detrás de él.
—Ha
llegado una carta de Pepsi, Michael. Quieren que conozcas el nuevo itinerario
de la gira.
Michael
se giró hacia Karen y hacia mí, dedicándonos una mirada cargada de compasión.
—Yo… lo siento tanto. ¿Las veo
luego?
—Claro, adelante—Le dije, cediéndole lugar
hacia donde se encontraba Frank.
—…Adiós.
Observamos
a los dos por un segundo, mientras desaparecieron por completo frente a
nosotras. Dediqué una mirada cómplice a Karen y comenzamos a caminar hacia el
jardín principal.
—Adelante, vamos.
****
Me
encontraba en mi habitación, comenzando a sacar algunas prendas de ropa del que
había sido mi tocador por la última semana. Me dispuse a doblar algunas de
ellas, y comencé a acomodarlas sobre la cama.
En un
segundo, el ruido de alguien abriendo la puerta de muy mala gana, me había
sacado de quicio, asustándome completamente. Era Chandler, un sentimiento de
completo enojo comenzó a aflorar.
Por todo.
—…Eso fue algo grosero—Dije.
—Lo lamento, mamá. La siguiente vez
pediré permiso.
—No—me
posicioné frente a él—. Me refiero a esto, a todo cuanto pasó desde que Karen
llegó aquí.
—No sé de qué hablas—Titubeó.
—¿No
pensabas presentarme, Chandler? ¿Me chocas el brazo? ¿Me insultaste frente a
todos?
—…¿Y tu novio Richard, Monica? —Me
interrumpió.
Le miré,
y comencé a ponerme nerviosa.
—No sé de qué estás hablando.
Sí, sí que lo sabía.
—Es
increíble que se te haya olvidado tan rápido todo cuanto te dije. No puedo
creer que lo hayas pasado por alto… Sobre todas las oportunidades que te he
pedido de que… me veas más que a un amigo, Monica.
—Chandler—suspiré—,
no comprendo el por qué de tu actitud… Tú y yo sólo estábamos jugando, hiciste
diferentes bromas sobre aquello, sobre tú y yo, y yo sólo las he seguido…
—Sí,
bueno—él acortó la distancia entre nosotros—, todo lo que hice allá afuera no
ha sido más que una broma también.
Me
dirigió la mirada más fría posible, antes de que le viera caminar hacia la
salida.
—Chandler, tú…
—…Olvídalo, Monica.
Y observé
la puerta azotarse justo detrás de él.
****
Karen y
yo comenzábamos a caminar varios metros más allá de la mansión hacia el
exterior.
—Rachel—comenzó—, siento que mi disculpa no ha
llegado a ser ni suficiente…
Fruncí el
ceño y la miré confundida.
—…Jamás,
escúchame, jamás me hubiera apetecido hacerles pasar un momento tan incómodo
como el que les he hecho pasar, si tan sólo…
—Karen—le
interrumpí—... en verdad, pierde cuidado. ¿De acuerdo? Nada malo ha ocurrido,
no quiero que te preocupes…
Sonreí,
quise inspirarle la mayor tranquilidad posible en ese momento.
—Está
bien—Suspiró—. Lo que ocurrió, Rachel, fue que no pude evitar pensar aquello…
al menos no después de perderme en la manera en que llegaron ambos, juntos,
tomados de la mano…
Comencé a
creer, que quizás Karen había tenido razón. Ahora no la culpaba de nada.
Después de todo, Michael y yo habíamos llegado al lugar tomados de la mano.
Quise convencerme de que era razón suficiente para llegar a creer que él y yo
éramos pareja.
—…Y tan sólo—continuó—, en la mirada
que se dan el uno al otro, es...
Negó, como si no encontrara palabras, luego comenzó a mirarme de nuevo.
—Linda, sólo hay algo que quiero
decirte—Dijo.
—Dime.
—Quiero
que sepas, que lo que ocurrió no ha sido más que una equivocación mía. Necesito,
pretendo que me creas cuando te digo que Michael no me ha dicho que ustedes
eran pareja... Si es que ese pensamiento ha llegado a tu cabeza.
—No te
mentiré, Karen. Por un segundo, creí al menos, que pensaba así... Pero luego me
aseguré de que no podía tratarse de eso. He conocido a Michael desde hace más
de un mes y lo he conocido mucho más estos últimos días… Estoy segura de que él
no ha dicho tal cosa. Puedes estar tranquila.
Le
aseguré, mientras me ocupé en sonreír.
—Gracias, pero—comenzó a fruncir su
ceño—. ¿Puedo preguntarte algo?
—Por supuesto.
—¿Por qué no lo son, Rachel? ¿Por
qué ser sólo amigos?
Esa
pregunta taladraba en cada uno de mis sentidos. Y yo misma me ocupaba de causar
ese dolor; cada vez que miraba a Michael, cada vez que mis manos tocaban las
suyas, cada vez que su mirada estaba sobre mí, cada vez que escuchaba su voz…
cada vez que yo miraba sus labios.
Cada vez
que había pensado en besarle.
Pierdo la
vista de Karen por un momento, mientras llevaba una mano a mi frente, tratando
de averiguar qué decir. Quería ser lo más precisa con ella.
—...Sería bastante
complicado—Suspiré.
—¿Pero, por qué?
—Sólo te diré que... de ser así...
yo cargaría con la tristeza de otra persona...
Ella se
limitó a mirarme.
—Estoy casi segura de que Michael te
comentó alguna vez sobre...
—¿Ross?—Me interrumpió.
—...Claro.
Supe que
ella lo había comprendido.
—Lo lamento, Rachel…
—No lo hagas—Dije, fingiendo una
sonrisa.
—Pues, sea lo que sea, linda...
Quiero que estés segura de una sóla cosa...
Volví a
observarle.
—…Michael te quiere—Continuó—. Te quiere en
verdad. Tanto, que... quiero decir, jamás lo había visto así por otra
persona... ¿Te lo ha dicho él antes?
—No... —Aclaré mi garganta—. Él no
lo ha… no lo ha hecho.
—Pues, puedes estar segura de que lo hará, y
pronto—Dijo, guiñándome un ojo.
Sentí la
sangre dirigiéndose veloz a mis mejillas, al instante en que sonreí de par en
par.
Las horas
al lado de ella pasaban en realidad disfrazadas de segundos. Ella y yo
continuamos nuestro recorrido por el eterno jardín que se tendía frente a
nosotras, caminando sin rumbo aparente, admirando una vez más, -quizá la última
vez- la belleza de Neverland. Y qué mejor compañía que la de ella.
Luego de
haber tocado cada tema que a ambas se nos ocurría, comencé a darme cuenta de
que la luz ya no era la misma que caía sobre nosotras. El tiempo avanzó y la
noche comenzaba a hacerse presente.
—Comienza a oscurecer, será mejor
que volvamos—Dije.
—Oh, sí… tal vez deba irme ya.
—Espera, ¿No te quedarás en
Neverland, Karen?
—No esta
noche… He venido a California a visitar a mis padres y me estoy quedando con
ellos, pero seguro estaré aquí mañana por la mañana, linda—Comenzó a sonreír.
—En verdad espero alcanzar a verte
mañana—Murmuré.
—¿De qué hablas?
—Mañana regresamos a Nueva York.
Tuve que
detener mi habla un momento, tan sólo pensar en la idea de que pronto me iría
de aquí, me lastimaba demasiado.
—Seguro te veré mañana... —Me dijo,
incrustando sus ojos en los míos.
Tomamos
camino de vuelta a la casa, pero transcurridos unos momentos de haber caminado,
nos encontramos con la presencia de un hombre vestido de traje, que se acercaba
hacia nosotras.
—Karen, un auto está esperándote en
la entrada.
—Oh, gracias, ahora voy.
Me
dirigió una mirada llena de compasión, y yo le correspondí. Abrió sus brazos un
momento, y me tomó entre ellos en un pequeño abrazo.
—Te veré mañana, Rachel. ¿Está bien?
—Claro que sí.
Sonreímos,
y luego de aquello, Karen se alejó de mí, siguiendo a aquél hombre que la había
venido a buscar. Adelanté mi paso hacia la mansión, y tras unos minutos, por
fin había entrado hacia la estancia principal.
Noto un
tremendo silencio envolviendo cada esquina del lugar. Giré a todos lados
tratando de localizar a alguien familiar, pero no fue sino hasta aproximarme a
la sala, que vislumbré a lo lejos a Phoebe, sola, sentada en uno de los sofás,
sosteniendo un libro sobre sus manos.
—¿Phoebe…?
—Rach, hola—Dijo desde su asiento—Te
has desaparecido toda la tarde.
—Sí,
bueno… se me ha pasado el tiempo volando… ¿Has visto a Michael? Había quedado
en encontrarnos a Karen y a mí afuera, pero nunca llegó…
—Me parece que él ha estado en el
estudio todo el día con Frank.
—Oh—Asentí—, ¿Y qué hay con los demás?
¿Dónde están?
—Pues…
Monica ha estado empacando toda la tarde, le pregunté si quería mi ayuda y me
ha dicho que no… la noté algo molesta, no sé qué tiene, en realidad… A Chandler
y Joey no los he visto desde esta tarde, linda.
—Bueno… quizá debería comenzar a empacar
también. No he preparado nada aún.
Phoebe
asintió, dedicándome una sonrisa.
—No tardes mucho en subir, Pheebs—Comencé a
decir—. Tienes que descansar.
—Claro, ahora subo—Murmuró
dulcemente.
Subí a mi
habitación, y mientras crucé la puerta comenzaba a sentirme inquieta,
recordando una vez más la mirada llena de miedo que Michael me había dado, en
el momento en el que Karen supuso que él y yo éramos pareja.
Me alisté
para irme a dormir, y una vez que había terminado, miré hacia la puerta cerrada
de mi habitación, deseando infinitamente que Michael llamara a ella, como lo
había hecho hace algunas noches. Sólo para poder decirle que todo estaría bien,
o bien, para sentirle sólo para mí, en ésta última noche que nos quedaba en
este lugar.
Ya
recostada, me hundí entre esas sábanas, sin haber apagado mi pequeña lámpara de
noche, pero ni la tenue luz de mi lámpara a través de mi puerta, haría que
Michael apareciera junto a mí esta vez.
Las horas pasaban una tras otra, y a lo mucho, en toda la noche sólo habría
cerrado los ojos unos treinta minutos, maldije en mi fuero interno cuando me
percaté de que los rayos de sol comenzaban a descansar sobre mis párpados
cerrados. Miré el reloj de nuevo; 10 de la mañana.
Demonios, demonios, demonios, tenía tan sólo dos horas antes de que tuviéramos
que estar en el aeropuerto, y aún me faltaban millones de cosas por hacer en
aquél lugar; empacar, alistarme, encontrar a todos, hablar con Michael.
Corrí hacia el baño y tomé una ducha a velocidad récord, salí y tomé lo primero
que encontré sobre el desastre de ropa que había dejado fuera de la maleta la
noche anterior. Cepillé mi cabello y me digné en rizar y maquillar mis pestañas
al menos, ya que el día anterior no había usado una gota de maquillaje sobre mi
rostro. Como pude, terminé de empacar de una vez por todas y en menos de un
momento me dirigí casi corriendo hacia el comedor.
Los
chicos se encontraban ahí, desayunando.
—Buenos días—Monica dijo, apenas me
vio.
—Hola—Dije, mirando fugazmente a todos.
—Espero que ya hayas terminado de
empacar, Rach…
—Lo he hecho, descuida.
—Te desapareciste ayer, Rach. ¿Pasó
algo? —Joey preguntó.
—No, no
ha pasado nada, descuida. Estuve con Karen solamente—Aclaré mi garganta—. ¿Han
visto… han visto a Michael, chicos?
—Am, él
estaba justo desayunando con nosotros—Monica dijo, mientras señalaba un plato
con comida sólo, sobre la mesa—…De hecho él te estaba buscando esta mañana,
sólo que Frank…
—¿En dónde? ¿Dónde me estaba
buscando? —Le interrumpí, alarmada.
—Tranquila,
linda—Monica continuó—. Él ha ido a tu habitación, pero te ha visto durmiendo
aún y no quiso molestar, eso fue lo que nos dijo.
—Maldición… tengo que encontrarlo.
Me giré y
comencé a tomar el paso, alejándome de ellos.
—¡Rachel,
espera!—Monica caminó detrás de mí, hasta alcanzar a tomarme del brazo.
—¿Qué? ¿Qué ocurre, Monica?
—Es lo
que he tratado de decirte… Michael estaba aquí, pero Frank ha venido por él.
Dijo que había venido gente a verle, y necesitaba hablar con ellos. Él y Frank
están ahora allá, en una de las oficinas… la verdad es que no creo que te dejen
entrar.
—Oh, no—Musité.
—Él
incluso—titubeó—, él incluso se despidió de nosotros… Lo lamento tanto, cariño.
—No, no… descuida.
Ella me
miró dulcemente, y acarició mi mejilla.
—Ven, deberías desayunar antes,
recuerda que falta poco para…
—…Sí, lo sé.
—Muy bien, entonces, ven…
Comenzamos
a volver al comedor.
—Espera, ¿Qué hay de Karen? ¿La han
visto?
—Ella ha
llamado diciendo que se le ha hecho un poco tarde, pero con suerte nos verá
aún… Descuida.
—Está bien.
Volvimos
con los demás, y tomé asiento con ellos, Monica no lo hizo hasta haberme
servido un poco de comida en un plato. Comida que apenas toqué, pues no me
encontraba con el más mínimo apetito.
Simplemente
no me sentía bien, en ningún sentido.
Ellos,
como de costumbre, comenzaron a notarlo. Chandler y Joey trataban de sacar una
sonrisa en mí, Phoebe me hablaba, tratando de que tuviera algo de lo que
pudiera platicar con ella. Y Monica, ella sólo me reconfortaba con la mirada.
Ella, más que nadie, debió comprender cómo es que me sentía en aquél momento.
Después de todo, por algo ella era mi mejor amiga.
Me
hubiera encantado agradecerle, agradecerles a todos por lo que hacían por mí,
pero me encontraba aún más ocupada, mirando el caminar de las manecillas del
reloj. El tiempo pesaba cada segundo más, y Michael continuaba sin aparecer. Un
sentimiento de impotencia amenazó con aparecer.
—Oh, Dios… los he alcanzado aún.
Una voz
murmuró dulcemente detrás de todos nosotros, apareciendo del silencio que nos
rodeaba, una voz que ya habíamos conocido hace no mucho.
—Karen…
Suspiré,
con un alivio enorme, me puse de pie y caminé hacia ella, tomándola fugazmente
entre mis brazos. Y antes de que me diera cuenta, observé que mis amigos se
habían acercado a ella también.
—Creímos que no llegarías—Phoebe sonrió—. Me
alegra que lo hayas logrado.
—…Lo sé,
lo sé. He tenido un par de problemas, pero he hecho lo posible por llegar. Igual
creí que no alcanzaría a verlos… Me siento tan aliviada ahora—Dijo, lanzando un
suspiro al aire.
—Pero lo importante es que has
llegado—Dije, sonriendo.
—Tenía
qué, Rachel. No iban a irse sin verme de nuevo—Nos dedicó un guiño a todos—.
Además, no iba a permitir que sólo Michael tuviera el gusto de despedirse de
ustedes.
Todos
guardamos silencio entonces, lanzándonos miradas unos a otros.
—¿Qué? ¿Qué pasa?
—No es nada—Monica respondió.
—¿Dónde está Michael? —Karen enarcó
sus cejas.
—Ese es
el problema—dije—, ha estado ocupado toda la mañana con personas que vinieron a
verle… No sé si… no sé si él pueda desocuparse a tiempo… para despedirse.
—Oh,
chicos, no… no se preocupen. Debe tratarse sólo de firmar contratos y llenar
formas, esto ocurre cada cierto tiempo, no debe tardar mucho, se los aseguro.
Las
palabras de Karen pretendían alegrarme un poco, y casi me convencí de que lo
habían logrado. Ellas, en conjunto con la mano de Phoebe apoyada sobre mi
hombro habían hecho la perfecta combinación para sentirme un poco más tranquila
de lo que estaba antes.
—Gracias—Murmuré.
—…Podrás despedirte de él, linda. Te
lo prometo.
Asentí, y
tomé su mano entre las mías, agradeciéndole. Continué observándola, pero la
figura de un hombre, el mismo hombre que había aparecido la noche anterior en
el jardín avisándole a Karen que alguien la esperaba, me había distraído.
—…Lamento tanto interrumpir, chicos.
—¿Ocurre algo?—Karen dijo,
observándolo.
—Es del aeropuerto—Dijo.
—¿Qué?
—El coche que los llevará al aeropuerto
acaba de llegar.
Sentí
todo destruyéndose dentro de mí.
Detrás de
aquél hombre, otro par de personas comenzaron a aparecer, y sin decir nada,
comenzaron a caminar hacia el segundo piso. Luego de unos minutos, aún sin
decir nada, observé a esas mismas personas, descendiendo, pero consigo traían
cada una de las valijas de nuestro equipaje. Aquél hombre bien vestido asintió,
y tendió su brazo hacia la salida, para que esas personas salieran de ahí con
todas nuestras cosas.
—Cuando quieran, chicos… Esperaremos
afuera.
Le oímos
decir, antes de girar y salir por donde había entrado minutos antes.
—No puedo creerlo—Llevé una mano a
mi frente.
—Cariño…
Monica me
dijo, con un tono de voz repleto de lástima y compasión, acunando mi rostro
entre sus manos. Supe que ella lo había comprendido todo, todos lo entendieron;
nosotros tendríamos que irnos, y yo no iba a tener oportunidad de despedirme de
Michael.
Instantáneamente,
mi mirada buscó consuelo en los dulces ojos de Karen, traté de encontrar desesperadamente
una respuesta, una solución en ella, algo que me dijera que podría ver a
Michael una última vez más.
—No sé qué decirte, Rach, yo…
Sentí un
nudo en mi garganta aflorando dentro.
—Lo lamento muchísimo—Murmuró.
—No, no, no—comencé a decir.
—Chicos, debemos irnos, tenemos
qué—Chandler dijo.
Ellos
comenzaron a caminar en la misma dirección en la que se habían ido las personas
con nuestro equipaje. Y yo, aún sin haber hecho un movimiento, aferré las manos
de Karen a las mías.
Simplemente
no podía creer que esto me estuviera ocurriendo a mí.
Segundos
luego de haber perdido de vista a mis amigos, advertí la figura de Chandler
volviendo a donde yo me encontraba, clavó su mirada compasiva en mí, y yo
comencé a mirarlo también. Suspiró audiblemente.
—Podríamos perder el avión, linda…
Karen
tomó firmemente mi mano, y ambas comenzamos a caminar, siguiendo los pasos de
Chandler, que ya se había adelantado unos metros delante de nosotras hacia la
salida. Nos encontrábamos un par de metros antes de al fin cruzar el gran
umbral de aquella puerta y quise mirar a Karen una última vez, mientras mi
vista comenzaba a tornarse nublada.
—Karen—Mi voz se quebró.
—…Le diré
todo cuanto me pidas que le diga, Rachel… Sólo dímelo, y lo primero que haré será
decírselo. Lo que sea.
—Yo sólo…
Mi voz se
esfumó por un momento, y me ocupé en apoyar una de mis manos sobre mi pecho,
tratando de tranquilizarme a mí misma. Suspiré, y Karen continuaba prestándome
total atención.
—...Quería que supiera cuánto lo
quiero. Cuánto lo voy a extrañar.
Ella
sonrió, y sin darle el tiempo para responder, preferí tomarle entre mis brazos
una última vez. Quise asegurarme de que Karen supiera lo agradecida que estaba
con ella, por haberme dado la oportunidad de abrir los ojos, por hacer que me
diera cuenta de cuánto quería a Michael. Por todo.
Observé
que los demás esperaban por mí del otro lado del umbral de la puerta, Karen y
yo finalmente salimos al exterior, y apenas comenzaron a verla, todos se
ocuparon de bombardearla de abrazos y besos fugaces. Escuché de sus labios
cientos de ‘Gracias’ y millones de ‘Espero verte pronto’.
Sonreí al
observar.
Uno por
uno comenzaron a apartarse de ella, luego, Monica se acercó a mí y apoyando su
mano en mi espalda, me había dado el valor de caminar junto a ella, hacia el
coche que ya se encontraba encendido esperándonos a todos.
—Adiós—Murmuré hacia Karen, mientras nos
encontrábamos ya alejándonos de ella.
Pero el
verdadero dolor comenzó a hacerse presente, en el momento que dejé de mirarla.
Me sentí mal, terriblemente mal.
No me
había percatado de todo cuanto me estaba perdiendo, hasta que por fin estaba
sucediendo; me iría sin despedirme de Michael, sin decirle todo lo que planeaba
decirle al final, sin saber si en realidad podría verlo de nuevo, sin perderme
una última vez en sus ojos. Sin nada.
Una
lágrima comenzó a rodar por mi mejilla.
—¡Rachel…!
Sentí el
penetrar de aquella voz en cada centímetro de mi cuerpo.
Pensé que
me había vuelto loca. Creí que lo había perdido completamente todo, cuando me
giré y observé que Michael se encontraba a lo lejos, al lado de Karen,
mirándome con la sonrisa más increíble que había visto dibujada en su rostro.
Miré a Monica que se encontraba a mi lado, me observó con una hermosa mirada, y
en menos de un segundo, yo ya me encontraba corriendo con todas mis fuerzas
hacia donde él se encontraba.
Había
sido tal el impacto con el que llegué a sus brazos ya abiertos, ciñéndome a él,
que ocasioné que él retrocediera un par de pasos, y ambos perdiéramos el
equilibrio.
—No ibas a marcharte sin despedirte
de mí, ¿O sí?
Michael
susurró, mientras me tomaba aún con mayor fuerza que antes.
—No, por supuesto que no—Balbuceé
entre llantos.
Su mano
acunó mi nuca completamente, haciendo que mi rostro estuviera hundido de lleno
contra su pecho, y mis lágrimas cayeron directo a su camisa. Me estremecí, y
corrientes eléctricas por toda mi piel me tomaban al sentir sus dedos jugando
con mi cabello, y su brazo que rodeaba mi cintura con una armonía perfecta.
Deseé que
aquello no terminara nunca.
—Rachel...
Murmuró,
y se incorporó, alejándose un poco de mí, para poder observarme mejor.
—…Quiero que sepas—continuó—, que lo que Karen
ha dicho… no ha sido porque yo le haya dicho que…
—…Lo sé—Sonreí.
—¿Lo sabes?
Frunció
el ceño, y aproximó su mano a mi rostro para secar una lágrima que descendía
por mi mejilla.
—Te he
conocido lo suficiente, Michael. Supe que no harías algo así. No me tomó ni dos
segundos comprenderlo todo—Sollocé.
Michael
me tomó de nuevo entre sus brazos, y pude sentir cómo la fuerza con la que yo
le tomaba a él aumentaba tanto, que por un momento sentí como lastimaba
nuestros cuerpos, pero no me importó. Le quería así, así de cerca le
necesitaba.
—…No me olvides, te lo suplico.
Rogó con
un murmuro. Y antes de que yo pudiera contestarle, mis brazos lo dejaron ir un
momento, sólo para poder introducir mi mano dentro del cuello de mi chaqueta, y
dejar relucir la pequeña cadena de plata que rodeaba mi cuello. Esa cadena de
la que había colgado el camafeo que Michael me había regalado en mi cumpleaños.
—El camafeo…
Sus ojos
comenzaron a tornarse vidriosos.
—¿Piensas
que podría olvidarte? Te llevo conmigo a todos lados—Una risa se escapó de mis
labios.
Las
comisuras de sus labios se extendieron para dejar mostrar la más hermosa de las
sonrisas, y llevó ambas manos a su cabeza.
—¿Tampoco me olvidarás, Michael?
Mi
pregunta hizo que él riera, como si no terminara de creer que yo le había
preguntado aquello. Mordió su labio inferior un momento, y procedió a tomar mis
dos manos con fuerza.
—Nunca...
—aguardó un momento—. Escúchame bien, nunca, nunca, nunca… podría olvidarte, Rachel…. No podría, jamás.
Creí que
ya me había tranquilizado lo suficiente. Pero oírle diciendo aquellas palabras,
ocasionó que en menos de un segundo cientos de lágrimas más comenzaran a
descender a lo largo de todo mi rostro.
No me importó en lo absoluto, que Michael me observara llorar.
—Escucha…
Murmuró,
con un hilo casi imperceptible de voz.
—Yo sé
que… jamás he estado completamente seguro de todo cuanto sale de mis labios,
pero… quiero decir que… antes de que te vayas quiero que sepas que…
Guardó
silencio un momento, sin dejar de clavar su mirada en mí.
—…Te quiero, Rachel. En verdad, en
verdad te quiero…
Antes de
que él pudiera continuar, tomé de sus hombros con ambas manos, fulminando la
distancia que existía entre nosotros, y posicionando mis labios lo
suficientemente cerca de su oído, me sentí con las fuerzas necesarias para
susurrar;
—Te quiero, Michael…
Observé
la manera en que su piel se estremecía después, haciéndome sonrojar. Me alejé
un poco, y clavé mis ojos en los suyos una última vez. Me fascinaba perderme en
sus ojos, la manera en la que él me hacía perderme en ellos era tan adictiva,
tan tóxica, que me aterraba tener que necesitar de ellos en este tiempo que
venía para ambos.
Michael
se acercó a mí de nuevo, e inclinándose hacia mí, eliminó la distancia que
restaba entre nuestros rostros, rosando sus labios contra la fría piel de mi
mejilla.
Mis
rodillas temblaron, y cerré mis ojos con fuerza, ante aquél movimiento.
—Te veré, apenas regrese al país,
pequeña.
—…Esperaré el tiempo que sea.
Y así sería.
Dios mioooooooo! Me morí!!!! Estuvo simplemente hermosoooooo, fue todo tan inesperado, tan romántico las lágrimas casi se me salian al mismo tiempo que a Rach. Fue todo simplemente fenomenal! Muchísimas gracias por este hermoso capítulo Kat, como siempreee la espera siempre vale muchísimo mas que la pena. Esperare con ansias el proximo
ResponderEliminarahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh¡ ufff,que suspiro que me acabo de mandar¡ es que fue muy tierno¡ ahh estoy muy triste por ellos,pobrecitos¡ D,: pero estuve a punto de dar un salto de felicidad cuando casi se besan ahhh¡ quería un beso¡ pero bueno,no se pudo.Salte e hice un baile de felicidad cuando vi que habias subido cap. ♥ ❤ love is in the air....
ResponderEliminargj
ResponderEliminarEspero que Michael le proponga ya a Rachel ya de una vez el ser novios....está muy linda tu novela katy que inspiración....FELICIDADES... voy a seguir leyendo tu nove....
ResponderEliminaruffs era el momento perfecto en que michael y rachel se dieran el beso de amor..............está increible tu novela Katty te felicito ............seguire leyendo y enloqueciendome más
ResponderEliminarperfecto!!!!pero quisiera que metieran mas el papel, los sentimientos y emociones de rachel pues la principal y asi nos gustaria sentirnos,sumergirnos en aquella historia tan maravillosa
ResponderEliminarperfecto!!!pero me gustaria que se hubiera metido mas el papel de Rachel pues es la principal en esta maravllosa historia y pues me gustaria que me hubiera hecho sentir mas como Rachel que como los otros personajes..pero todos es perfecto!!!
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